Finanzas
BBVA ignora los avisos del Gobierno y prepara ya su estructura para absorber a Banco Sabadell
La entidad perfila las necesidades de plantilla y de oficinas que requeriría la entidad resultante de la operación
En BBVA se da por hecho que la oferta pública de adquisición (OPA) lanzada sobre Banco Sabadellacabará en éxito a pesar del fuerte rechazo que ha generado la operación. Tan en así, que en la entidad vasca ya están trabajando en la estructura de la entidad resultante con la hipotética absorción de su competidora catalana.
Según han explicado a LA RAZÓN fuentes al tanto del proceso, en BBVA trabajan ya para definir cuáles serían las necesidades de la entidad que resultaría en caso de que, como dan por hecho, se complete la absorción de Banco Sabadell. A este respecto, en los despachos de la entidad se trabaja en aspectos como la nueva red de oficinas y la plantilla.
En cuanto a las sucursales, los consultados aseguran que las principales duplicidades se darían en el arco mediterráneo, donde ambos bancos tienen una fuerte implantación. Los analistas calculan que el número de cierres de oficinas de Sabadell podría oscilar entre los 400 y 600, según la estrategia que adopte BBVA. En cualquier caso, en BBVA han paralizado incluso reformas de oficinas que tenían programadas a la espera de ver cuáles serán sus necesidades.
BBVA también está analizando las necesidades de plantilla que tendría en caso de triunfar su OPA sobre Banco Sabadell, un asunto siempre delicado en este tipo de procesos de concentración, pues implican habitualmente planes de reestructuración. Según fuentes consultadas meses atrás por este periódico, los planes esbozados hasta ahora por BBVA implicarían la salida de entre 4.000 y 5.000 de sus trabajadores de Banco Sabadellsi finalmente la operación cuaja.
La entidad que preside Carlos Torres sigue así adelante con una OPA que Sabadell ha calificado de «hostil» por no deseada y que ya ha obtenido el visto bueno de varios reguladores. El último, el Banco Central Europeo (BCE), que la semana pasada comunicó su decisión de «no oposición» al movimiento para que se haga con el control de Banco Sabadell, lo que equivale a recibir la aprobación del organismo a su oferta.
Previamente, BBVA había recibido la autorización de la autoridad británica de regulación prudencial (Prudential Regulation Authority o PRA, por sus siglas en inglés) a la toma de control indirecto de TSB Bank, filial bancaria de Sabadell en Reino Unido, otro de los requisitos necesarios para completar la operación.
Tras estos vistos buenos, BBVA necesita también el de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que en el mercado se da por hecho que podría pronunciarse sobre la oferta a principios del año 2025.
Oposición del Gobierno
Pero aunque Competencia y la CNMV den el visto bueno a la OPA, la entidad vasca todavía tendrá que superar un último y gran escollo, el del Gobierno. El Ejecutivo tendrá previsiblemente la última palabra sobre la oferta y ya ha anunciado que se opone a la operación por el impacto negativo que tendría sobre la competencia, la estabilidad financiera y la inclusión territorial en España.
La dirección de Banco Sabadell también es reacia a la operación. Con anterioridad a la comunicación de la OPA, el consejo de administración rechazó una propuesta unilateral de fusión recibida de BBVA en las mismas condiciones económicas que se establecieron después, al considerar que «infravaloraba significativamente» su proyecto y sus perspectivas de crecimiento como banco independiente.
La OPA no sólo cuenta con la oposición del Gobierno, la Generalitat Valenciana, Sabadell, patronales catalana y valenciana y de partidos como PP, PSOE, Junts o ERC. Los analistas tampoco tienen claro que se trate de un buen movimiento. Agencias de inversión como XTB, IG, Renta 4 o incluso de Bankinter, entre otras, han manifestado directamente que la OPA «no es demasiado atractiva en cuanto a precio» y que si tuvieran acciones en cartera, «no acudirían a la OPA».
Exane BNP Paribas también ha concluido que la operación «no es un buen movimiento estratégico en este momento», porque el hecho de que sea hostil podría significar que se «alargue más de lo previsto, hasta mediados de 2026». Directamente asegura con rotundidad que «no vemos ventajas en esta operación».
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