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La empresa tradicional pierde 23.000 empleos por la crisis

La Razón
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Unas 180 empresas españolas echan el cierre cada día desde el comienzo de la crisis, allá por 2008. Pero entre esos cientos de miles de sociedades que han cesado su actividad o atraviesan serios problemas que amenazan su supervivencia, se encuentra un buen número de compañías emblemáticas y tradicionales. Empresas con solera, algunas de ellas podría decirse que «de toda la vida», y con las que muchos de nosotros hemos crecido con sus productos en casa o viendo sus anuncios en televisión, pero de las que más de 23.000 de sus trabajadores han pasado a engordar las listas del paro.

La última de ellas, la cooperativa vasca Fagor, lleva desde 1959 equipando las cocinas españolas con sus electrodomésticos. Sin embargo, la caída de las ventas surgida a tenor de esta última crisis ha provocado que el buque insignia del Grupo Mondragón haya pasado de contar con unos 10.000 empleados en 2008 a 5.642 en la actualidad. Además, las abultadas pérdidas de la empresa –más de 180 millones de euros en los últimos dos años– amenazan ahora los 1.800 puestos de trabajo de Fagor en el País Vasco.

En los últimos meses, noticias similares de despidos y reestructuraciones llegan también desde empresas como Panrico, Pescanova o Roca. La firma de bollería, presente en España desde 1962, presentó hace unas semanas un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para 1.914 personas –casi la mitad de la plantilla– e importantes rebajas de sueldo. Trata así de sortear una crisis que amenaza con llevarse por delante los míticos donuts y bollycaos con los que varias generaciones de españoles han desayunado o merendado a lo largo de las últimas décadas.

En Pescanova aún no se ha producido el temido ERE, pero unos 1.500 empleos están en el aire debido a la nefasta situación económica de esta compañía pesquera, fundada en Vigo en 1960.

Otra empresa emblemática española en apuros es el fabricante de baños Roca. Fundada en Gavá (Barcelona) en 1917, ha presentado varios ERE en sus factorías que afectan a unos 600 trabajadores, si bien el plan de despidos fue anulado por la Justicia y actualmente se encuentra en negociaciones con los sindicatos.

Viajes Marsans –primera agencia de viajes española, creada en 1910– pasó a mejor vida junto con el resto del grupo empresarial de Gerardo Díaz Ferrán en 2010, dejando en la calle a 1.400 trabajadores. Otras de las compañías míticas de nuestro país, Telefónica –fundada en 1924–, presentó para el periodo 2011-2013 uno de los mayores ERE de España: 6.830 empleados. No obstante, su situación es bien distinta a la del resto de empresas, pues sólo en el primer semestre de este año obtuvo unos beneficios de 2.056 millones de euros y cerró 2012 con otros 3.928 millones de ganancias.

La aerolínea Spanair, surcando los cielos desde 1986, cesó sus operaciones en enero de 2012. A pesar de haber transportado a 104 millones de personas en un cuarto de siglo y de ser la segunda aerolínea de España, las pérdidas condujeron al cierre tras un ERE para 2.597 empleados.

Nueva Rumasa, el conglomerado empresarial de la familia Ruiz-Mateos, ha revivido la historia de su predecesora Rumasa, que en los años 80 llegó a ser el primer grupo empresarial español. Compuesta por un centenar de sociedades –Clesa, Cacaolat, Dhul, Garvey, etc.–, la mayor parte de ellas ha entrado en concurso de acreedores después de presentar varios ERE para despedir a más de un millar de trabajadores.

Los colchones «made in Spain» tampoco se han librado de la crisis. 45 trabajadores de Pikolín sufrieron un ERE este año y otros 68 empleados de Flex, que ha trasladado parte de su actividad a Portugal, corrieron la misma suerte en 2011. Algo parecido ha sucedido con los populares Huesitos, creados en 1975 en Zaragoza, cuya producción ha pasado a Polonia, a pesar de que la factoría de Ateca, en funcionamiento desde 1862, daba beneficios. En la actualidad se negocia un ERE que podría acabar con el despido de 70 personas.

El sector de la moda ha sido otro de los más afectados. Firmas como Caramelo –180 despidos este año–, Victorio & Lucchino –en concurso de acreedores– o Adolfo Domínguez –50 despidos el año pasado– pasan momentos delicados. La cadena Blanco, que abrió su primera tienda en Bilbao en 1960, afronta un ERE para 711 empleados y prevé cerrar o ha cerrado ya 42 de sus establecimientos.

Las pistas de carreras de Scalextric, que llegaron a España en 1962, han sucumbido víctimas de los videojuegos. Aunque no ha habido despidos, la empresa está en concurso de acreedores.