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China despliega su arsenal para superar la crisis

Pekín confía en superar la debacle inmobiliaria y crecer al 5% gracias al consumo interno que equilibre la menor exportación

Former Chinese leader Mao Zedong's portraits at Panjiayuan Antique market
Imágenes de "el gran timonel" Mao Zedong en el mercado de antigüedades Panjiayuan en PekínWU HONGAgencia EFE

A medida que nos aproximamos al comienzo del próspero año chino del Dragón de Madera, el presidente Xi Jinping tiene puestas sus esperanzas en superar las adversidades sufridas en los últimos años, llenos de incertidumbre, y para ello deberá hacer frente a diversas incógnitas.

De cara a 2024, el régimen comunista ha prometido impulsar la demanda interna, priorizar el desarrollo de sectores estratégicos y abordar la crisis inmobiliaria del país, luego de una reunión clave en la que se establecieron las prioridades económicas inmediatas.

El repunte de la economía china comenzó lentamente la primavera pasada, dejando atrás efectos como las más de un millón de muertes causadas por la pandemia o las estrictas políticas de tolerancia cero contagios. 

Hoy en día, aunque los expertos apuntan a que es probable que el crecimiento cumpla con el objetivo del régimen del 5% para 2023, la situación sigue siendo incierta, afectada por una inversión privada estancada, el alicaído sector inmobiliario, la disminución de la confianza del consumidor o un alto desempleo juvenil. Cabe añadir que existen, además, señales de alarma como la baja confianza empresarial y del consumidor.

Xi Jinping ha gobernado China durante más de una década, pero su modo de hacerlo no deja de variar, probablemente porque el panorama actual es muy distinto del que imperaba cuando asumió el cargo de secretario general en 2012. Ahora se enfrenta a una economía en serias dificultades, una confianza que flaquea, un endeudamiento en ciernes y una competencia estratégica con Washington y sus aliados que pone en peligro, entre otras cuestiones, el futuro del avance tecnológico.

Apuesta tecnológica

La Conferencia Central de Trabajo Económico de China (CEWC) de 2023, una reunión anual del Partido Comunista en la que las principales partes interesadas deliberan y acuerdan la dirección económica de la nación para el año siguiente, concluyó el 12 de diciembre, y los resultados subrayan una senda orientada a la estabilidad económica.

A pesar de admitir desafíos como esa demanda insuficiente, la sobrecapacidad industrial, las expectativas débiles, los riesgos financieros o la presión externa, la CEWC no expresó pánico sobre la situación actual y no sugirió cambios fundamentales o estímulos a gran escala.

En cambio, Pekín sí afirmó que su recuperación está encaminada, y que el desarrollo de alta calidad «avanza de manera constante» por lo que mantendrá su «política fiscal activa y la monetaria prudente».

En general, el plan de acción se perfila en una línea clara: pasar de un crecimiento impulsado por las exportaciones a otro orientado por la demanda interna, ampliar el proceso de producción de alta calidad, lograr la autosuficiencia en tecnología crítica colaborando con sus socios comerciales en caso necesario, y garantizar la disciplina financiera junto con la estabilidad de los fondos y la liquidez.

Asimismo, la CEWC destacó campos clave que incluyen inteligencia artificial, biotecnología, drones, tecnología verde y computación cuántica. El enfoque se centra en «enfatizar el desarrollo por encima de los problemas». Para ello, hacen especial hincapié en el uso de la innovación científica y tecnológica para avanzar en la construcción de un sistema industrial moderno.

En un contexto de crecientes incertidumbres y desafíos geopolíticos de gran calado, los dirigentes chinos han reafirmado su compromiso de fomentar un panorama económico robusto y más estable.

El problema del ladrillo

Por otra parte, el sector inmobiliario se mantiene como el mayor lastre de la economía china, con unas ventas moderadas y una confianza especialmente baja a pesar de varias rondas de estímulos y ayudas. Este escollo, junto con la deuda de los gobiernos locales y los problemas de solvencia de los pequeños bancos, se mencionó en la Conferencia como uno de los máximos riesgos a los que se enfrenta el país. «No se pueden dejar las cosas para más tarde, arrastrando pequeños inconvenientes hasta que se convierten en mayores y explotan», auguró Xi.

Pekín ha pedido a las instituciones financieras del país, en su mayoría estatales, que satisfagan todas las necesidades de capital «razonables» de las empresas inmobiliarias, y ha acelerado el ritmo de desarrollo de tres grandes proyectos –instalaciones de emergencia, renovación urbana y viviendas asequibles– para compensar el descenso de la construcción de viviendas de primera necesidad.

Una directiva adicional de «construir lo nuevo primero y desechar lo viejo después» subraya la nueva determinación del régimen de favorecer reformas bien planificadas en lugar de sacudidas políticas repentinas. Al parecer, Xi no desea que se repita lo ocurrido en 2021, cuando un «crash» inmobiliario inducido por políticas erróneas, la rectificación tecnológica y la escasez de energía se combinaron para crear una crisis de la que la segunda economía mundial todavía está luchando por salir.

Con todo, las tensiones entre el crecimiento y la seguridad nacional se hicieron prominentes en el país asiático este año, con redadas en empresas internacionales, prohibiciones de tecnología extranjera y enmiendas generalizadas a las leyes de espionaje que minaron la confianza del mercado.