Crisis económica
Diez reformas para el futuro de España
El crecimiento en 2015 superó el 3%, pero la economía caerá de nuevo en recesión si no se ponen en marcha
las medidas necesarias
La economía española creció un 3,2% durante 2015. Pero no está a salvo de sufrir de nuevo un varapalo. España necesita más reformas para corregir sus desequilibrios. Y desde Bruselas reclaman que antes de que finalice abril el Gobierno envíe un plan con medidas para cumplir sus objetivos. El Ejecutivo comunitario pide contener el déficit de las comunidades y recomienda hacer un ajuste extra. La inestabilidad política pasará factura. Sin reformas no habrá crecimiento. Véanse países como Francia o Italia, que llevan más de 20 años estancados. Más que de riesgo o probabilidad de entrar en una nueva recesión, podría hablarse de certeza, si no se acometen las reformas necesarias. En el libro «La pizarra de Daniel Lacalle», el economista plantea diez reformas económicas imprescindibles para una España de futuro.
Pensiones: El sistema requiere una reforma que lo haga sostenible y reconozca el problema demográfico de España. No sólo deben garantizarse, sino que habría que buscar un modelo mixto público-privado y de capitalización que atienda a la nueva estructura piramidal, de aspecto rectangular. El sistema no puede estar sujeto a la incertidumbre, y Lacalle recuerda que pretender sostenerlo con impuestos no ha funcionado en ningún país.
Administraciones Públicas: Además de cara e ineficiente, la Administración está hipertrofiada y obstaculiza el crecimiento económico. El autor ve imprescindible reducir el gasto político y la maraña burocrática para que todas las transacciones resulten más rápidas, ágiles y baratas que en otros países del entorno.
Empleo: Mientras España batió récords de creación de empleo durante el pasado año gracias a la puesta en marcha de la reforma laboral, ahora algunos partidos políticos proponen derogarla. Las medidas deberían estar centradas en el crecimiento de las pymes, en las ayudas a los autónomos y en la fiscalidad de las empresas. Lacalle piensa que decir que España supone un paraíso fiscal para las compañías es una falacia, y que no se puede demonizar a las grandes empresas y multinacionales, «de las que estamos carentes. El tsunami impositivo que sufren las pymes cuando crecen es brutal».
Regeneración democrática: La lucha contra la corrupción requiere contundencia. Y la prevención pasa por sistemas totalmente transparentes. El esfuerzo de la sociedad civil también resulta crucial, porque no es cuestión de ideologías. Lacalle también sugiere poner menos dinero en manos de los políticos. Y opina que la nueva política en España no existe. «Es la más vieja, la del intervencionismo».
Deuda pública: Después de 550.000 millones de déficit acumulado, está claro que no se reduce aumentando el gasto y subiendo impuestos. Al margen de que la deuda sea una barrera para las futuras generaciones, «lo más injusto que podemos hacer como sociedad es perpetuar nuestras ineficiencias y pasar la factura a nuestros nietos». Lacalle aboga por la introducción de un factor de corrección del gasto mensual con respecto a los ingresos recibidos para nunca desfasar el déficit. Si intentamos solucionar los problemas de deuda con más gasto, la Sanidad, la Educación o las pensiones públicas podrían peligrar.
Educación: El sistema educativo está orientado a un mercado laboral inexistente. Debería dirigirse al futuro, el emprendimiento, el valor añadido y la meritocracia. El autor considera que el valor de un título universitario no puede diluirse porque cada año «se escupan cientos de miles». La oferta universitaria no debería desligarse de la laboral, y la educación tiene que ser acorde a lo que demandan las empresas y los propios ciudadanos.
Fiscalidad: Lacalle asegura que casi todos los problemas se deben a una fiscalidad que pretende recaudar el último euro de lo que quedan de las migajas. No es un problema de ingresos, sino de gastos. Y el autor sostiene que no tiene ningún sentido castigar la riqueza, cuando es ésta la que crea empleo. «Necesitamos una auténtica reforma fiscal. Hay que crear mejores condiciones de crecimiento para después recaudar más». Asimismo, afirma que el fraude se combate con impuestos bajos, porque una fiscalidad voraz impediría la supervivencia de sectores hoy en día sumergidos.
Modelo exportador: Nunca seremos un país líder si nos miramos el ombligo. El incremento de las exportaciones en un mundo cada día más globalizado sólo es posible mediante el valor añadido. «Tenemos uno de los peores porcentajes de patentes con respecto al dinero gastado en I+D de la OCDE. La investigación debe tener una aplicación real que genere crecimiento, empresas y empleo. No puede ser un ejercicio de justificación burocrática».
Energía: Los costes energéticos pueden llegar a suponer el 30% de la factura total de una empresa, por lo que la reforma energética debería estar centrada en la competitividad. «Los errores de planificación del Gobierno no puede pagarlos el contribuyente». Aunque España tenga un 40% de sobrecapacidad de generación, sufre una de las facturas eléctricas más caras de la UE. Las tecnologías ineficientes deben salir del mix y hay que revisar los costes fijos. El autor propone sustituir las subvenciones por incentivos fiscales.
Europa: España es una economía importante dentro de la eurozona, y podría servir como ejemplo de superación de dificultades. «No podemos vincularnos a las más débiles. Fijarse en la coalición portuguesa es una aberración. España no debe ser una excusa para los demás».
Entre estas reformas, las más urgentes y necesarias son la fiscal y la de las administraciones públicas, «la única burbuja que todavía no se ha pinchado». Aunque el gasto público en España haya aumentado un 41% en términos reales desde 2004, la palabra «recorte» continúa inmersa en la conciencia colectiva. «Tenemos una izquierda que reniega del crecimiento y que defiende que el gasto público siempre debe crecer». Las reformas no son recortes, pese a que la palabra «recorte» no tiene por qué ser mala. «De un servicio público debe importar si se está dando bien. Equiparar calidad con gasto es un error monstruoso».
Debido a la fragmentación del Congreso, no será fácil llevar a cabo las reformas. Lacalle aboga, en el ámbito político, por una gran coalición que recoja los aspectos básicos en los que los partidos constitucionalistas están totalmente de acuerdo y un compromiso absoluto con la estabilidad presupuestaria. Si Pablo Iglesias arremete contra un gobierno de amplio espectro, al estilo del alemán, es «porque este modelo no le permitiría crear un Estado rehén». El economista ve lógico que Moody´s haya calificado de «negativo» el pacto PSOE-Ciudadanos para la solvencia de España, ya que aumentaría el déficit estructural y pondría escollos al crecimiento, y tacha de «ruinoso» el programa de Podemos.
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