Emprendedores

Alejandro Lequio García: «Recibí los consejos del Rey»

El hijo de Ana Obregón y Alessandro Lequio concedía a LA RAZÓN esta entrevista antes de que la enfermedad que ha acabado con su vida empezara a hacer mella

Alejandro Lequio García, emprendedor
Alejandro Lequio García, emprendedorlarazon

Cuando Alex Lequio concedió esta entrevista a LA RAZÓN, hace alrededor de tres años, poco podía imaginar que el destino le deparaba tan terrible final y a tan corta edad.

Este es el texto íntegro de aquella entrevista

Acaba de lanzar una ginebra, inspirada en la que tomaba su bisabuelo paterno, Alessandro Torlonia, esposo de Beatriz de Borbón, hija de Alfonso XIII

Dice que «el éxito no se mide por donde naces, sino por la distancia que recorres», la misma que existe entre aquellos años en los que mordía los micrófonos que perseguían a su madre y hoy, cuando se presenta como joven emprendedor. Una faceta que para Alejandro Lequio García no es incompatible con la de ser hijo de Alessandro Lequio y Ana Obregón, y menos con la de compartir antepasados con el Rey de España, del que, por cierto, recibió consejo antes de estudiar en Estados Unidos. Por eso, a sus 24 años, vuelve a sus orígenes y los diluye en una ginebra que acaba de lanzar y que asegura que sabe igual a la que traían desde España hasta Roma a su bisabuelo, Alessandro Torlonia.

–La historia tras esta ginebra quizá sea la mejor campaña de marketing que pueda tener.

–Para mi familia no es nada nuevo, ya que en casa siempre hemos bebido lo que llamamos el «gin del nono» (la ginebra del abuelo). A mi bisabuelo no lo pude conocer porque murió antes de que yo naciera, aunque mi abuela paterna, Alessandra Torlonia, me contaba que recibía a sus invitados en su palacio de Roma con una copa de esa ginebra, que, por cierto, solía compartir con el conde de Barcelona mientras echaban una partida de backgammon.

–Dicen que su bisabuelo tuvo un golpe de suerte al casarse con Beatriz de Borbón...

–Si se hiciese un cálculo del patrimonio de uno y de otro, el de él sería mayor. Mi bisabuelo venía de una familia aristócrata, fue el V príncipe de Civitella-Cesi. Te aseguro que se casaron por amor. De hecho, para ello mi bisabuela tuvo que renunciar a sus derechos dinásticos.

–¿Y ve su ginebra sirviéndose en la mesa de Zarzuela o del Palacio Real?

–Si les gusta la buena ginebra, por supuesto. Sería un honor porque admiro al Rey Felipe, sobre todo durante sus periplos universitarios. Mi relación con él, entonces Príncipe de Asturias, fue epistolar: cuando decidí que quería estudiar en Estados Unidos nos intercambiamos un par de cartas en las que me dio sus consejos. En una de ellas me recomendó para la universidad donde él estudió, Georgetown, en la que me llegaron a admitir, aunque finalmente opté por la de Duke.

–Hay quienes dirán que sus apellidos juegan a su favor en el terreno profesional...

–Son excusas. Quien quiere, puede. El éxito no se mide por donde naces, sino por la distancia que recorres. De hecho, cuando empecé mi carrera perfectamente podría haber llamado a cualquier amigo de mi madre y no lo hice. En cambio, le pedí permiso para ocupar con mis amigos el garaje de casa y fue ahí donde nacieron mis proyectos actuales. No pagábamos alquiler, sólo las facturas de la luz (¡gracias, mamá!). Empezamos ofreciendo nuestros servicios llamando puerta por puerta.

–Como joven empresario, ¿qué le diría a la gente de su edad que intenta despegar laboralmente?

–Bueno, más que empresario, me considero un emprendedor. Tenemos que concienciarnos de que el emprendimiento es el motor de la economía. Se debería dar más voz a los emprendedores, aunque no más facilidades, porque son las dificultades las que nos hacen despegar. En España parece que está mal visto fracasar, pero el verdadero fracaso es no intentarlo. Desde pequeño mi padre me decía: «Si lo intentas y lo consigues, es un punto; si no, sigue siendo medio».

–¿Se marchará a Estados Unidos?

–No digo que me iré porque ya estoy fuera de España, pues mis proyectos se están desarrollando en Carolina del Norte, Miami, Perú... Aunque allá donde voy siempre digo que amo a mí país, soy la persona más patriótica que puedas imaginar. Yo, que he vivido en EE UU, te puedo decir que no nos damos cuenta de lo que tenemos aquí. Allí, si no tienes dinero, te mueres.

–¿Y qué tal con Trump?

–Soy más de Obama. Me encanta cómo habla y gesticula. Soy su fan.

–¿Le cuesta desconectar del trabajo cuando llega a casa?

–Sí. Ha habido noches que las he pasado en vela trabajando. Una mañana mi madre incluso se asustó porque me vio hiperactivo, ya que la noche anterior había bebido café y «Red Bull» (risas). Ella siempre está muy atenta y a veces se quedaba detrás de la puerta para comprobar si me acostaba o qué estaba haciendo. Sinceramente me cuesta desconectar y eso es algo por lo que incluso llego a discutir con mi chica. Ella también es emprendedora, aunque tiene más facilidad que yo para dejar el trabajo en la oficina.

–¿Y teme que eso afecte a su futura relación con ella o con sus hijos?

–Tendré que aprender a hacer más cosas en menos tiempo. A mis hijos les quiero dedicar todo el tiempo posible: pasear con ellos por el parque, ir al campo...

–Se ve que lo tiene todo muy planificado, ¿también la paternidad?

–Sí. En 2022 tendré 30 años y para entonces espero haber completado un máster que tengo pensado hacer. Seré padre cuatro años después de empezarlo.

–Además del marketing, ¿cuáles son sus otras debilidades?

–Ver documentales en Netflix y «Ana y los siete» (risas). También leer y el baloncesto, pero dejé de jugar a los 17 porque me rompí una rodilla.

–¿Planes de futuro?

–Abrir muchos negocios. También tengo participación en una empresa de camas y en otra de relojes. Además, seguiré apoyando las causas benéficas. Mi intención es crear una organización que ayude a personas que, como mi abuela, han sufrido un derrame cerebral. Las patologías cerebrales son frecuentes y los enfermos necesitan recibir un correcto tratamiento de rehabilitación tras ser dados de alta.

El lector

Es de los que utiliza Twitter para estar al día de lo que ocurre en el mundo. Suele comprar el periódico y lo lee por la mañana mientras practica elíptica en el gimnasio. Cuando se encuentra fuera de España le gusta leer LA RAZÓN para conocer de primera mano la actualidad de nuestro país.