Empresas

La competitividad en España se desploma con las políticas de Sánchez

Caemos al puesto 40 de 67 del ranking mundial. Desde 2018 perdemos 18 posiciones en eficacia del Gobierno, hay excesos regulatorios en materia laboral y estamos a la cola en impuestos. Se pagan unas cotizaciones muy elevadas y los fondos europeos no están llegando con eficiencia a tejido productivo

Principales indicadores de atractivo de España
Principales indicadores de atractivo de EspañaLa Razón

La falta de competitividad de España se agrava tras retroceder cuatro puestos en el Ranking de Competitividad Mundial (WCR por sus siglas en inglés) de 2023 que elabora anualmente el Institute for Management Development (IMD), y que sitúa a nuestro país en el vagón de cola de las grandes economías mundiales, en el puesto 40 de las 67 analizadas, la peor posición registrada en los últimos diez años y el segundo peor resultados histórico. Hay que remontarse al año 2013 para encontrar una posición inferior de España en el ranking, cuando ocupó la posición 45.

Una de las causas principales de esta caída tiene que ver con la pérdida de eficiencia del desempeño del Gobierno, en el que se pierden 18 posiciones desde 2018 -año en el que Pedro Sánchez inició su primer mandato- y siete puestos en el último año por el empeoramiento de las puntuaciones de todos factores analizados: finanzas públicas, política fiscal, marco institucional, legislación empresarial y marco societario. Además, la percepción de empresarios y ejecutivos de la falta de eficiencia gubernamental es más que evidente, ya que apenas el 3,2% de los encuestados por el Instituto cree que el Gobierno actúa de forma competente, el porcentaje más bajo de la última década.

En cuanto a la puntuación de España en eficiencia empresarial, se ha retrocedido una posición por la «pérdida de cinco puntos en productividad, eficiencia y mercado laboral». En este último caso, el índice mide «la facilidad que tienen las empresas para acceder a los profesionales con la cualificación requerida, así como el coste de la mano de obra». España continúa así registrando un puesto inferior a otras economías del entorno y similar potencial, siendo el área de eficiencia del sector público el bloque que más se ha deteriorado en este ejercicio, confirmando la tendencia negativa de los últimos años por el empeoramiento de su desempeño, bajando hasta el puesto 58. Los factores más desfavorables que han propiciado este desplome de siete posiciones en 12 meses tiene que ver, especialmente, con el deterioro de las finanzas públicas y el empleo, afectado muy negativamente por las altas tasas desempleo juvenil y de paro de larga duración, que apenas han mejorado respecto a la última edición.

De este modo, España registra su peor posición en el ranking en el área de Eficiencia del Sector Público, lastrada por los excesos regulatorios del mercado laboral nacional y su poca flexibilidad, las elevadas cotizaciones a la Seguridad Social de las empresas o la poca adaptabilidad de las políticas gubernamentales.

En mejor situación se encuentran el desempeño económico empresarial, que mejora cinco puestos gracias a los mejores resultados en los indicadores de comercio internacional y precios, estando este último vinculado a la inflación y los costes de vida en el país. Otros aspectos como la resiliencia de la economía –relacionada con la capacidad de adaptación a los cambios– o la relocalización de empresas continúan marcando el camino de una baja competitividad. También ven como señales negativas la caída de la inversión, tanto de las empresas españolas como extranjeras, y de los síntomas de cierto parón de las exportaciones industriales.

En este tesitura, el IMD tiene claros cuáles son los principales desafíos para la economía española durante el presente ejercicio: «La necesidad de reducir la presión fiscal y generar un marco normativo estable para las empresas, invertir eficientemente los fondos europeos fortaleciendo el sistema productivo y configurando una economía más resiliente, impulsar la digitalización de las empresas –sobre todo de las pymes–, así como aumentar la inversión en I+D –tanto en el sector público como en el privado– para reforzar la coordinación entre los distintos agentes y promover la transferencia de conocimientos». Además recuerda que estamos a la cola en eficiencia impositiva, con una presión fiscal creciente.

Este año, el ranking está liderado por Singapur, Suiza y Dinamarca, que mantienen su puesto en el podio pero intercambian sus posiciones. Les siguen en el Top Ten Irlanda (4º), Hong Kong (5º) y Suecia (6ª), Emiratos Árabes Unidos (7º), Taiwán (8º), Holanda (9º) y Noruega (10º). Estados Unidos baja hasta el puesto 12; Alemania se descuelga hasta la posición 24 del ranking; Reino Unido pierde cuatro escalones hasta la 27; y Francia cae hasta el 30. Entre las grandes economías europeas, solo Italia está por debajo de España, en la posición 42, una respecto al año 2022.

La clasificación muestra también que las economías emergentes están alcanzando a las más avanzadas, especialmente en los ámbitos de la innovación, la digitalización y la diversificación. China, India, Brasil, Indonesia y Turquía han experimentado un rápido crecimiento en el ranking.