Atenas

Atenas rechaza un acuerdo sin quita de la deuda pública

El ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, mira su teléfono móvil durante el discurso de Alexis Tsipras en el Parlamento, ayer, en Atenas
El ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, mira su teléfono móvil durante el discurso de Alexis Tsipras en el Parlamento, ayer, en Atenaslarazon

El primer ministro griego acusa al FMI de «responsabilidad criminal» por la situación en Grecia y culpa al BCE de la «asfixia» de su economía.

El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, puso a cero el cronómetro de las negociaciones. En un duro discurso en el Parlamento –nada que ver con el conciliador tono de hace dos semanas– el «premier» griego arremetió contra los acreedores por el «saqueo» al país. Para Tsipras, el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene una «responsabilidad criminal» por esa situación, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) es culpable de la «asfixia económica» de su Gobierno tras dejar de admitir deuda griega como garantía en sus operaciones ordinarias desde febrero.

«Nos piden (las instituciones) adoptar un acuerdo que no sólo no resolverá el problema, sino que hundirá la economía en la recesión», aseveró el líder izquierdista. El mensaje es claro y repetido: Atenas no aceptará recorte de pensiones ni una subida desmesurada del IVA. O al menos, si lo hace, será a cambio de un alivio de la deuda.

En ese sentido, Tsipras recordó que el FMI apuesta por una reestructuración de la deuda acompañada de nuevas medidas de austeridad. «¿Por qué (los socios) aceptan sus medidas (del FMI), pero no la quita de la deuda?», preguntó retóricamente el primer ministro para reclamar a los socios que «decidan y digan si quieren una solución o no. Y si quieren que el FMI participe en la solución». Desde Berlín, sin embargo, reiteran que cualquier acuerdo debe ser tomado por las tres instituciones de la troika (FMI, BCE y Unión Europea).

Como ya hiciera tras la interrupción de las negociaciones este fin de semana, el líder heleno señaló que la insistencia en pedir recortes de pensiones es «un plan político» con el objetivo de «poner de rodillas no sólo al Gobierno, sino también al pueblo». No obstante, el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, negó que los socios hayan exigido una subida del IVA en los medicamentos y la electricidad, y acusó a Tsipras de engañar a los griegos. «Sería más fácil si el primer ministro explicase exactamente lo que ofrecemos», lamentó el dirigente luxemburgués.

Por su parte, Atenas considera que el último listado de reformas presentado por su Gobierno, centrado en combatir la evasión fiscal, es «coherente». Por ese motivo, no prepara nuevas medidas para el Eurogrupo de mañana, tal y como reconoció el titular de Finanzas griego, Yanis Varufakis, que subrayó que la reunión de ministros «no es el lugar para discutir propuestas que han pasado a niveles superiores».

En principio, el jueves era la fecha límite para llegar a un acuerdo entre las partes, pues daba el margen necesario para ratificar la decisión en varios parlamentos europeos –entre otros, el alemán y el finlandés–, antes del 30 de junio, cuando expira la prórroga del actual programa de rescate. Esos plazos, sin embargo, van camino de agotarse.

La falta de tiempo y el beligerante discurso de Tsipras han disparado las alarmas sobre posibles desenlaces rupturistas. En primer lugar, el impago de los 1.600 millones de euros al FMI, agrupados para finales de mes. El diario heleno «Efymerida ton Syntaktón», cercano a Syriza, filtró citando a altas fuentes gubernamentales que el Ejecutivo griego se plantea la opción de incumplir sus obligaciones de deuda «como medida de presión» ante los prestamistas. Varios medios germanos compartieron esas especulaciones más tarde.

Las otras posibilidades, que ya barajan los socios europeos, van desde un control de capitales hasta la salida de Grecia del euro, indeseada para ninguna de las partes. El vicepresidente de la CE, Valdis Dombrovskis, aseguró que «hay algunas discusiones en Bruselas sobre escenarios menos favorables», debido al «comprensible nerviosismo de los miembros de la eurozona».

En ese cruce de declaraciones subidas de tono también entró en juego el ala más dura de Berlín. Un diputado de la Unión Democristiana (CDU), la facción más conservadora del Gobierno germano, advirtió de que «si Atenas no presenta un sólido plan de reformas, se deberá aceptar la salida de Grecia del euro».

Una «humillación» a Grecia

Para Tsipras esas «amenazas» y la inamovilidad de los socios tan sólo persiguen «humillar al Gobierno» y «mostrar firmeza para destruir todo intento de poner fin a la austeridad», a pesar de que «todavía hay fuerzas que buscan una solución». Las palabras de Tsipras ayer saciaron las demandas del bando más radical de Syriza. Su grupo parlamentario se reunió al término de la sesión. El primer ministro también se encontró con algunos líderes de la oposición.

El Gobierno griego maniobra en casa para allanar el terreno ante «el inicio de las verdaderas negociaciones», según el propio Tsipras. Pese al delicado momento con los acreedores en esta recta final, el premier heleno se entrevistará el viernes con el presidente ruso, Vladimir Putin, en San Petersburgo, mientras Varufakis asiste un día antes a un Eurogrupo que se espera poco prometedor. El acuerdo, por tanto, se retrasará por lo menos hasta el fin de semana.