
Opinión
España, el país más endeudado de Europa: más del 700% del PIB
Si computamos tanto la deuda financiera como la pensional ya devengada, nuestro agujero es el mayor de toda la Unión Europea

Oficialmente, la deuda pública española asciende al 103% del PIB. Ese es el dato que repiten nuestros políticos con gesto de falsa responsabilidad fiscal: el valor nominal de todas las letras, bonos y obligaciones emitidos por las Administraciones Públicas. Pero confundir deuda con bonos es el primer paso para engañarse. Todos los bonos son deuda, sí, pero no toda la deuda son bonos. Y precisamente en esa diferencia se esconde el verdadero agujero negro de nuestras finanzas públicas.
Una deuda es una obligación de pago. Y el Estado acumula multitud de obligaciones que no cotizan en los mercados financieros. Ahí están, por ejemplo, las deudas comerciales con proveedores, que no figuran en ese 103% como si la obligación de pagar un suministro fuese menos deuda que amortizar un bono. Pero incluso sumando esas partidas, seguiríamos sin ver el elefante en la habitación: las obligaciones monetarias ya devengadas en materia de pensiones.
No hablamos de lo que el Estado tendrá que pagar si en el futuro se siguen realizando cotizaciones. Hablamos de lo que ya debe hoy a quienes ya han cotizado lo suficiente como para generar un derecho de cobro futuro. Esa deuda existe hoy, está devengada hoy y, aunque no esté titulizada, no deja de ser una obligación de pago exactamente igual —o más ineludible políticamente— que un bono.
Un reciente documento de Garicano, Petit y el Nobel Holmström incluye un gráfico devastador: si computamos tanto la deuda financiera como la pensional ya devengada, España se convierte en el país más endeudado de toda la Unión Europea. Más que Francia. Más que Italia. Más que Grecia. La suma supera holgadamente el 600% del PIB… y eso con datos de 2021.
Desde entonces, lejos de contener este tsunami, el ministro Escrivá decidió dinamitar los diques de contención: reindexó las pensiones al IPC, derogó el factor de sostenibilidad y disparó la deuda pensional futura. Resultado: hoy no estamos en el 600% del PIB; probablemente superamos el 700%.
Y, ante esta bomba de relojería fiscal, ¿qué hacen nuestros políticos? Mirar hacia otro lado y confiar en que el ajuste recaiga sobre otro. Un ejercicio de irresponsabilidad antológica: agrandan el agujero, ocultan su tamaño y esperan que las generaciones futuras descubran demasiado tarde que las promesas de pensiones eran papel mojado.
Por eso conviene repetirlo sin ambages: cuanto mayor es la deuda pública real, mayor es el riesgo de que los futuros pensionistas terminen siendo los acreedores sacrificados. Y, visto el panorama, cada vez parece más sensato que cada cual se construya su propio salvavidas financiero antes de que la marea se lo lleve todo por delante.
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