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Inquietud empresarial

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Aumenta un 5% el número de empresarios que temen que el resultado electoral perjudique a la economía española, y un 10% los que prevén un impacto negativo sobre el crecimiento de sus negocios. Sólo un 2% considera que el dictamen de las urnas les favorecerá.

Quizás se encuentre desayunando antes de acudir al colegio electoral. Quizás ya haya depositado su papeleta. O quizás, desencantado, decida abstenerse y comprar los últimos décimos para la Lotería de Navidad. Pero ha llegado el gran día. Mientras España celebra sus comicios generales, los ciudadanos acuden a las urnas y los empresarios, conscientes de lo que está en juego, prestan especial atención al recuento. Pese a que la mayoría de las compañías españolas continúe mostrándose escéptica sobre la influencia en sus negocios de los posibles cambios políticos, su preocupación ha ido en aumento a medida que se acercaba una fecha marcada en rojo en el calendario.

Inquietud frente a la incertidumbre electoral. El porcentaje de empresarios que temen que lo que dictaminen los votos tenga efectos negativos en la economía española ha pasado de un 35% en el segundo trimestre a un 40% en el tercero, según el «International Business Report» de Grant Thornton. Si en mayo sólo un 21% preveía impactos nocivos en el crecimiento de sus empresas, en septiembre aumenta hasta el 31%. No obstante, predomina el escepticismo. Al tiempo que un 58% no espera que el desenlace de las elecciones tenga consecuencias significativas en su crecimiento empresarial, sólo un 2% de los empresarios considera que el cambio político podría ser positivo para el desarrollo de sus negocios.

Más que miedo, especial atención. Las empresas hacen votos por la estabilidad política y permanecen en vilo a la espera del resultado electoral. Álvaro Sanmartín, economista jefe de Grant Thornton, asegura que los empresarios, como es su obligación, estarán atentos a posibles cambios, por si acaso pudieran derivar en deterioros significativos del entorno económico. Pero resalta que, a día de hoy, la probabilidad de un escenario político que venga a dar al traste con la buena evolución económica de España parece muy baja. «Todo posible cambio genera incertidumbre. Es razonable que exista un cierto grado de preocupación», agrega.

«Es la economía, estúpido». Más allá de la inquietud y de los temores –en algunos casos– que conlleva el auge de los nuevos partidos, los empresarios no permanecen impávidos, pero consideran que su crecimiento depende más de las decisiones del BCE, de las fluctuaciones del precio del crudo o del tipo de cambio del euro que de los resultados electorales. Y Sanmartín constata que la economía influye mucho más que la política en el devenir y en las perspectivas de las empresas.

Posibles resultados

La inestabilidad repele las inversiones, las paraliza. En unas elecciones tan reñidas, donde hasta cuatro partidos podrían gobernar, muchos empresarios se mantienen a la espera, para ver qué pasará. Rafael Pampillón, profesor del IE Business School y catedrático de la Universidad CEU San Pablo, revela que la incertidumbre es la principal preocupación para la mayoría de los empresarios. Si el nuevo Gobierno derogara la reforma laboral o si no incidiera en la unidad de mercado, la actividad empresarial se resentiría. Expertos consultados confiesan que hay que tener valor para proponer subidas de impuestos, como ha hecho el PSOE. Y muchas compañías ya han manifestado que si se sube el IRPF se trasladarían a otros países. «Los empresarios se mueven por intereses. Las subidas de impuestos retraen la inversión y a las personas más capacitadas, que observan cómo deben pagar una parte mayor de su renta al fisco», declara Pampillón.

Más vale malo conocido que bueno por conocer. La imposibilidad de formar Gobierno o un abrupto cambio político atemorizan a unos empresarios que claman por un Ejecutivo garante de estabilidad. Las fuentes consultadas afirman que el resultado que mejor encajaría para los intereses de las empresas sería PP-Ciudadanos. Los populares darían una vuelta de tuerca a la reforma laboral, abogarían por la unidad de mercado y se enfrentarían, sin fisuras, a los movimientos independentistas. «Han logrado una mayor solvencia de la economía española. El superávit en la cuenta corriente significa que estamos desendeudándonos. El mercado de la vivienda se está recuperando. Y el empleo, también». A estas fuentes, que prefieren el anonimato, les asustaría que Pablo Iglesias sea el líder de la oposición, ya que en caso de tripartito PP-PSOE-Ciudadanos, tendría una tremenda proyección internacional. «Es un señor que viene de donde viene, aunque ahora modere su discurso. Asesor de Venezuela, con raíces que beben y se alimentan del populismo. Podemos ha virado hacia la derecha para arañar votos al PSOE».

Retos futuros

Teniendo en cuenta el alto porcentaje de españoles que se mostraron indecisos en las últimas encuestas, es evidente que la incertidumbre ha podido aumentar la preocupación por los posibles impactos del devenir político. Juan Merino, presidente de la Confederación Española de Jóvenes Empresarios (Ceaje), opina que todavía es pronto para hablar de efectos negativos, «aunque la preocupación resulta normal. Los empresarios necesitamos grados de incertidumbre acotada y con escenarios plausibles de como mínimo cuatro años». Merino se muestra convencido de que el cambio político que parece que se avecina no afectará excesivamente al mundo empresarial. Las instituciones están por encima de los partidos, por lo que espera que se respete la legislación acordada y consolidada en los últimos años. «Abogamos por la defensa de la estabilidad empresarial. No necesitamos rebajas en periodo electoral que luego no se cumplan o que impliquen romper o mermar el ‘‘statu quo’’ sobre el que sustentan las empresas en España». En tiempo convulsos se bloquean nuevas inversiones, contrataciones o proyectos sensibles a la estabilidad geopolítica. Por ello, el presidente de Ceaje piensa que «es responsabilidad de los partidos políticos no generar incertidumbre gratuita».

«Necesitamos que nos allanen el camino, no que nos subvencionen». Merino señala algunas «piedras», como las trabas burocráticas, y pide al nuevo Gobierno eliminar duplicidades a la hora de poner en marcha un negocio, así como las diferencias territoriales en cuanto a la facilidad de emprender. Lamenta las cargas impositivas del 35% en España frente al 25% de Europa, y anima a intentar ser un 10% más productivos que nuestros socios europeos. «Las pymes con más de 200 trabajadores reforzarían la generación de impuestos y la capacidad de crecimiento de la economía». El presidente de Ceaje también defiende la progresividad impositiva para evitar que un autónomo que factura 5.000 euros anuales tenga que pagar la misma cuota que el que factura 20 millones de euros al año. De igual modo, reclama más alternativas de financiación, porque piensa que el exceso de bancarización en España da más rigidez al crecimiento y a la internacionalización. Más allá de defender el asociacionismo –«los empresarios no actuamos en una isla, sino en un entorno común donde necesitamos retroalimentarnos unos de otros», señala–, insta a construir puentes más sólidos entre las empresas y los centros educativos. «Las universidades duermen de espaldas al empresario».

La implantación de los contratos únicos, la fijación de los salarios en las empresas –y no en los acuerdos colectivos entre sindicatos y patronal, como propone el PSOE–, la unidad de mercado, mejorar el acceso al crédito para ampliar el aparato productivo de las compañías, reducir el gasto público innecesario para solventar los problemas de déficit y abaratar tanto la energía –una de las más caras de Europa– como las cotizaciones sociales son, para Pampillón, los principales desafíos a los que debe hacer frente el próximo Gobierno.