Sandra Cifuentes, investigadora del CSIC: “Hay que disminuir la brecha entre ciencia básica y el mercado”

A la hora de investigar nuevas tecnologías, no siempre es fácil aplicar conceptos empresariales a la ciencia. Principalmente, el problema surge cuando se trata de forzar a las innovaciones para que funcionen en una determinada aplicación, olvidando las necesidades concretas y pasando por alto a todas las personas implicadas en el proceso, desde el investigador al usuario final. Para ello, un cambio de paradigma basado en la identificación previa de necesidades llevaría a una reformulación de la metodología de innovación: centrar la investigación en la solución de problemas que reclama el mercado y no al contrario, ofreciendo al mercado soluciones que igual no necesita.

Esto es precisamente en lo que está basado el proyecto de Sandra Cifuentes, surgido tras su experiencia en el programa de aceleración Celera y desarrollado paralelamente a su actividad como investigadora del CSIC. Sandra es ingeniera química, y su trabajo en un centro de investigación en Alemania le permitió su primer contacto con los biomateriales, llegando después a España para trabajar en el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM) y en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros (ICTP).

Es ahí donde empezó a detectar las distintas problemáticas asociadas a la transferencia de conocimiento en el mercado de la innovación. En definitiva, la optimización de la ciencia en su aplicación empresarial pasa por elaborar un bussiness plan previo a la investigación, lo que ayudará a direccionarla correctamente: “Cambiando la estrategia de investigación se puede acelerar la transferencia y crear un impacto en la sociedad”, señala Sandra.

Para que su estrategia sea efectiva es necesario tener en cuenta a todos los agentes del ecosistema de innovación. Esto es fundamental para identificar las necesidades de forma correcta, ya que son muchos los problemas que un investigador puede pasar por alto. Una red de comunicación amplia, multidisciplinar y basada en necesidades concretas solventará estas situaciones.

El ahorro de recursos y dinero es una de las principales ventajas que ofrece la estrategia de Sandra. Algo, que, por ejemplo, le sería de gran interés para los sistemas de salud pública, muchas veces sometidos a restricciones económicas para acceder a tecnologías de alto coste.

El trabajo con materiales compuestos

Antes de desarrollar su estrategia de investigación, Sandra comenzó a trabajar con materiales reabsorbibles para operaciones de cirugía médica. El principal objetivo era lograr compuestos que, una vez regenerado el hueso sobre el que se implantaron, fueran metabolizados por el cuerpo tras cumplir su función.

Hasta ahora en traumatología se venían usando implantes permanentes –compuestos de titanio o acero– que precisan una segunda cirugía para ser extraídos. También existen implantes reabsorbibles, pero que son metabolizados muy lentamente, no están compuestos de materiales resistentes y pueden dar fallos mecánicos o de reacción extraña.

“La idea de mejorar los implantes reabsorbibles surge por la necesidad de eliminar las segundas operaciones, que no solo tienen implicaciones económicas, sino también en la recuperación posoperatoria” señala Sandra sobre su investigación en el CISC, basada en el perfeccionamiento de los implantes reabsorbibles, que suelen funcionar a través de plásticos y otros compuestos parecidos. La innovación llega al incorporar materiales metálicos que mejoren la resistencia mecánica y que sean compatibles biológicamente.

Finalmente, a la hora de procesar el material mediante técnicas industriales, es necesario un método de fabricación que facilite la venta y transferencia. Es aquí donde la estrategia de Sandra puede ser más útil: con el problema y la necesidad identificados, el desarrollo de aplicaciones se podrá concretar y optimizar para conseguir productos que generen impacto y ahorren costes.