Escalada en Oriente Medio

El ataque de Irán a Israel desata el temor a otra espiral inflacionista y a una nueva crisis energética

El riesgo de una guerra a gran escala revive los fantasmas de la invasión rusa de Ucrania de 2022

Tehran (Iran(islamic Republic Of)), 13/04/2024.- Iranians celebrate after Iran launched drone attacks against Israel; in front of the British embassy in Tehran, Iran, 14 April 2024. Iran's Islamic Revolutionary Guards Corps (IRGC) launched drones and rockets towards Israel late on 13 April 2024, Iranian officials said. (Teherán) EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH
Iraníes celebran los ataques contra Israel frente a la embajada británica en TeheránABEDIN TAHERKENAREHAgencia EFE

Los países occidentales se las prometían muy felices hace ahora algo más de dos años. Europa y Estados Unidos miraban ya la pandemia de coronavirus por el retrovisor, la economía empezaba a despuntar y aunque la inflación ya mostraba signos preocupantes, nada hacia presagiar la tormenta que se avecinaba.

Llegó entonces el 24 de febrero de 2022, una fecha marcada ya para la historia. Vladimir Putin ordenaba la invasión rusa de Ucrania y desde entonces todo se descontroló. Los precios se dispararon en medio de una espiral inflacionista que aún hoy perdura y el temor al desabastecimiento energético tras cerrar –en parte– el grifo del gas y el petróleo de Moscú cambió las reglas del juego y empujó al Viejo Continente a acelerar una transición verde que no termina de culminar.

Nada nuevo que no haya sucedido ya en innumerables ocasiones con cada guerra o evento de consecuencias geopolíticas globales, pero que una y otra vez acaba impactando en el bolsillo de los ciudadanos de a pie de Occidente. Sobre todo teniendo en cuenta que los países implicados –como en el caso de Rusia y en el de Irán– suelen ser actores energéticos de primer nivel, cuyos vaivenes determinan en mayor o menos medida la factura de la calefacción en invierno o el coste de repostar de carburante nuestro vehículo.

De ahí surgieron las ayudas al combustible en buena parte del Viejo Continente –20 céntimos en España–, las rebajas de los impuestos del gas y la electricidad –que hace muy poco acaban de expirar– y la obsesión de los gobiernos occidentales por el ahorro energético –Pedro Sánchez se «quitó» la corbata y animó al resto de españoles a seguir su ejemplo para gastar menos aire acondicionado– y el llenado de los depósitos de cara a unos inviernos que se preveían duros. Finalmente no lo fueron tanto, salvo para el bolsillo de los consumidores y para las cuentas públicas, pero sin problemas de abastecimiento.

Ahora, la amenaza de una guerra a gran escala en Oriente Medio, con Irán e Israel como actores principales, revive los fantasmas de 2022 y hace temer que un nuevo conflicto pueda tensionar de nuevo los mercados energéticos y poner de nuevo en apuros a los países occidentales, ahora que empiezan a remontar el vuelo tras la crisis del covid, primero, y la espiral inflacionista aparejada a la invasión rusa de Ucrania, después. No en vano, Irán es una potencia mundial en cuanto a materias primas energéticas se refiere. Según el último informe del ICEX, el país cuenta con la segunda mayor reserva de gas del mundo y la cuarta mayor de petróleo.