Actualidad

Un lustro de crisis

El paro, la peor «herencia» de la quiebra de Lehman

El gigante activó una crisis que ha destruido 3,5 millones de empleos en España

La Razón
La RazónLa Razón

Hubo un tiempo ahora lejano, allá por 2008, en el que los españoles empezaron a escuchar comentarios sobre las hipotecas «subprime» como si de un ruido de fondo se tratara. Se decía que estos préstamos concedidos en EE UU a personas con escasos recursos que acabaron por no pagarlas arrasaron el sistema financiero de la primera economía del mundo. Pero también, como entonces defendió José Luis Rodríguez Zapatero, que el sistema financiero español no estaba expuesto a las mismas. Era, según dijo ufano el entonces presidente del Gobierno, el más solvente del mundo. El tiempo demostró lo erróneo de tal afirmación. La desconfianza que las «subprime» inocularon en el sistema financiero americano se expandió como una plaga al resto del mundo y también llegó a España, paralizando el crédito. Luego llegaron el estallido de la burbuja inmobiliaria, la paralización de la actividad, la crisis de deuda... y, en última instancia, la crisis de la denominada economía real, la que afecta a los ciudadanos.

Efecto sobre el trabajo

Si bien la quiebra de Lehman Brothers no tuvo un efecto inmediato en la economía española, sí marcó el comienzo de la Gran Recesión, que, en el caso de España, se ha ensañado con el empleo. A pesar de que en los últimos seis meses el paro registrado ha caído en 320.000 personas, todavía es de 4.698.783 personas, cuando a finales de 2008 era de 3.128.963.

Según el Gobierno, la reforma laboral está dando ya sus frutos evitando que se destruyan miles de empleos y rebajando el umbral de creación de empleo del 2 o el 2,5% de crecimiento del PIB a algo más del 1%, según los cálculos de Economía. Sin embargo, todos los análisis coinciden en que llevará tiempo rebajar el paro de forma significativa en un país en el que el peso del «ladrillo» en el PIB, en todas sus variables, llegó a rondar el 20%.

La reestructuración del sistema financiero, el otro gran damnificado del estallido de la burbuja inmobiliaria, también llevará tiempo y bastante dinero. Según el Banco de España, las ayudas públicas suman ya 61.366 millones, lo que ha empujado la deuda pública española hasta el 92,2% del PIB dada la imperiosa necesidad de conseguir recursos con los que devolver esas ayudas.

La buena noticia es que, según todos los analistas, el final del túnel está muy cerca, lo que debería marcar el comienzo de la recuperación del empleo.