Economía

La economía española se enfriará por la incertidumbre comercial, pero su mayor amenaza está en casa: la crisis de vivienda

Esade advierte de que es una "emergencia" que "puede limitar el crecimiento económico a medio y largo plazo de la economía española y debe de ser atendido de forma urgente y eficiente"

Aunque el ruido internacional gira en torno a los aranceles, las tensiones comerciales y los conflictos bélicos, los expertos advierten de que uno de los mayores obstáculos que puede desequilibrar el crecimiento de la economía española no viene de fuera, sino de dentro: una profunda crisis de acceso a la vivienda, señala Esade en su 37ª edición del Informe Económico y Financiero elaborado con apoyo de Banco Sabadell.

Si bien España goza de un crecimiento vigoroso —con previsiones del 2,4% al 2,6% para 2025, frente al exiguo 0,8% o 0,9% de la eurozona— y cuenta con indicadores robustos como una inflación controlada, niveles récord de afiliación y una tasa de paro convergiendo al 10%, se anticipa una progresiva moderación del ritmo de crecimiento debido a la incertidumbre global y al impacto de las nuevas políticas arancelarias de la administración Trump. En concreto, los autores del informe identifican dos focos de riesgo: los aranceles aplicados a sectores concretos (aceite de oliva, motores y azulejos) y la posible inestabilidad financiera internacional, que podría traducirse en un aumento de la prima de riesgo española. Asimismo, este dinamismo podría verse amenazado por un desajuste estructural en el mercado inmobiliario.

En España se crean cada año alrededor de 300.000 nuevos hogares, mientras que el parque de viviendas crece a un ritmo de apenas 100.000 unidades anuales, lo que genera un déficit estructural de unas 200.000 viviendas al año que se acumula ejercicio tras ejercicio y que tensiona los precios, con un aumento del 12,3% durante el primer trimestre de 2025. En total, se estiman que son necesarias unas 3 millones de viviendas actualmente. "Estamos en una situación de emergencia", señala Toni Roldán, director de EsadeEcPol, durante la presentación del informe.

Con estos datos, los expertos sitúan a la escasez de vivienda como uno de los problemas más graves al que se enfrenta España. "Este problema puede limitar el crecimiento económico a medio y largo plazo de la economía española y debe de ser atendido de forma urgente y eficiente", alerta Manuel Hidalgo, senior fellow de EsadeEcPo. Y esto no se va a conseguir con las políticas actuales. El sector se enfrenta a barreras regulatorias y deficiencias sectoriales. Roldán apunta a que la obligatoriedad de destinar parte de las promociones a vivienda social, las restricciones urbanísticas, la falta de suelo y el encarecimiento de los costes de construcción están frenando la actividad del sector.

Hidalgo, por su parte, insiste en que hay un problema de dotación sectorial: "No tenemos capacidad para generar o para construir en buena parte porque falta mano de obra y faltan mano de obra cualificada. Una parte desapareció después de la Gran Recesión y no ha vuelto". En cuanto al impacto de los aranceles en el sector de la construcción, reconoce que puede llegar a encarecer los insumos importados, pero buena parte de las materias primas proceden de la economía nacional y europea por lo que este impacto sería limitado.

Frente a este riesgo interno, la coyuntura internacional presenta amenazas más visibles pero, al menos para España, con efectos menos directos. El retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2025 ha fracturado el orden económico mundial al intensificar la lógica de bloques comerciales y la deriva proteccionista. Toda la coyuntura internacional está pendiente de la arbitrariedad e imprevisibilidad de las políticas económicas de Trump, que se ha convertido en el elemento de riesgo central", apunta Toni Roldán. Sin embargo, el impacto directo de la guerra arancelaria sobre la economía española será, en principio, limitado.

España es uno de los países de Europa donde la exposición directa a EE UU es inferior. Solo representa el 7% de nuestras exportaciones. Aun así, hay sectores específicos más sensibles —como automoción o agroalimentario— y, sobre todo, un efecto indirecto a través del enfriamiento de otras economías europeas más dependientes del comercio con EE UU, como Alemania, Francia o Reino Unido. Si estas sufren una desaceleración, España también notará el golpe a través de la demanda externa. Tanto BBVA Research como otros organismos han estimado que por cada diez puntos porcentuales de aumento en los aranceles, el crecimiento español podría reducirse entre una y dos décimas. Pero Hidalgo insiste: "Las consecuencias serían relevantes, serían negativas, pero serían moderadas".

Los expertos destacan que la coyuntura económica internacional está condicionada por un escaso margen de maniobra para implementar políticas que contrarresten una subida de la inflación y una ralentización de la economía derivada de los aranceles de Trump o del conflicto en Oriente Medio. En caso de enfriamiento económico, una reducción de los tipos de interés podría ser la herramienta habitual, pero en muchos países las tasas de inflación siguen siendo demasiado elevadas como para aplicar este estímulo sin avivar nuevas presiones inflacionistas. Esto obligaría, eventualmente, a una rápida subida de tipos que afectaría negativamente a la actividad económica. A ello se suma que la política fiscal también está muy constreñida: una expansión del gasto público es poco viable, ya que la mayoría de los países arrastran niveles de endeudamiento elevados, lo que reduce significativamente su capacidad de reacción, expone Josep Comajuncosa, profesor de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade.

En cuanto al resto de grandes retos a los que se enfrenta la economía española, los expertos de Esade destacan que nuestro nivel de productividad aún bajo sigue provocando que los españoles cobren salarios inferiores a los de sus iguales europeos y también puede lastrar el crecimiento la persistencia del déficit estructural por encima del 3% del PIB. En cambio, "la inflación ha dejado de ser uno de los principales problemas de la economía española", con la estimación de que cierre el año en el 2,1%.

Pese a ello, el informe insiste en que España parte de una posición favorable. Su baja exposición energética a Rusia, su apuesta por las renovables y su menor dependencia comercial de EE UU le han permitido tener una ventaja competitiva industrial por los menores precios energéticos y sortear mejor la tormenta arancelaria. A esto se suma una ganancia de competitividad en sus exportaciones y una creciente orientación hacia sectores de mayor valor añadido como la tecnología o los servicios profesionales, lo que ha permitido situar la deuda externa está en mínimos en dos décadas. También han influido positivamente el dinamismo migratorio, la favorable situación financiera de familias y empresas, la normalización de los tipos de interés y la inversión pública vinculada a los fondos europeos Next Generation EU.

Por su parte, Europa se encuentra ante una encrucijada. El debilitamiento del liderazgo estadounidense y la pérdida de confianza en los foros multilaterales podrían suponer una oportunidad para reforzar su autonomía estratégica. La eurozona está impulsando una mayor coordinación en seguridad, un mayor control sobre sus cadenas de suministro —especialmente en bienes críticos como energía y semiconductores—, y propuestas como el euro digital o la unión de mercados de capitales para proteger su soberanía económica.

Se estima que el crecimiento de la zona euro en 2025 sea moderado, del 0,8%, dos décimas menos de lo esperado seis meses antes. Esta caída será generalizada por la creciente incertidumbre comercial, las tensiones geoestratégicas y la fragilidad de los mercados financieros. Las economías avanzadas verán su crecimiento reducido hasta el 1,2% (siete décimas menos que en enero), mientras que en las emergentes y en desarrollo la previsión baja del 4% al 3,3%. En Estados Unidos, la caída es aún más pronunciada, del 2,7% al 1,5%.