
Guerra comercial
La guerra arancelaria de Trump ha provocado una crisis como la Gran Depresión, el «crash» del 87 o la pandemia
Los analistas advierten de que la «mayor subida impositiva en el comercio desde la Segunda Guerra Mundial» desembocará en otra Gran Recesión. La primera guerra comercial de Trump costó 57.000 millones a los consumidores estadounidenses
La guerra comercial declarada por Donald Trump pone en serio peligro su propia política económica, que apuntaba en la buena dirección con su plan de rebajas fiscales, desregulación y eficiencia gubernamental –pendiente de que no se pase de frenada en esta última–, ya que podían potenciar el crecimiento en el corto plazo. Pero la deriva proteccionista de la Casa Blanca ha tenido un impacto global pernicioso y provocado el efecto contrario al deseado en la propia economía norteamericana, que ha visto el desplome de sus índices bursátiles y una tendencia hacia arriba de la inflación y una gran pérdida de poder adquisitivo, sobre todo de las economías familiares más vulnerables.
La ronda de aranceles masivos anunciada –con tasas del 34% a China, 24% a Japón o el 20% a la Unión Europea– supone una «escalada que ahonda en el preocupante fenómeno de la desglobalización. El nuevo orden mundial, marcado por las crecientes hostilidades entre Estados Unidos y China, así como por el papel destructivo que viene desempeñando Rusia, obliga a abordar las grandes cuestiones económicas con una mirada geopolítica de largo plazo», apuntan desde el Instituto Juan de Mariana, que alerta sobre el peligro de una crisis tan profunda como la que se vivió con la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado, la vivida a mediados de los años 80, la Gran Recesión de 2008 o la última provocada por la pandemia, la más profunda en lo que va de siglo.
El impacto económico inmediato de esta guerra comercial ha provocado una caída bursátil prácticamente no vista desde 1980, solamente superada por el «crash» de 1987 – el 19 de octubre de ese año el mercado se desplomó más de un 22%, la mayor pérdida porcentual diaria de su historia, mayor incluso que el desplome bursátil de 1929–; y similar al punto crítico de la Gran Recesión en 2008 y al estallido de la pandemia de la covid-19 en 2020. Los indicadores de incertidumbre en materia de política comercial y de política económica se han disparado y alcanzan valores máximos, propios de los peores momentos de la crisis pandémica.
Esta última batería de gravámenes podrían suponer unos aranceles efectivos en torno al 22% sobre las importaciones de EE UU, los más elevados desde 1909 y un nivel similar al establecido por la ley proteccionista arancelaria Smoot-Hawley, de 1930, a la que recurren habitualmente los economistas para señalar como una de las causas directas que precipitó la Gran Depresión.
Los analistas ya hablan de la mayor subida impositiva en el comercio internacional desde la Segunda Guerra Mundial. «Una subida de esta magnitud estaría a la altura de la mayor subida de impuestos desde el segundo mayor conflicto armado de la historia, por encima incluso de la registrada con la ley Smoot-Hawley», señalan desde JP Morgan, pero avisan de que los de Trump «son más perjudiciales», puesto que la cuota de las importaciones y la globalización son mucho mayores ahora que en los años 30. El peso de las importaciones estadounidenses en el PIB es actualmente del 11,2%, más del triple que en 1930. Teniendo en cuenta las estimaciones recogidas por el último informe de comercio global del Fondo Monetario Internacional (FMI), una subida arancelaria del 20% en EE UU –que incluye las represalias de China y la zona euro–, el PIB estadounidense se podría contraer más de un 2%, y el mundial, al menos un 1%.
El Instituto Juan de Mariana ha recordado las nefastas consecuencias que la guerra comercial del primer mandato de Trump tuvo para la economía de EE UU: por cada empleo creado en la industria siderúrgica, Estados Unidos destruyó más de 16 puestos de trabajo en sectores que usan el acero; la guerra comercial con China costó 57.000 millones de dólares a los consumidores y a las empresas estadounidenses; y el hogar medio pagó 830 dólares anuales más por estas medidas.
Este estudio también carga contra la fórmula utilizada para imponer aranceles porque «se basa en calcular el déficit en la balanza de intercambio de bienes» y no se toman en cuenta los servicios ni se miden posibles prácticas desleales, como subsidios que distorsionen la competencia. Por tanto, «se ignoran los procedimientos técnicos del comercio internacional y se recurre a un instrumento rudimentario y punitivo».
Estos analistas también hacen un balance de las consecuencias sobre la Unión Europea, «que serán profundas». Bruselas estima un coste arancelario total de hasta 81.000 millones de euros al año, frente a los 7.000 millones que recaudaba hasta ahora Estados Unidos con los aranceles cobrados a la UE. Esto supone multiplicar por 12 la carga arancelaria aplicada a los productos comunitarios. Este impacto incluye 6.500 millones de euros de aranceles adicionales al acero y el aluminio, 16.500 millones extra a la industria automovilística y 58.000 millones en cargas nuevas para el resto de bienes exportados a suelo norteamericano. El 70% de las exportaciones europeas a Estados Unidos se verán afectadas.
Cada vez más analistas consideran que el daño que pueden hacer estos gravámenes si permanecen activados apuntan hacia una recesión a escala global. Desde que Trump anunció su plan de aranceles, importantes bancos de inversión han elevado sus pronósticos de riesgo de recesión en EE UU: Goldman Sachs ha eleva al 45% la probabilidad de una recesión; JPMorgan sitúa esa probabilidad al 60%; S&P Global, al 30-35%; y HSBC, al 40%.
✕
Accede a tu cuenta para comentar