Finanzas

Corrupción empresarial

La Razón
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La corrupción puede adoptar muchas formas. Todas estas conductas nos resultan terriblemente familiares, muestra de que el daño de la corrupción tiene un alcance todavía mayor y se extiende a toda la sociedad, porque el problema involucra no sólo a la clase política, sino también a los empresarios. Son algunos de ellos quienes en muchos casos promueven esta clase de actuaciones, que lejos de ser un tema menor alimenta la percepción -de una realidad reflejada en los hechos que cada día conocemos- de que la corrupción se ha incrementado.

Se hace necesaria para la correcta presencia y representación en todos los ámbitos de actuación (públicos y privados) de los inversores que siempre que se acredite un acto corrupto los responsables sean castigados de forma implacable, ejemplar, incluso si ocupan una posición representativa o de responsabilidad pública, para que la impunidad no contribuya al fomento de estas prácticas.

De otro modo, difícilmente podremos animar a millones de jóvenes cuyo futuro está en el autoempleo, en emprender, en crear nuevas empresas, a solicitar el respaldo de la sociedad. La crisis que afecta a España, cuya situación económica ha empeorado notablemente en los últimos años, hace cada vez más difícil acceder a un puesto de trabajo, especialmente para millones de jóvenes que debieran enfrentarse al reto de emprender con transparencia, ilusión y pulcritud. Ellos, y no los corruptos, merecen todo el protagonismo. No hay tiempo que perder en la lucha contra la corrupción. Nos jugamos mucho más que la reputación de la regulación pública y la confianza de los inversores, nos jugamos la confianza de los jóvenes en sí mismos y, con ella, el futuro.