Economía

"El sector agroalimentario debe ser motor de la economía castellana y leonesa, por delante de la automoción"

Entrevista con Isabel López-Resina, directora general de Santa Teresa

Isabel López-Resina
Isabel López-Resinalarazon

El imaginario colectivo probablemente sitúe a su empresa en un convento de monjas fabricando yemas, pero Santa Teresa es un grupo internacional de alimentación que factura 15 millones de euros. ¿Estos dulces dan para tanto?

– Santa Teresa cumplirá 160 años en 2020. Su origen es una pastelería que, en el siglo XIX, contaba ya con un amplio surtido de productos, algunos importados de Francia e Inglaterra. La Flor de Castilla fue un próspero negocio familiar con una de las marcas registradas más antiguas de España, data de 1920, y se hizo muy bien, pero en tercera generación estaba en quiebra técnica, con deudas de 300 millones de pesetas y una facturación de 50 millones. A finales de los 80, el abogado Julián Gil, amigo de los propietarios, casi por romanticismo, se quiso hacer cargo del negocio y lo sacó adelante.

– ¿Cuál fue la clave?

– Gil, actual presidente de la compañía, estaba convencido de algo hoy asumido, pero en lo que él fue pionero: que somos lo que comemos. Apostó por el desarrollo de productos naturales, sin conservantes, con buenas materias primas. No hay nada en nuestras recetas que no deba estar. Si tú nunca pondrías azúcar al tomate o al puré, ¿por qué ponerlo?

– Desde que asumió la Dirección en 2013, ha apostado por la innovación. Ha contado que su empresa mandó a dos de sus directivos a un máster en Industria 4.0. ¿Dinero bien invertido?

– El 80% del crecimiento de los últimos tres años ha venido por algún grado de innovación en los productos, fíjese si ha valido la pena. Los consumidores hoy en día piden a gritos novedades. Sin traicionar la esencia del producto, pero en presentación, nuevos formatos, envases...

– ¿Compramos más lo novedoso?

– Nosotros somos líderes nacionales en huevo hilado y también en membrillo, un producto en principio «antiguo» ¡y pringoso! Venderlo en lonchas ha devuelto este alimento a los frigoríficos de las familias con niños, que lo usan en sandwiches, platos rápidos y hasta en recetas de cocina creativa. Con la innovación creamos consumidores y momentos de consumo nuevos.

– ¿Cómo les va en los mercados internacionales?

– Exportamos a unos 20 países: Japón, Israel, Australia, Canadá... pero no siempre fue así. Veíamos muchas barreras en la exportación. Ibas a una feria y hasta que el cliente te hacía un pedido pasaba un año, así que dábamos marcha atrás. En 2012, por la crisis, creamos el departamento de exportación. Pero nos hemos dado cuenta de que, con buena o mala economía, en España nuestro cliente es un 15% de la población y hemos tocado techo. Si queremos crecer, hay que salir. La exportación no sé si salvará los trastos de la próxima recesión, pero no hay otra.

– Como presidenta de la Asociación Agroalimentaria de Ávila. ¿Qué objetivos tiene?

– Si en Castilla y Léon el 80 % de las empresas agroalimentarias tiene menos de 10 trabajadores, en Ávila llega al 97%. Son empresas muy pequeñas, con dificultades en logística, gestión del crédito, subvenciones. Queremos que den el salto, que pierdan el miedo al tamaño, tomando como ejemplo a Santa Teresa, que pasó de 7 a 120 trabajadores, o a las cooperativas. Los castellanos somos conservadores, pero es posible ganar escala y crear un tejido empresarial más potente.

– Recientemente, ha sido nombrada consejera de Iberaval. ¿Cómo es su labor?

– Cuatro consejeros procedemos del sector agroalimentario, representantes de Santa Teresa, Pharmadus, Huercasa y Quesos el Pastor. Aportamos la consideración estratégica de que debe ser motor de la economía castellana y leonesa, por delante, a mi juicio, del de la automoción.