Macroeconomía

El Banco de España avisa de una "inflación persistente" y empeora el PIB de 2024 y 2025

Duda que los hogares tengan ahorros suficientes para seguir afrontando las subidas de precios, con una inflación que puede alcanzar el 5% a mediados de 2024, y avisa del frenazo en el empleo

El Banco de España constata que la economía española frena y lo hará hasta 2025. Lo ha constatado en la nueva actualización de sus previsiones macroeconómicas ante el "menor dinamismo de la actividad económica", que ha provocado la desaceleración del crecimiento, que será más intensa a partir del próximo ejercicio. Así, estima que el PIB crecerá en 2023 el 2,3%, queda pues sin cambios y lo "congela" respecto a su previsión de junio, mientras que rebaja cuatro décimas el crecimiento de 2024, hasta el 1,8%, y una el de 2025, para quedarse en el 2%.

Esta marcha atrás en los dos próximos ejercicios los justifica por el encarecimiento de la energía, un deterioro del contexto exterior y un mayor tensionamiento de las condiciones financieras, que se ha visto refrendado por el avance publicado por el INE del crecimiento intertrimestral del PIB, que ha moderado en 0,1 puntos porcentuales, hasta el 0,4%, tasa inferior en dos décimas a la prevista por el propio regulador bancario. Por tanto, el informe incide en que el "crecimiento del PIB se moderará sustancialmente este año y presentará un perfil relativamente plano en el bienio posterior".

El supervisor alerta también de que todos los indicadores que maneja indican un parón generalizado del crecimiento, el consumo y la actividad empresarial este año, y que se extenderá a los dos siguientes. La inflación va a despegar hasta el 3,6% este año -cuatro décimas más que hasta agosto-, pero se va a disparar hasta el 4,3% en 2024, un 0,7%, impulsada por la subida imparable del precio de los carburantes y por el encarecimiento generalizado de la energía "de acuerdo con los mercados de futuros" y, en menor medida, por los "efectos que sobre la inflación implica la extensión hasta el final de 2023 de la reducción del IVA de los alimentos y la subvención al transporte público", que costará una subida de dos décimas en la tasa general. Sólo en 2025, los técnicos del supervisor ven un alivio en la presión inflacionista, al rebajarse hasta el 1,8%, aunque la presión puede subir hasta un pico del 5% a mediados de 2024.

El Banco de España ha explicado que no ha tenido tiempo para incluir la revisión con las cifras de contabilidad nacional que realizó ayer el INE, que elevó del 5,5% hasta el 5,8% su cálculo de crecimiento para este año, pero Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística del Banco de España, defendió en la presentación del informe que queda claro que esta mejora "tenga un efecto arrastre positivo en nuestra previsión".

El panorama que se plantea augura, por tanto, un escenario de "mayor persistencia inflacionista", que podría requerir una "actuación más contundente de la política monetaria", lo cual llevaría a un "endurecimiento adicional" de las condiciones financieras y, en consecuencia, a un "mayor debilitamiento del consumo de los hogares", poniendo incluso en duda que la capacidad del ahorro acumulado durante la pandemia pueda revertir o aliviar algo la caída continua del consumo privado, que se irá reduciendo a medida que la inflación aumente la presión y se eleve el gasto extra del gasto de las familias.

La inflación subyacente se ha moderado en lo que va de año, no obstante, esta senda de desaceleración "ha tendido a frenarse en los meses de verano por el aumento de los precios de los servicios de ocio, restauración y turismo, ramas de actividad cuya demanda evidenció una considerable fortaleza durante la temporada estival. Por tanto, el regulador espera que, tras un crecimiento del 4,1% en 2023, su ritmo de variación se reduzca hasta el 2,3% en 2024 y el 1,7% en 2025.

El empleo también sufrirá, en línea con la ralentización del conjunto del tercer trimestre, con una menor afiliación tras el "elevado dinamismo mostrado en los primeros seis meses del año", para dejar la tasa de paro en el 12%, el doble que en la eurozona. De cara a 2024 y 2025, el informe mantiene las proyecciones en el 11,5% y el 11,3% y habla de "una desaceleración en la creación de empleo, en línea con la evolución del PIB". El mercado laboral mantendrá un dinamismo elevado este año -con un crecimiento del 2,6% en términos del número de personas empleadas-, pero empezará a desacelerarse paulatinamente en los dos años posteriores.

Las "condiciones financieras del sector privado y de las familias se endurecerán", en línea con la subida de tipos y el cambio de política monetaria que está llevando a cabo del Banco Central Europeo (BCE), lo que implicará en el parón del consumo privado este año después del pequeño impulso gracias a las actividades relacionadas con el ocio y el turismo, pero que lo ha hecho "a un ritmo inferior al observado en el segundo trimestre".

También avisa el supervisor sobre un "menor flujo de inversión", después del intenso repunte que esta partida experimentó en el segundo trimestre. Por tanto, "estimamos un segundo semestre menos dinámico y menos proclive al avance de la actividad económica", apuntó Ángel Gavilán, el director general de Economía y Estadística del Banco de España en la presentación del informe.

Otro riesgo relevante que ve en la economía española es el que se deriva de la "persistencia de un déficit público estructural y de una deuda pública elevados", en un contexto de aumento de los costes de financiación y de reactivación de las reglas fiscales europeas. Pese a ello, el Banco de España explica el déficit cerraría el año en el 3,7% del PIB, una décima menos que en julio y la deuda lo haría en el 108,8%, casi un punto menos que el 109,7% que predijo en junio, que califica como "sólo algo menor" y que apunta a que se ha producido sólo gracias al "elevado dinamismo de los ingresos" en las arcas públicas y a pesar "del avance de los gastos". Este dinamismo de los ingresos se ha debido, principalmente, al "aumento nominal de las rentas", que habría impulsado la recaudación de los impuestos directos, y a la subida de las cotizaciones sociales. En cambio, llama la atención sobre la recaudación por impuestos indirectos, que ha "crecido por debajo de lo esperado", apuntó Gavilán. Además, en la primera mitad de este año, los gastos se han acelerado con respecto al promedio de 2022 debido al "fuerte incremento de las prestaciones sociales originado por la revalorización de las pensiones y, en menor medida, al avance del consumo público".

Tampoco llegan buenas noticias del lado de las empresas. El supervisor constata un peor comportamiento de la facturación empresarial en los dos últimos trimestres, según su
última encuesta EBAE. El porcentaje de empresas cuyas ventas han crecido en este periodo apenas suma un 22,4%, siete puntos porcentuales menos que en el trimestre anterior, mientras que el porcentaje de las que perciben descensos en su facturación ha subido al 28,7%, cuatro puntos más que hace tres meses. Al menos para el último trimestre del año, las perspectivas apuntan a un mayor dinamismo de la facturación, pero "muy leve". Esta caída de las ventas de las empresas se ha traducido también en una pérdida de dinamismo del empleo. La proporción de sociedades que indican que ha aumentado su nivel de empleo apenas es del 18,6%, casi tres puntos menos que en el segundo trimestre, por lo que hasta diciembre las perspectivas apuntan a una ralentización adicional del avance de la ocupación.

Por tanto, para Gavilán, aunque en estas previsiones macroeconómicas el grado de incertidumbre continúa siendo muy elevado, considera que los riesgos en torno a las proyecciones están "orientados a la baja en lo que respecta al crecimiento económico y se encuentran equilibrados en el caso de la inflación", aunque ha apuntado que "aún no puede descartarse por completo un escenario de mayor persistencia inflacionista". Los principales factores de riesgo que ve en la senda proyectada para el PIB pasan por "una eventual evolución de la actividad económica global más desfavorable". Algo que ya se ha visto en el último dato de crecimiento, que ha dado claras muestras de debilitamiento en los meses de verano. "Tras crecer un 0,4% en el segundo trimestre, la información más reciente disponible sugiere un avance en el entorno del 0,3% en el trimestre en curso", marcado por la prolongación del "escaso dinamismo del contexto exterior", de la continuación del proceso de "endurecimiento de la política monetaria" a los costes de las nuevas operaciones de crédito y a la carga financiera de los endeudados.