Economía
«Fracking»: un futuro negro
Estas empresas deben reestructurarse y abandonar sus planes hegemónicos. Se esperan más bancarrotas de los pequeños productores. El sector pierde interés para los inversores.
Queda claro que la histórica caída de los precios del petróleo nos está diciendo algo. Pero, ¿qué se van a llevar esta vez por delante? ¿Traerá una recesión? ¿Es culpa del «fracking»? ¿Qué ocurrirá con las empresas de esta revolucionaria forma de extraer gas y petróleo que ayudó a hacer de Estados Unidos un país energéticamente autosuficiente? ¿Cómo terminará la guerra entre la OPEP y el país estadounidense? ¿Han cambiado las reglas del juego? ¿Serán las crisis ahora por mínimos históricos en los precios del barril en vez de por máximos?
En Wall Street, los inversores han abandonado su interés por la exploración y producción a consecuencia de estas caídas. El año pasado, el índice SIG de las compañías de petróleo bajó un 42%, comparado con el 0,6 del índice Standard & Poor’s. Por ejemplo, la compañía de gas pizarra SandRidge Energy, de Oklahoma, se ha marchado del parqué después de cotizar a menos de 20 centavos la acción. Estas empresas deberán reestructurarse y abandonar sus ideas hegemónicas. De momento, terminaron 2015 con suficiente liquidez para cubrir los pagos de los pozos. Pero no pueden permitirse perforar otros nuevos. Así, en 2016 se esperan más bancarrotas y reestructuraciones de los pequeños productores, entre los que destacan Penn Virginia Corp, Midstates Petroleum Company, Ultra Petroleum Corp, GoodRich Petroleum y Resolute Energy. Dentro de las mismas, las empresas que peor lo pasarán serán las que tengan balance débiles.
«Precio asesino»
Ha quedado claro que es peligroso para el «fracking» que el barril esté a menos de 60 dólares. En cambio, es imposible cifrar el «precio asesino» del mismo para dicha forma de extraer gas y petróleo. Ya cayeron de forma precipitada durante el verano de 2014, y nada hace indicar que subirán. Al mismo tiempo, un torrente de «oro negro» inunda los mercados financieros en medio de una lenta economía global.
De momento, continúa la batalla entre los países del cártel de la OPEP y Estados Unidos, con su revolución del «fracking». Ahora que las naciones del cartel controlan menos parte del mercado del petróleo han decidido mantener la producción de crudo, lo que ha llevado su valor a mínimos históricos. Su idea es hacer que sigan bajos los precios del «oro negro» y convertir los costes del «fracking» de Estados Unidos en prohibitivos, para después llevar estas compañías a la bancarrota.
Esta semana, en Abu Dabi, el ministro de Energía de Emiratos Árabes Unidos, Suhail Al Mazrouei, reconoció que la estrategia funciona porque hay una «gran reducción en el incremento anual en la producción» de los países que no forman parte de la OPEP. Y lo siguiente es que la citada producción empiece a caer.
Sin embargo, por mucho que su plan obligue a las empresas a desaparecer, no significa que lo vaya a hacer el petróleo. Una vez que liquiden, su misma competencia puede hacerse con sus activos. Es decir, sus derechos a perforar. La guerra con la Organización de Países Exportadores de Petróleo ha hecho que las compañías sean más eficaces, al tiempo que sus declaraciones de quiebra hayan aligerado la industria. A esto se añade el desconocimiento del resultado que tendrá la estrategia de la OPEP. Después de todo, sí parece claro que encender las luces rojas por el alto precio del petróleo es algo del pasado. Y que el «nuevo normal» es hacerlo por lo bajo. Eso sí, en medio de esta guerra, en esta ocasión al menos, hay un claro ganador: el consumidor.
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