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La dimisión de Gaspar deja a la troika sin su mejor aliado en Portugal

La dimisión de Vitor Gaspar, dejó hoy a la troika sin su mejor aliado en el Gobierno de Portugal, donde el dimisionario ministro de Finanzas diseñó y ejecutó con mano firme las políticas de austeridad exigidas por el rescate financiero.

La dimisión de Vitor Gaspar, dejó hoy a la troika sin su mejor aliado en el Gobierno de Portugal, donde el dimisionario ministro de Finanzas diseñó y ejecutó con mano firme las políticas de austeridad exigidas por el rescate financiero.

Gaspar era tan partidario de los ajustes presupuestarios y la ortodoxia financiera defendida por Alemania como el propio primer ministro conservador, Pedro Passos Coelho.

Pero a diferencia del jefe de Gobierno, Gaspar tenía un historial de estrecha relación, como funcionario y consultor, con dos de los organismos, junto al Fondo Monetario Internacional (FMI), que forman la troika, la Comisión y el Banco Central europeos.

Profesor universitario, autor de trabajos y estudios para organismos y publicaciones de Europa y EEUU, Gaspar está considerado uno de los más destacados técnicos en el área financiera de su país, donde hizo carrera en el seno del Banco de Portugal.

Fue directivo de la entidad emisora entre 1994 y 1998 y tras varios años de servicios en la UE fue de nuevo asesor de esa institución desde 2010 hasta su entrada en el Gobierno.

Conocido por su aire de profesor despistado y las ruedas de prensa en las que parecía dictar a sus alumnos, el ministro dimisionario ha quedado en el anecdotario de la crisis lusa como el que anunció el "enorme aumento de impuestos"del año pasado.

Aunque en su primer año de gestión Gaspar parecía escapar a las iras populares y las de la oposición con el tono académico y técnico que daba a sus intervenciones públicas, el ministro acabó por ser el más contestado del Gabinete cuando incluso su propio partido empezó a cuestionar los errores de la política económica del Gobierno.

Según un barómetro de opinión publicado este fin de semana en la prensa lusa, Gaspar era el peor miembro del Gobierno para un 30,1 por ciento de los encuestados, por delante del propio Passos Coelho, el segundo con un lejano un 11,3 por ciento.

La oposición y los sindicatos, que habían pedido con insistencia su renuncia en el Parlamento y en la calle, le consideraban responsable, con la troika, del diseño de una política económica exclusivamente centrada en la austeridad y los recortes presupuestarios.

Portugal vive su tercer año de recesión y lejos de volver al crecimiento en 2012, como preveían Gaspar y los organismos internacionales, este año registrará una caída del PIB del 2,3 %, según las previsiones más optimistas, y el desempleo se mantendrá en torno al 18 por ciento.

La UE y el FMI tuvieron que suavizar las metas de déficit del país en septiembre y en marzo pasado, y la oposición reprocha a ambos organismos y al Gobierno que, de una manera u otra y pese a la dureza de las medidas de austeridad, el país no cumplió ningún año los objetivos previstos y tiene también muy difícil lograrlo este.

Gaspar admitió en marzo que la economía había evolucionado peor de lo calculado, pero, al igual que la troika culpa de la agudización de la crisis en el último año al mal escenario económico internacional, que afectó a las exportaciones lusas, su gran apuesta para la recuperación del país.

Pero los mayores contratiempos en sus dos años como ministro no vinieron del comercio exterior sino del Tribunal Constitucional que en octubre y abril pasado declaró ilegales varios de los recortes incluidos en los presupuestos del Estado en materia de salarios y pensiones.

La última de esas sentencias abrió un agujero presupuestario de 1.300 millones de euros, supuso el bloqueo de los fondos del rescate y obligó a Gaspar a preparar a toda prisa con la troika medidas compensatorias aun no ejecutadas.

En su carta de renuncia el ministro saliente destacó hoy esas sentencias y aseguró que hace ya ocho meses, el pasado 22 de octubre, informó de su voluntad de dimitir de inmediato a Passos Coelho.

Ahora "esa urgencia se volvió ineludible", asegura al reprochar al máximo tribunal luso la "erosión significativa en el apoyo de la opinión pública a las necesarias políticas de ajuste presupuestario y financiero".

En su despedida del Gobierno Gaspar reafirma que un país deudor y en crisis, tiene que dar prioridad a restaurar la confianza de sus acreedores para evitar costos económicos y sociales más graves.