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El BCE mantiene para enero el final de los estímulos

La crisis de algunas economías emergentes no altera el rumbo fijado por Mario Draghi.

El BCE mantiene para enero el final de los estímulos
El BCE mantiene para enero el final de los estímuloslarazon

La crisis de algunas economías emergentes no altera el rumbo fijado por Mario Draghi.

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Lejos de acusar el impacto del contexto internacional o de achantarse ante la sombra que todavía hoy proyecta el descalabro de Lehman Brothers, el Banco Central Europeo (BCE) exhibió ayer serenidad y definió como «globalmente equilibrados» los riesgos que pesan sobre la coyuntura en la zona euro, a pesar de las crecientes incertidumbres económicas. Un sosiego que se personificó en la figura de su presidente, Mario Draghi, que una vez más reiteró que la economía de la eurozona es lo suficientemente fuerte como para resistir ante las crecientes «incertidumbres» o como para alcanzar el objetivo de reducir para fin de año los estímulos monetarios de la era crisis. Acerca de las posibles consecuencias que esta medida podía tener en el sector financiero, Draghi aseguró que el BCE «no tiene como mandato proteger los beneficios de los bancos o de las compañías de sguros, sin mantener la estabilidad de los precios».

En esta línea, Draghi relativizó el efecto de las crisis en Turquía y Argentina, aunque reconoció que algunos bancos sí están expuestos a esos países e hizo hincapié en que la mayor fuente de incertidumbre es el proteccionismo, protagonizado especialmente por la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Algo que podría recrudecerse y afectar principalmente a la confianza de los países con las economías emergentes más afectadas. No obstante, según el organismo, los países con buenas cifras económicas no deberían verse afectados por las turbulencias financieras que se han visto recientemente en Turquía y Argentina, que no han creado contagios hasta el momento y cuyo efecto, según el presidente de la entidad monetaria europea, ha sido «limitado». Draghi consideró que hay otros países que representan mayores riesgos, como China, porque está atravesando grandes cambios no relacionados con la estabilidad financiera. También dijo que el aumento de la prima de riesgo de Italia no se ha contagiado a los países periféricos de la eurozona y que, al menos de momento, es solo un episodio de este país.

Unas razones que, sin embargo, no evitaron que el BCE revisara a la baja las previsiones de crecimiento de la región: 2% para este año y el 1,9% para el próximo, una décima menos. Para 2020 la mantiene en el 1,7%.

Menos incentivos

El Consejo de Gobierno del BCE mantuvo también el precio del dinero en el 0% y confirmó que reducirá a partir del próximo mes de octubre las compras de deuda a la mitad (un máximo de 15.000 millones de euros mensuales, en lugar de los 30.000 millones actuales) y que dejará de adquirir bonos en enero del próximo año, aunque dependiendo de las perspectivas de inflación.

El BCE, que a finales de diciembre habrá adquirido deuda pública y privada por valor de 2,5 billones de euros, deja de esta forma la puerta abierta para seguir comprando bonos el próximo año, en caso de que la situación económica empeore.

El Banco de Inglaterra, que ayer celebró también reunión, mantuvo los tipos de interés en el 0,75% por ciento, aunque adelantó que, probablemente, sean necesarios incrementos en el futuro. También consideró que ha aumentado la incertidumbre por el impacto que el Brexit podría tener en la economía. Preguntado por la situación del sistema financiero diez años después de la quiebra del banco estadounidense de inversión Lehman Brothers, Draghi dijo que los bancos son más fuertes, pero que no se puede ser complaciente. A su juicio, se debería aplicar la regulación de los bancos al sector de banca en la sombra, que es un sistema bancario paralelo, en el que entidades financieras no bancarias realizan actividades que generan apalancamiento y participan en actividades de transformación de vencimientos y liquidez. El sector de la banca en la sombra representa ya alrededor el 40% del sistema financiero de la Unión Europea (UE).