Comercio
Guerra comercial: China contraataca con aranceles del 43,5% a un químico clave para agricultura y farmacia procedente de EE UU
Entrarán en vigor el próximo 21 de julio como resultado de una investigación "antidumping" que concluyó la existencia de "daños sustanciales" a la industria china del ácido propiónico
En un nuevo episodio de la escalada de la guerra comercial entre las dos mayores potencias económicas globales, China ha anunciado la imposición de sustanciales gravámenes antidumping a las importaciones de ácido propiónico provenientes de Estados Unidos. Según informó el Ministerio de Comercio del gigante asiático, a partir del sábado los operadores deberán depositar fianzas del 43,5% sobre el valor de los embarques de este compuesto químico, muy demandado en sectores como alimentación, agricultura, farmacéutica y medicamentos. La decisión se enmarca en un proceso de revisión comercial iniciado el 21 de julio de 2023 y los aranceles entrarán en vigor un año después, el 21 de julio de 2024.
Los responsables gubernamentales chinos llevaron a cabo exhaustivas investigaciones basadas en denuncias de productores domésticos, concluyendo que existe evidencia de prácticas desleales de dumping por parte de los exportadores estadounidenses, las cuales estarían perjudicando gravemente a la industria local. Esta contundente medida proteccionista, que se enmarca en las crecientes tensiones comerciales sino-estadounidenses, subraya el estado de creciente fricción en la relación bilateral, con potenciales repercusiones sistémicas en los flujos de comercio e inversión a nivel global.
El ácido propiónico es descrito como "un importante producto químico fino y una materia prima sintética orgánica" en el comunicado oficial. Este compuesto se utiliza ampliamente como conservante, fungicida, herbicida y en la elaboración de intermedios farmacéuticos, además de tener aplicaciones en alimentos, piensos, pesticidas y medicamentos.
Según la empresa de estudios de mercado Straits Research, el mercado mundial del ácido propiónico es relativamente limitado, con un valor aproximado de 1.300 millones de dólares en 2022. Además, China representa alrededor de una cuarta parte del consumo global de este compuesto químico. Las empresas Dow y Eastman figuran entre los principales productores de ácido propiónico, ubicados principalmente en Europa y Estados Unidos. La única compañía occidental con producción de este insumo en China es el gigante químico alemán BASF, a través de una empresa conjunta con un socio local.
Las importaciones chinas de ácido propiónico procedente de Estados Unidos alcanzaron un pico en 2020, con unas 35.000 toneladas métricas valoradas en alrededor de 26 millones de dólares, de acuerdo a cifras de aduanas chinas. No obstante, el año pasado esa cifra se redujo a 12.500 toneladas métricas.
Esta última iniciativa del régimen comunista iniciada el año pasado, se produjo pocos días después de que Biden pidiera aranceles más elevados para el acero chino y de que Washington iniciara investigaciones antidumping centradas en las industrias de construcción naval, marítima y logística chinas. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, afirmó que Pekín amenaza el empleo estadounidense al inundar los mercados mundiales con productos a precios artificialmente bajos, gracias a una capacidad industrial desbordante y a generosas subvenciones a la industria manufacturera.
Una vez más, las autoridades chinas rechazaron con contundencia estas acusaciones afirmando que Washington está abrazando el proteccionismo cuando debería impulsar la competitividad global de sus propias industrias. Asimismo, el gobierno chino anunció en mayo el inicio de una investigación "antidumping" que afecta a las importaciones de copolímero de poliformaldehído provenientes de la Unión Europea, Estados Unidos, Taiwán y Japón. Se trata de un compuesto químico puede utilizarse como sustituto de metales como el zinc y el cobre, y encuentra aplicaciones en la fabricación de equipos electrónicos, partes automotrices y dispositivos médicos.
Así pues, las investigaciones se suman a las ya existentes tensiones comerciales entre China y Occidente. Las fricciones se agravaron este año después de que Washington impusiera nuevos aranceles por valor de 18.000 millones de dólares (unos 16.557 millones de euros) a las importaciones chinas, incluyendo vehículos eléctricos, cuyos gravámenes pasaron del 25% al 100%. La UE también se ha sumado a la guerra comercial con China tras elevar sus aranceles a los vehículos eléctricos procedentes de China desde el 10% hasta casi el 50% en algunos casos.
Se prevé que las relaciones comerciales entre las dos mayores economías del mundo sigan deteriorándose a medida que se intensifica su rivalidad geopolítica. Mientras la segunda economía mundial trata de sustituir la tecnología estadounidense por alternativas nacionales, la Casa Blanca lidera un esfuerzo occidental más amplio por reactivar su propia fabricación y «desestabilizar» las cadenas de suministro que, en opinión de los gobiernos, se han vuelto excesivamente dependientes de China.
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