
Vacaciones
Gonzalo Bernardos ataca a los jóvenes de España que se van de vacaciones: "Ahorrar cuesta esfuerzo"
La extraña paradoja de nuestro tiempo: jóvenes que hipotecan su futuro entre vacaciones y cenas de lujo mientras sus mayores atesoran un dinero que ya no podrán gastar

El sueño de la vivienda en propiedad, uno de los grandes anhelos para muchos jóvenes, choca de frente con la realidad de un estilo de vida volcado en las escapadas de fin de semana, los restaurantes de moda y un consumo casi inmediato. Esta es, precisamente, la paradoja que pone sobre la mesa un debate donde se explora la compleja y a menudo contradictoria relación de las nuevas generaciones con el dinero. A pesar de este panorama, algunas voces expertas insisten en que es posible comprar una casa incluso cobrando 2.000 euros al mes, avivando el debate sobre si el problema es la falta de ingresos o de una correcta planificación.
Este debate cobró especial relevancia en el plató de laSexta Xplica, donde el economista Gonzalo Bernardos expuso su contundente visión. Bernardos argumentó que la dificultad de acceso a la vivienda para los jóvenes no reside únicamente en los precios o los salarios, sino en una elección de estilo de vida. Según sus declaraciones, recogidas ampliamente, la priorización del ocio y el gasto inmediato sobre el ahorro a largo plazo es el principal obstáculo que impide a muchos jóvenes dar el paso hacia la compra de una vivienda.
El planteamiento es claro al señalar que el ahorro necesario para una entrada exige un esfuerzo considerable, una disciplina que resulta incompatible con la filosofía de "darse la vida padre". Se argumenta que esta mentalidad evidencia una evidente erosión de la cultura del esfuerzo, un valor que parece haberse diluido en una sociedad que prioriza la gratificación instantánea. Esta percepción se alinea con las advertencias de algunos académicos sobre la drástica caída en la formación y exigencia de los jóvenes, lo que podría explicar en parte este cambio de prioridades.
La brecha generacional ante el ahorro y el gasto
Asimismo, el análisis traza un paralelismo con el comportamiento de las generaciones más mayores, que a menudo es diametralmente opuesto. Este grupo tiende a acumular capital con una tenacidad casi obsesiva, privándose de gastos que podrían permitirse sin dificultad. Se aferran a una prudencia que roza lo extremo, lo que contrasta vivamente con la aparente despreocupación financiera de sus descendientes.
De este modo, se dibuja una ironía de gran envergadura en el panorama actual. Quienes tienen todo el futuro por delante, la gente joven, a menudo gastan sus recursos como si el mañana nunca fuera a llegar, enfocados en exprimir al máximo el presente sin pensar en las consecuencias a largo plazo que esta estrategia financiera puede acarrear para sus aspiraciones vitales. Este comportamiento impulsivo lleva a menudo a tomar decisiones financieras poco meditadas, pues como advierten los economistas, es fácil derrochar dinero sin ser consciente de ello a través de pequeños gastos que se acumulan con el tiempo.
Por el contrario, aquellos que, por ley de vida, disponen de un horizonte temporal más limitado, atesoran su patrimonio con una visión de futuro que parece desbordar su propio tiempo. Este choque de mentalidades genera un desconcertante abismo en la gestión financiera, dejando en el aire una pregunta clave sobre qué enfoque es el más sensato en un mundo en constante cambio: el disfrute inmediato o el sacrificio por un porvenir incierto.
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