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Juan Ramón Rallo, economista, da un dato demoledor: “Los precios de la vivienda han superado cuatro veces el crecimiento salarial ”
La vivienda se encarece en un solo año cuatro veces más de lo que han crecido los sueldos en tres décadas, una brecha insostenible que asfixia a los jóvenes y deja al Gobierno sin margen de maniobra

La brecha entre el coste de la vivienda y los salarios en España se ha convertido en un abismo casi insalvable para miles de familias. Acceder a un hogar en propiedad, o incluso afrontar un alquiler, se asemeja cada vez más a una misión imposible que ahoga las aspiraciones de buena parte de la sociedad, con un impacto especialmente duro entre los más jóvenes. Se trata de un problema estructural que amenaza con fracturar las bases del proyecto vital de toda una generación.
De hecho, la raíz del conflicto reside en un desajuste profundo y prolongado que ha llevado la capacidad adquisitiva de los trabajadores a una situación límite. La escalada de precios inmobiliarios, lejos de moderarse, ha pulverizado cualquier tímido avance en las nóminas, creando una tormenta económica perfecta para quienes buscan emanciparse o formar un hogar. La realidad del mercado ha desbordado por completo la evolución de los sueldos, generando una frustración social cada vez más palpable.
En este sentido, el análisis del economista Juan Ramón Rallo resume con una contundencia que desarma la magnitud del problema en el podcast Tengo un plan: «Los precios de la vivienda han superado cuatro veces el crecimiento salarial». Esta divergencia no es una simple anécdota estadística, sino el reflejo de una crisis que pone en jaque la estabilidad y el futuro de muchísimos ciudadanos, cuyos ingresos son a todas luces insuficientes para competir en el mercado actual.
El papel del Ejecutivo en la crisis salarial
Por otro lado, el foco de las críticas se dirige hacia el Gobierno por su gestión del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Diversos sectores sociales y económicos le acusan de haber frenado las subidas en un momento en que la inflación golpeaba con fuerza los bolsillos de los ciudadanos, lo que habría contribuido a mermar todavía más el poder de compra de los trabajadores con rentas más bajas, los más vulnerables ante el encarecimiento de la vivienda.
Asimismo, resulta paradójico que desde el propio Ejecutivo se reconozca que el camino para futuras subidas salariales es estrecho y complejo. Fuentes gubernamentales admiten que el margen para nuevos incrementos es ya muy reducido, lo que dibuja un escenario complicado en el que las soluciones para cerrar la herida abierta entre sueldos y ladrillo no parecen ni sencillas ni inminentes. Esta situación deja a miles de familias en una encrucijada de difícil salida, a la espera de medidas efectivas que alivien la presión.
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