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Un billón de dólares para Elon Musk: ¿expolio o recompensa justa?
El CEO de Tesla sólo cobrará si multiplica la riqueza de los accionistas y si, para lograrlo, satisface a millones de consumidores que libremente pagan por productos y servicios valiosos

La junta de Tesla ha aprobado un esquema de incentivos que, si se cumple íntegramente, elevará la participación de Elon Musk del 13% al 25% durante la próxima década. No es un obsequio: es una apuesta condicionada a doce hitos mensurables. Por cada hito, Musk recibiría aproximadamente un 1% adicional del capita de la empresarial; si completa los doce y permanece vinculado a la compañía hasta 2035, sumará un 12% acumulado.
La escalera de objetivos combina dos dimensiones: capitalización bursátil y metas operativas. Los cuatro primeros peldaños detallan el viraje estratégico de Tesla de fabricante de coches a plataforma de movilidad e IA: a) 2 billones de dólares de valor de mercado y 20 millones de automóviles vendidos; b) 2,5 billones y 10 millones de suscripciones activas a la conducción autónoma completa; c) 3 billones y 1 millón de robots Optimus comercializados; d) 3,5 billones y 1 millón de robotaxis en operación. Del quinto al décimo hito, la condición es doble: capitalización creciente (4; 4,5; 5; 5,5; 6; y 6,5 billones) y escalada de EBITDA (beneficio operativo antes de amortizaciones e intereses) a 50, 80, 130, 210, 300 y 400 mil millones de dólares, respectivamente. Los hitos undécimo y duodécimo exigen que Tesla alcance 7,5 y 8,5 billones de capitalización y, además, que Musk complete un plan de sucesión aprobado por la junta.
De ahí surge la cifra redonda: si Tesla llegara a 8,5 billones, el 12% extra que cobrará Musk equivale a cerca de un billón de dólares en acciones. Y su participación total —25%— superaría los 2 billones sólo en Tesla. Pero el orden causal es crucial: primero debe crearse valor; después se devenga la retribución. En términos netos, el mensaje es transparente: si Musk genera para los accionistas unos 7 billones de dólares adicionales sobre los 1,4 billones actuales, entonces recibe alrededor de un billón.
Lejos de ser una “transferencia injusta”, el diseño alinea intereses. Musk sólo cobra si multiplica la riqueza de los propietarios y si, para lograrlo, satisface a millones de consumidores que libremente pagan por productos y servicios valiosos: vehículos con software avanzado, robotaxis a escala y robots humanoides útiles. En mercados competitivos, la capitalización refleja el valor presente de beneficios futuros esperados; y esos beneficios dependen, a la postre, de la valoración que los clientes hacen de lo que compran.
¿Resultado? Si falla, no cobra. Si triunfa, todos ganan: los accionistas, con rentabilidades extraordinarias; y los consumidores, con innovaciones que abaratan y mejoran su vida. El llamado “billón de Musk”, llegado el caso, no sería expolio alguno: sería la recompensa por haber convertido ambición emprendedora en prosperidad compartida.
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