Banca
El crack de Silicon Valley revive los fantasmas de 2008
La segunda mayor quiebra bancaria de la historia de EE UU arrastra a otras dos entidades y desata el pánico en los mercados financieros europeos
Silicon Valley Bank (SVB) ya no será un nombre desconocido para el inversor medio europeo. Este banco norteamericano ha metido el susto en el cuerpo de millones de inversores bancarios de todo el mundo, entre ellos los del Viejo Continente, que se han llevado la palma. Ha desplomado las bolsas y las cotizaciones de las entidades financieras y ha vuelto a traer a nuestras vidas el fantasma de la Gran Crisis financiera de 2008.
Todo comenzó a mediados de la semana pasada, con la caída de Silvergate Bank, una entidad estadounidense especializada en el negocio en criptodivisas, que decidió «el cese ordenado de las operaciones y la liquidación voluntaria del banco por la evolución negativa del sector y los problemas legislativos». Primer KO bancario que no auguraba todavía el peligro que se avecinaba.
El colapso del SVB –especializado en el sector tecnológico y de startups- llevó al decimocuarto banco de Estados Unidos por activos a ser intervenido el viernes, rescatado el domingo y regado de millones el lunes para garantizar sus depósitos. Un segundo beso a la lona, que ya provocó la intervención inmediata del Gobierno de Joe Biden para evitar que se pusiera en jaque el sistema financiero estadounidense –y de paso el mundial–, como ocurrió en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers y el crack de las «subprime». Los órganos reguladores de Estados Unidos decidieron lanzar un plan sin límite de gasto para proteger los depósitos del SVB tras su quiebra.
Y también los del Signature Bank (SB), que cayó definitivamente inerte sobre la lona el domingo, para completar un efecto dominó que ha llevado el pánico a los mercados globales de inversión. Para esta entidad bancaria con sede de Nueva York, los reguladores también anunciaron que se aplicará el mismo plan para que se reembolse a los clientes todo el dinero depositado. En cambio, los accionistas y algunos tenedores de deuda no estarán protegidos por estas medidas en ninguno de los casos, «ni en los que puedan surgir en el futuro». SB, que da servicios sobre todo a empresas de abogacía y del ecosistema cripto, tenía unos activos de 110.360 millones de dólares y depósitos de 88.590 millones al cierre del ejercicio pasado.
En cuanto al Silicon Valley Bank, este captó miles de millones en depósitos entre 2020 y 2022 gracias a la buena marcha de las tecnológicas durante la pandemia y utilizó la mayoría de ese dinero en la compra de bonos del Tesoro a largo plazo. Con la crisis postpandemia y la subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal –que encareció el dinero– sus clientes aumentaron los gastos y ralentizaron el ritmo de sus depósitos. Para hacer frente a sus necesidad de liquidez decidió deshacerse de inversiones por valor de unos 21.000 millones de dólares, con una pérdida de unos 1.800 millones. Ese fue el detonante que llevó el pánico a muchos clientes, que retiraron sus fondos en masa, tras lo que los reguladores tuvieron que cancelar sus operaciones por falta de liquidez, lo que provocó el hundimiento de la cotización bursátil y su intervención. Ahora ha anunciado una ampliación de capital para tratar de hacer frente a sus dificultades financieras, que han provocado la segunda mayor quiebra de la historia bancaria estadounidense.
La razón de esta nueva crisis bancaria no es sistémica, sino que tiene que ver con el riesgo de mercado y la gestión del balance. En este caso, este riesgo de mercado está relacionado directamente con la subida de tipos de interés, que no afecta a las operaciones de «trading» (especulativas) o la cartera de negociación, pero sí a la cartera de inversión, de la que forma parte principal la deuda pública en el caso del SVB. Hasta ahora, la situación se mantenía sin problemas porque con los tipos bajos el banco se obtenía rentabilidad suficiente alargando el plazo de vencimiento de sus bonos. Pero el sucesivo incremento de tipos redujo al mínimo los márgenes, devaluó sus activos y provocó un problema de liquidez, que finalmente ha acabado en quiebra.
Los analistas temen un efecto dominó que impacte de lleno en Europa. Aunque se descarta una crisis como la de 2008, la rentabilidad de la deuda soberana de los principales países de la zona del euro ha empezado a perder terreno tras el cierre negativo de los mercados bursátiles del Viejo Continente. El interés del bono alemán a diez años, que funciona como referencia en este mercado pues se considera el más seguro, retrocedió a su nivel más bajo del año, hasta el 2,247%, 25,4 puntos básicos menos que en su último cierre. También cayó el rendimiento de la deuda soberana de Francia, 21,3 puntos, y queda situado en el 2,793%, y de la española, con una bajadas en torno a 19 puntos, lo que sitúa la rentabilidad a diez años en el 3,346%. El temor a que los problemas del Silicon Valley Bank y del Signature Bank puedan extenderse ha causado una gran aversión al riesgo y los inversores abandonaron la renta variable para centrarse en los bonos soberanos.
Lo que sí parece descartado es que llegue un tsunami financiero similar al de la Gran Crisis. Pese a ello, hay que tener en cuenta que «el sistema financiero es global y que todos sus agentes se encuentran interconectados, por lo que un problema en uno de ellos podría tener una fuerte repercusión inicial sobre los demás por un efecto dominó si los reguladores no actúan de forma rápida y decidida. Pero tras la corrección, veremos que las aguas vuelven a su cauce», concluyó Juan Carlos Higueras, profesor del EAE Business School.
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