Japón
El Banco de Japón pone fin a los tipos de interés negativos en su primera subida en 17 años
La inflación del país Nipón lleva siendo superior al 2% durante más de un año, por encima del objetivo fijado
El Banco Central de Japón (BoJ) subió el martes los tipos de interés por primera vez desde 2007, poniendo fin al único régimen de tipos negativos del mundo y a otras medidas de política monetaria no convencionales aplicadas en las últimas décadas para combatir la deflación. Estos cambios marcan un giro histórico y representan el retroceso más brusco en uno de los ejercicios de relajación monetaria más agresivos del mundo, cuyo objetivo era reflotar los precios en la economía nipona.
Desde 2016, el banco central japonés había mantenido un objetivo de tipos de interés a corto plazo del -0,1%, como parte de una política ultraacomodaticia destinada a sostener la economía del país. Esta medida contrastaba con la tendencia de los principales bancos mundiales que han estado subiendo los tipos de interés en los últimos dos años debido al aumento de la inflación. Pero, tal y como se preveía, el BoJ abandonó esta política y fijó su objetivo de tipos de interés a corto plazo en el 0% / 0,1%, con una remuneración del 0,1% sobre el exceso de reservas de las instituciones financieras depositadas en él.
Esta decisión, anunciada al término de la reunión de política monetaria de dos días, se produce en un momento en que la inflación lleva más de un año muy por encima del objetivo del 2% fijado por la institución. También es consecuencia del anuncio de la semana pasada por parte de las empresas punteras del país de inesperadas subidas salariales, lo que hace albergar esperanzas de un mayor consumo de cara al futuro.
"Consideramos que el objetivo de una inflación sostenible del 2% está a nuestro alcance", declaró el Gobernador Kazuo Ueda en una rueda de prensa posterior a la resolución. "La política de relajación monetaria a gran escala cumplió su propósito". Además, Ueda subrayó que es importante que las condiciones financieras sigan siendo acomodaticias.
El banco central insistió en que “se está consolidando un círculo virtuoso en el que los salarios alimentan la inflación impulsada por la demanda”. Rengo, la mayor agrupación sindical de Japón, informó el viernes de que las negociaciones salariales habían desembocado en un acuerdo inicial de aumentos del 5,28%, el mejor resultado desde 1991. Este hecho alimentó las especulaciones del mercado de que por fin se daban las condiciones para la ansiada subida de tipos, después de que Ueda subrayara repetidamente la importancia de dicha evolución salarial.
Al parecer, la retirada del plan será gradual y cuidadosamente gestionado. El BoJ ha indicado que empezará por recortar sus compras de deuda pública a largo plazo, manteniendo al mismo tiempo su objetivo de tipos de interés a corto plazo en el -0,1%. Este planteamiento tiene por objeto minimizar las perturbaciones de los mercados financieros y dar tiempo a las empresas y los consumidores para que se adapten al nuevo entorno político.
La falta de señales sobre futuras subidas de tipos lastró al yen, que superó la marca de 150 frente al dólar, mientras que la rentabilidad de la deuda pública bajó. La debilidad de la divisa favoreció a la renta variable japonesa, ayudando al Nikkei 225 a recuperar la cota clave de los 40.000 puntos.
Como parte de este cambio de política, el BoJ también abandonará la compra de fondos de inversión inmobiliaria. La institución adoptó la inusual medida de comprar activos de riesgo como ETF en 2010, convirtiéndose finalmente en el mayor tenedor individual de acciones japonesas, antes de que las operaciones de compra se ralentizaran a sólo tres casos el año pasado. La perspectiva de recurrir a esta medida se volvió cada vez más incómoda cuando las acciones japonesas alcanzaron un máximo histórico este mes, lo que planteó la cuestión de por qué el mercado de renta variable necesitaba apoyo.
El enérgico régimen de relajación monetaria se puso en marcha en 2013 como parte de un esfuerzo por combatir la deflación y estimular el crecimiento económico. El banco central se embarcó en un programa de compra masiva de bonos y llevó los tipos de interés a territorio negativo en un intento de impulsar la inflación y fomentar el endeudamiento y el gasto. El programa no tenía precedentes en cuanto a escala y alcance, y ayudó a reactivar la economía japonesa tras años de estancamiento.
Sin embargo, a medida que la economía japonesa ha ido mostrando signos de mejora en los últimos años, el banco central se ha visto presionado para empezar a reducir sus medidas de estímulo. Con una inflación que ronda ahora el 1%, muy por debajo del objetivo del 2% fijado, los responsables políticos han estado buscando formas de normalizar sus políticas sin hacer descarrilar la frágil recuperación económica.
La decisión de poner fin al estricto plan es un delicado ejercicio de equilibrismo. Por un lado, los responsables políticos quieren evitar una sacudida brusca de la economía que podría hacer descarrilar el crecimiento y empujar la inflación aún más a la baja. Pero, por encima de todo, deben demostrar que están comprometidos con sus objetivos y que están dispuestos a tomar medidas para alcanzarlos.
Con la ralentización de la inflación y una economía que apenas evitó una recesión técnica a finales del año pasado, Ueda señaló posibles vientos en contra. "Existen numerosos riesgos en torno a la economía mundial, como la posibilidad de que se produzca un shock negativo en los mercados o que el consumo no se recupere tanto como se esperaba", apuntó.
Es posible que los inversores y los observadores del mercado tengan que esperar a que el Banco de Japón actualice sus previsiones económicas en su reunión de abril, en la que se espera que el banco central publique sus previsiones para 2026.
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