Los problemas económicos de la juventud

Anatomía de las penurias de los jóvenes: los independizados viven en hogares con una renta un 15% inferior a la media y ganan un 35% menos

Más de la mitad de los que tienen entre 16 y 29 años vive en hogares con dificultades para llegar a final de mes

Jóvenes con teléfonos móviles a la salida del colegio @Gonzalo Pérez Mata
Jóvenes con teléfonos móviles a la salida del colegio @Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

La precariedad laboral que padecen muchos jóvenes españoles explica que la renta por unidad de consumo (es decir, teniendo en cuenta la composición del hogar) de los hogares cuyos sustentadores principales son personas de entre 16 y 29 años sea un 15% inferior a la media. Así lo asegura la monografía «Presente y futuro de la juventud española» elaborada por la Fundación BBVA y el Ivie, que añade que, según los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, el 53,2% de las personas en esa franja de edad vive en hogares que tienen dificultades para llegar a final de mes, 5,4 puntos porcentuales por encima del promedio de la población. Esto, prosigue, a pesar de que la juventud actual disfruta de más oportunidades educativas, aunque no todos los jóvenes han alcanzado los mismos resultados. La mitad posee estudios superiores, universitarios o de formación profesional superior, cuatro veces más que en 1980. Pero un 25% de los jóvenes de ese grupo de edad solo tiene estudios obligatorios, añade el documento.

Aunque los jóvenes españoles tienen rasgos generacionales comunes, el estudio incide en que los factores socioeconómicos de origen y, muy especialmente, la formación, marcan importantes diferencias entre los mismos. Lo hacen principalmente en sus posibilidades de inserción laboral. El documento describe cuatro perfiles de jóvenes que se diferencian por su situación y oportunidades. En el más desfavorable, formado por casi un millón de “ninis”, se encuentra el 14% de jóvenes que ni estudia ni trabaja. En el lado opuesto, se sitúa el grupo de quienes han contado con un entorno familiar o escolar favorable, han alcanzado estudios universitarios y disfrutan de trabajos cualificados, contratos estables y salarios elevados. Entre estos dos extremos, figuran los jóvenes que trabajan, pero de forma irregular y con bajos salarios, y aquellos que han acabado formación posobligatoria y tienen empleos que les permiten disfrutar de cierta estabilidad laboral.

Los sueldos de los jóvenes son un 35% inferiores a la media

El análisis, que forma parte del programa de investigación en socioeconomía de Fundación BBVA-Ivie, afirma que, en general, los jóvenes están «más expuestos a los vaivenes del ciclo económico y la calidad media de sus ocupaciones es peor». El 25,4% de jóvenes trabaja con contratos a tiempo parcial, 12 puntos por encima de la media, y la tasa de temporalidad de la juventud ocupada también dobla el promedio. Una tercera dimensión de su mayor precariedad laboral es, según añade el análisis, la salarial: los sueldos de los jóvenes son un 35% inferiores a la media.

Sin embargo, prosigue el monográfico, en torno a esos promedios existen diferencias entre distintos grupos: los jóvenes menos formados tienen menos posibilidades de conseguir buenos empleos y progresar y las mayores ventajas las consiguen los que tienen estudios superiores. «Los que poseen Formación Profesional de grado superior logran salarios medios un 11,3% mayores que los jóvenes con sólo hasta educación obligatoria y los universitarios consiguen empleos un 33,8% mejor remunerados», según desgrana.

Cicatrices laborales

Fundación BBVA e Ivie aseguran que los avances educativos en España han impulsado la movilidad social, ya que han permitido que la mitad de los jóvenes tenga estudios superiores, universitarios o de formación profesional. Sin embargo, como las importantes mejoras no han llegado a toda la juventud por igual, ese ascensor social tiene sus límites. Se derivan en parte, según explican, de que el sistema educativo no ha priorizado con sus recursos la compensación de las carencias del alumnado desfavorecido. Como explica el análisis, «los entornos desfavorables se traducen en escolarización infantil tardía y menos apoyos para mejorar el rendimiento escolar en los niveles obligatorios. La consecuencia es que el origen social sigue condicionando los resultados educativos», añade.

Estas limitaciones en la igualdad real de oportunidades educativas dejan «cicatrices duraderas» porque marcan el futuro laboral y socioeconómico, prosigue. Aunque la situación de los jóvenes es heterogénea, la precariedad laboral es uno de los principales problemas que afronta buena parte y se traduce en «menores ingresos, debido a las bajas tasas de ocupación y de salarios, y en retraso en la emancipación y la natalidad», explica el documento. En este sentido, el artículo destaca que la renta media por unidad de consumo de los hogares en los que el sustentador principal es una persona de entre 16 y 29 años (se calcula según el número y características de los miembros del hogar) se sitúa en torno a 16.000 euros anuales, un 15% menos que la media de los hogares. Esa menor renta es hasta un 40% inferior a la media en el caso de los hogares cuyo sustentador principal es un joven sin formación superior (11.000 euros anuales). Además, tarda más que las generaciones anteriores en lograr el nivel salarial medio típico de cualquier profesión. Mientras la cohorte nacida en 1955 alcanzó la base de cotización media a los 27 años, los nacidos en 1985 todavía no la alcanzaron con 34 años, subraya el trabajo.

Pensiones

Esta peor trayectoria laboral, caracterizada para muchos jóvenes por la dificultad duradera de encontrar empleo y la lenta mejora de sus salarios, tiene consecuencias sobre las cotizaciones sociales que van acumulando y las tendrá probablemente en la jubilación, advierte el análisis. «Dado que nuestro sistema de pensiones es contributivo, la heterogeneidad en la etapa laboral activa tiende a trasladarse a la etapa de pensionista. Así pues, los factores que favorecen una vida laboral de mayor calidad también favorecen una jubilación con mejor calidad de vida. Los jóvenes con carreras laborales largas obtendrán pensiones adecuadas a sus salarios, lo que les permitirá mantener su nivel de vida tras la jubilación. En el otro extremo, si la carrera laboral ha sido corta, el nivel de la pensión será insuficiente para mantener el nivel de vida previo», avisa.

Es decir, si las desventajas iniciales se prolongan en el tiempo y no se compensan a lo largo de la vida laboral «afectarán a sus derechos de pensión futuros, reduciéndolos. Además, si no se amplía la edad de jubilación, las posibles reformas futuras en el sistema de pensiones para garantizar su sostenibilidad financiera harán que la cuantía de las pensiones de los que hoy son jóvenes sean más bajas en relación al último salario percibido que las que están recibiendo los actuales pensionistas», concluye.

Posibles soluciones

En vista de este rosario de problemas económico-sociales, el documento propone una serie de iniciativas para mejorar la situación de los jóvenes. En el ámbito público, subraya la necesidad de combatir la desigualdad de oportunidades y resultados educativos y laborales. En primer lugar, destaca la necesidad de impulsar políticas educativas que asignen recursos a recuperar a los estudiantes que se retrasen en primaria y secundaria obligatoria, a ampliar las tasas de escolarización en secundaria posobligatoria y formación profesional, en especial la dual, y a generalizar la formación de calidad en idiomas y competencias digitales.

En el terreno de las políticas laborales, reclama "un despliegue más preciso y enérgico de las políticas de empleo dirigidas a formar a los ninis para rescatarlos de la inactividad y el paro". Además, reclaman el fomento de la vivienda pública en alquiler, cuya escasez afecta especialmente a la juventud en proceso de emancipación e interesada en desplazarse para encontrar empleo.

En cuanto a las actuaciones en el ámbito privado, los autores subrayan la importancia de que las familias presten atención a la educación desde muy pronto, así como a la selección más adecuada de la formación posobligatoria a cursar, pues elegir los estudios que ofrecen una mayor empleabilidad es muy relevante para mejorar las oportunidades laborales posteriores. Desde esta perspectiva, también señalan la importancia de que los centros educativos mejoren sus servicios de orientación, más relevantes cuanto menos favorable es el entorno familiar de los jóvenes.