Opinión
El cholismo monetario de Lagarde
Los tipos de interés, después de volver a subir 0,25 puntos, estarán altos un largo periodo de tiempo, mientras el BCE sugiere que seguirá con su política «cholista», reunión a reunión
Susan Sontag (1933-2004), la escritora americana, premio Príncipe de Asturias de las Letras (2003) , inconfundible por su mechón cano en medio de su melena azabache, defendía que «la verdad es el equilibrio». «Sin embargo –añadía–, lo contrario de la verdad, que es el desequilibrio, puede no ser mentira». Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europea (BCE), gobierna la institución desde el equilibrio entre «halcones» y «palomas» monetarios, aunque a veces, para garantizarlo, admite algunos desequilibrios.
El jueves pasado, el BCE volvió a subir los tipos de interés 0,25 puntos básicos y los dejó en el 4,5%, el porcentaje más alto desde 2001. La autoridad monetaria europea entiende que la batalla contra la inflación no está ganada y que incluso todavía puede ser larga. La era -más que anómala e inédita, contranatura del dinero gratis con tipos de interés negativos- ha pasado y no es probable que vuelva. La francesa Lagarde, en los últimos tiempos, ha aplicado la que podría definirse como política monetaria «cholista», por el Cholo Simeone, el peculiar entrenador del Atlético de Madrid, el equipo de los amores, por cierto, de Luis de Guindos, vicepresidente del BCE. El «mister» rojiblanco resumió su filosofía competitiva en un «partido a partido», algo que le ha llevado muy lejos, eso sí, con la asignatura pendiente de la Champions. La versión monetaria del «cholismo» la explicó Lagarde hace unos meses cuando anunció que el BCE tomaría decisiones sobre subidas o no de tipos de interés, partido a partido, en su caso, «reunión» a «reunión» del consejo de una institución que hasta entonces procuraba adelantar sus planes para que los mercados los asumieran con antelación, en algo que en la jerga de los bancos centrales y del sector se conoce como «forward guidance». Ahora, aunque de las palabras de Lagarde se puede interpretar que el precio del dinero no subirá más, también queda claro que todo dependerá de los datos que haya. Es decir, el «cholismo» monetario sigue vigente y todo indica que seguirá así durante bastante tiempo. Lo que parece más descartado, según la inmensa mayoría de expertos, es un recorte de tipos de interés a medio plazo, incluso a lo largo de 2024.
Christine Lagarde administra sobre todo el equilibrio. El comunicado oficial del BCE del jueves pasado es una obra de orfebrería: Afirma que «la inflación continúa descendiendo», pero a renglón seguido matiza que «aún se espera que siga siendo demasiado alta durante demasiado tiempo». Permite y justifica que la política de la institución se aferre al «cholismo» monetario el tiempo que considere imprescindible. No obstante, el BCE tiene que mantener otro equilibro, no menos delicado. Debe tratar de impedir, hasta donde sea posible con los medios a su alcance, que el enfriamiento de la economía no sea excesivo. Las inflaciones se combaten con tratamientos, por supuesto dolorosos, que suelen provocar recesiones, algo que los suele poner en aprietos a los gobiernos que, por otra parte, han disfrutado en los tiempos de manguerazos monetarios responsables, en buena medida, de las alzas continuadas de precios. El objetivo de la independencia de los gobiernos que se concedió a los principales bancos centrales, como la Reserva Federal o el BCE, es que los responsables políticos no puedan crear dinero a su antojo, como ha ocurrido tantas veces en la historia con resultados catastróficos, desde la Alemania de los años 20 del siglo pasado, hasta a la Argentina de Perón y sus herederos o la Venezuela de Chaves y Maduro.
La gran jefa monetaria europea también ha tenido que hacer más equilibrios en los últimos días y no ha dejado contentos a todos. El BCE debía elegir un nombre para sustituir al italiano Andrea Enria, al frente del Mecanismo Único de Supervisìón (MUS) bancaria, algo así como la policía del sistema financiero de la zona euro. Había dos candidatas, la española Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, y la alemana Claudia Maria Buch, número dos del Bundesbank. El nombramiento lo hace el Parlamento Europeo a propuesta del BCE. La aspirante española, que ya fue subdirectora general del MUS, llegaba con un aval explícito y escrito del Parlamento Europeo que le fue comunicado a Lagarde. El BCE, sin embargo, se ha decantado por la germana, en lo que se interpreta como un «intercambio de cromos» entre Alemania, Italia –obtiene un sillón en el comité ejecutivo del BCE– y también Francia, sin olvidar la influencia que haya podido tener el que Nadia Calviño –dicen que no ha movido un dedo por Delgado– aspire a ser presidenta del Banco Europeo de Inversiones. Cholismo monetario por una parte esa verdad y no mentira y esos equilibrios y desequilibrios que percibió Susan Sontag.
✕
Accede a tu cuenta para comentar