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El BCE invertirá hasta 137.000 millones en activos españoles
Draghi desafía a Merkel y anuncia que comprará más de un billón de euros de deuda durante año y medio.
Es habitual que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, comparezca ante los medios con cierto retraso. Los periodistas, que saben de su origen italiano, le esperan sin premura aunque ayer su impuntualidad dio origen a ciertos comentarios. Pocos minutos antes de la hora prevista para que Draghi saliera a escena, la canciller alemana, Angela Merkel, enfundada en una chaqueta amarilla, aseguraba desde Davos que «las decisiones del BCE no pueden reemplazar las acciones de los gobiernos» y menos, «desviarnos del camino». Seguramente Draghi estuviera escuchándola entre bambalinas. «Hay que impulsar el crecimiento con las medidas adecuadas», insistió la canciller.
Acto seguido, el presidente del BCE se subió por fin al estrado para lanzar un bazuca que marcará un antes y un después en la historia del euro. La embestida no decepcionó. Tal y como se esperaba, la entidad monetaria europea presentó su programa de compra de deuda, también conocido como QE (del inglés, «Quantitative Easing»), con el que quiere poner fin al estancamiento en el que lleva inmersa la eurozona desde hace años. Un plan que, entre deuda pública y privada, alcanzará los 60.000 millones mensuales a partir de marzo y hasta septiembre de 2016, como mínimo. La cifra supone 10.000 millones al mes más de lo previsto o una inyección de 1,08 billones de euros durante los próximos 18 meses, que elevará el balance del BCE desde los actuales 2,15 billones hasta casi 3,2 billones. A España irán a parar unos 137.000 millones. Para Draghi, una medida que busca que el «persistente» nivel mínimo de inflación se coloque cerca pero por debajo del 2%, como marca el objetivo de estabilidad de precios de esta institución.
La cuantía del programa supera todas las expectativas. De hecho, y a pesar de que en las últimas semanas fueron numerosas las pistas que apuntaban a su lanzamiento, el mercado había especulado con que las compras oscilasen entre los 500.000 y los 600.000 millones de euros, la mitad de lo finalmente anunciado. La decisión, según recalcó Draghi, se mantendrá «hasta que veamos un ajuste sostenible en la senda de la inflación que sea consistente con nuestro objetivo» y fue decidida de forma unánime por el Consejo de Gobierno, ya que es «un auténtico instrumento de política monetaria» que era esperado por una «amplía mayoría».
Algo que deja entrever que no todos estuvieron a favor de su puesta en marcha, y ahí todas las miradas se dirigieron al presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, del que es sabido su desacuerdo con este plan. De hecho, y a tenor de las primeras reacciones en suelo germano, el QE tiene visos de enfurecer a Berlín, que puede ver en este paso una especie de plan de rescate para gobiernos como el griego. Es por eso, y en lo que muchos intuyen una concesión a los alemanes, que en cuanto a la gestión de los riesgos de estas adquisiciones, Draghi quiso dejar claro que el 20% de las compras estarán sujetas al régimen de compartición de riesgos, mientras que el 80% restante corresponderá a cada banco central nacional.
Asimismo, Draghi explicó los límites del programa de compra de activos, por el cual la entidad que preside no comprará más de un 25% de cada emisión, para no superar la minoría de bloqueo entre los tenedores de la deuda, ni acumulará más del 33% de deuda de un solo emisor de deuda. En cualquier caso, y en el intento de salvar el euro más que de contentar a la mayoría, el banquero italiano puso ayer en marcha la maquina de hacer dinero. Algo que ya hicieron en su día los bancos centrales de Estados Unidos o Japón con la finalidad de estimular el crédito e inyectar dinero en el circuito financiero.
Por el momento, y tras unos minutos de incertidumbre, las bolsas europeas cerraron ayer con importantes subidas, aunque está por ver cómo reaccionan los mercados en los próximos días. En el horizonte todavía se vislumbran muchos interrogantes, y muchos inversores se preguntan ahora qué ocurrirá este domingo en las elecciones griegas. Por lo que pudiera pasar en Atenas, Draghi insistió en que «no hay ninguna regla especial para Grecia. Las reglas son para todos y hay condiciones antes de la compra de bonos griegos». Recordó que el Gobierno heleno debe cumplir con el plan de rescate y ha invocado el límite técnico del 33% que impide que el BCE adquiera deuda griega, por lo menos, hasta julio.
Además, la entidad mantuvo un mes más los tipos de interés en el 0,05%, el nivel más bajo de su historia, y en el que se sitúan desde septiembre de 2014. Asimismo, y como viene siendo habitual, Draghi recordó a los gobiernos que el BCE no puede arreglar el solo la crisis, por eso, otras áreas políticas deben aplicar medidas en él mercado laboral en varios países. «Es esencial que las reformas estructurales se apliquen de forma creíble, rápida y efectiva».
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