
Impuestos
Juan Ramón Rallo (41), economista: ¿Por qué pagamos impuestos todos?
La elección del 80% de los funcionarios de MUFACE por la sanidad privada alimenta en redes el debate sobre si los impuestos sostienen el bienestar común o una burocracia de la que sus propios miembros reniegan

El dato es demoledor y, para muchos, la prueba del algodón que desmonta el relato oficial sobre los impuestos. Un abrumador 80 % de los funcionarios adscritos a la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado (MUFACE) eligen cada año la sanidad privada concertada en lugar de acudir al sistema público que ellos mismos gestionan y que el resto de los ciudadanos financia obligatoriamente. Esta elección masiva, lejos de ser una anécdota, destapa una de las contradicciones más profundas del estado del bienestar.
Por ello, la paradoja alimenta un profundo debate sobre la confianza que merecen los servicios públicos. Si quienes están dentro del engranaje administrativo y conocen sus entresijos optan mayoritariamente por una alternativa privada, ¿qué confianza puede tener el contribuyente medio en la calidad y eficiencia del sistema que se le impone? La pregunta pone en jaque la verdadera finalidad del esfuerzo fiscal de millones de españoles.
De hecho, esta desconfianza latente da fuerza a una tesis cada vez más extendida: el propósito principal de la recaudación fiscal no es la redistribución de la riqueza, sino el sostenimiento del propio aparato estatal. Según esta perspectiva, que expone con claridad el economista Juan Ramón Rallo en la cuenta de TikTok @libertadindividual, la solidaridad es la excusa que legitima un sistema diseñado para perpetuar una enorme y costosa burocracia.
La metáfora del cliente cautivo y el monopolio estatal
En este sentido, dicha visión transforma la relación entre el ciudadano y el Estado. Bajo este prisma, los contribuyentes no son partícipes de un proyecto común, sino más bien clientes cautivos de un monopolio. Se ven obligados a pagar por un paquete de servicios que no pueden rechazar, con independencia de si los utilizan, los valoran o consideran que existen mejores alternativas en el mercado.
Asimismo, esta lógica del cliente forzoso ofrece una respuesta contundente a la pregunta inicial: ¿por qué todo el mundo paga impuestos, y no solo los más ricos? La respuesta es que todos, sin excepción, están obligados a financiar una vasta estructura administrativa. La recaudación universal garantiza los ingresos necesarios para mantener en funcionamiento el entramado burocrático, que se convierte en un fin en sí mismo. Este esfuerzo recaudatorio es especialmente palpable en colectivos como los trabajadores por cuenta propia, cuya situación ha llevado a economistas como Niño Becerra a calificarla como la "tragedia" de todos los autónomos.
En definitiva, el caso de MUFACE no sería más que el síntoma más visible de una realidad más profunda. Una en la que la narrativa de la redistribución sirve como justificación para un modelo donde el objetivo primordial es asegurar la supervivencia y expansión de la propia Administración, sufragada por una clientela sin posibilidad de escapatoria.
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