Empresas
Gobierno corporativo, cuando se cuidan los intereses de todos
Es un factor determinante en la sostenibilidad e imagen de la empresa y corresponde a los consejos de administración gestionar a las sociedades de manera adecuada y transparente
A principios de los 90 apareció en Reino Unido el primer código de buen gobierno de la historia, el informe Cadbury, que sirvió de salida a otros muchos como el informe Olivencia en España en 1997 con el objetivo fundamental de fomentar la transparencia de las empresas. La última actualización del código de buen gobierno tuvo lugar en 2015 presentada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En los últimos años y más concretamente a raíz de la crisis financiera de 2008, la comunidad internacional comprendió la importancia que tiene que las sociedades cotizadas sean gestionadas de manera adecuada y transparente. Hoy en día es incuestionable que el buen gobierno de una sociedad constituye un elemento fundamental en la supervivencia de la empresa en el medio plazo. «El buen gobierno, además de ser un factor determinante en la sostenibilidad de la empresa, contribuye a mejorar la gestión y control del riesgo de fraude o acciones oportunistas por parte de los ejecutivos y socios principales, a evitar la existencia de redes estructurales y sistémicas de corrupción y a la necesaria adaptación del modelo de negocio y organización de la empresa a cambios sociales y tecnológicos, entre otros aspectos», explica Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de RSC.
Dentro del buen gobierno, el consejo de administración juega un papel determinante como impulsor de las buenas prácticas. «Es el encargado de desarrollar medidas que tengan en cuenta a todos los grupos de interés de la empresa, o «stakeholders» como los accionistas, empleados, directivos, etc. y a la sociedad entorno a la cual gira el negocio. Debe ser el encargado de establecer políticas de transparencia, de relación con los inversores, de comunicación interna, de unificar los intereses de todos», explica Xavier Angrill, socio responsable del Centro de Excelencia de Gobierno Corporativo de Deloitte. En este sentido aclara que el consejo de administración tiene que ser diverso. «Diverso en experiencia, capacidades, etc. porque tiene que lidiar con temas de diversa índole y las decisiones que adopte tienen que ser óptimas para toda la compañía. Es como una orquesta en la que tienen que estar todos coordinados para que haya armonía en la empresa», apunta Angrill.
Vázquez añade que un aspecto clave es la figura del consejero independiente. «Ésta, junto con otras medidas de buen gobierno, surge a partir de escándalos corporativos como el de Enron en Estados Unidos o Parmalat en Europa y consiste, explicado de manera muy básica, en unos señores y, en menor medida, señoras, que tienen la responsabilidad de velar por la buena marcha de la sociedad y servir de cortafuegos a conductas inapropiadas de altos ejecutivos y otros miembros del máximo órgano de administración. Es decir, adoptan un papel de controladores o guardianes sobre la acción de terceros con responsabilidades o posición de control en la empresa».
Desde la perspectiva de Joan Fontrodona, profesor de Ética Empresarial y Análisis de Situaciones de Negocio del IESE, un buen consejo de administración «es un elemento importante para garantizar la sostenibilidad de la empresa a largo plazo. En un contexto tan complejo y competitivo como el actual, es preciso contar con un consejo y un comité de dirección que aporten seguridad y confianza y garantice la sostenibilidad de la empresa a largo plazo. Hay que tratar de equilibrar la ética de las personas con la ética institucional y que a nivel corporativo no se creen malas prácticas. A veces se crean dinámicas que hacen que gente buena haga cosas malas y los consejeros deben ser conscientes que las decisiones que toman no solo tienen efectos sobre sus empresas sino también sobre sus grupos de interés», explica Fontrodona. En este camino porque el gobierno corporativo genere valor, adquiere un papel relevante la figura del «compliance officer» o ejecutor de normas.
Según un estudio de PwC, los consejeros destacan la importancia de gestionar, sobre todo, la diversidad funcional (86,5%), junto con la relativa a la nacionalidad (68%), lo que es coherente con el peso mayoritario que tiene la generación de resultados fuera de España. En cuanto a la diversidad de género, los entrevistados la sitúan en el tercer puesto en cuanto a relevancia (65%).
Xavier Angrill concluye que los avances en gobierno corporativo hacen a las empresas más atractivas y rentables. «Uno de los grandes hitos es que se está notando un mayor convencimiento de su importancia, incluso en el ámbito de las empresas familiares».
La que fuera presidenta de la CNMV, Elvira Rodríguez, sostuvo que “los avances en gobierno corporativo hacen a las empresas más atractivas como negocio, más sostenible económicamente y, por lo tanto más competitivas”.
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