OCDE

La OCDE rebaja el crecimiento mundial para 2019 a su nivel más bajo desde la crisis y lo sitúa en el 2,9%

Pronostica un brusco parón en la Eurozona y advierte a España del impacto negativo de la inestabilidad política

La OCDE rebaja el crecimiento mundial para 2019 a su nivel más bajo desde la crisis y lo sitúa en el 2,9%
La OCDE rebaja el crecimiento mundial para 2019 a su nivel más bajo desde la crisis y lo sitúa en el 2,9%larazon

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha revisado a la baja las perspectivas de crecimiento mundial para 2019 y 2020, hasta su nivel más bajo en una década

Un escenario cargado de sombras proyectadas por el miedo a un Brexit duro, la guerra comercial entre China y EE UU y la inestable geopolítica en regiones como Oriente Medio, el alza del precio del crudo. Éste es el panorama que traza la OCDE y que devuelve a la economía global a sus peores registros desde el estallido de la crisis financiera de 2008. Si las previsiones del último informe de este jueves de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económicos se cumplen, el crecimiento global se ralentizará hasta el 2,9% para este 2019, tres décimas menos que las anteriores previsiones de mayo, y hasta el 3% para 2020, con una caída de cuatro décimas respecto al informe anterior. Se trataría de las tasas de crecimiento anual más débiles desde la crisis financiera según indica la institución con sede en París.

«La economía global afronta serios vientos en contra y el lento crecimiento se está consolidando de una forma preocupante», ha advertido la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone. Mensaje de alarma plasmados en un informe que se centra en las economías del G-20, que aparece trufado de adjetivos como «incierto» o «débil» y cuya rebaja de perspectivas es generalizada a casi todos los ámbitos.

Así, la institución ahora estima que la zona euro aumentará su PIB conjunto un 1,1% en 2019, una décima menos, mientras que el crecimiento en 2020 será del 1%, cuatro décimas menos que en su pronóstico de primavera. Mientras tanto, el organismo calcula que la economía estadounidense crecerá un 2,4% en 2019 y un 2% en 2020, cuatro y tres décimas menos que en las previsiones de mayo. La OCDE ha argumentado que la intensificación de las tensiones de las políticas comerciales está «afectando cada vez más» a la confianza y a la inversión, lo que a su vez se suma a la incertidumbre política, afecta al sentimiento de riesgo de los mercados financieros y pone en peligro las perspectivas de crecimiento futuro.

La revisión del bloque de países que usan el euro como moneda común se debe, sobre todo, a Alemania, cuya economía crecerá un 0,5% en 2019, dos décimas menos que lo previsto anteriormente. El crecimiento de Francia para este año se ha mantenido en el 1,3%.

La OCDE ha advertido sobre la incertidumbre política en España, con la perspectiva de la celebración de nuevas elecciones, al considerar que todo lo que añada desestabilización a una coyuntura internacional debilitada «no es bueno». Sin embargo, la institución señala que nuestro país, del que no ha proporcionado en este informe pronósticos numéricos, «resiste mejor que la media de la eurozona».

En cuanto al epígrafe de economías emergentes y en desarrollo, China crecerá un 6,1% en 2019, una décima menos, y un 5,7% en 2020, tres décimas menos que en las previsiones anteriores. Turquía observará una contracción de tres décimas este año, lo que supone una mejora de 2,3 puntos porcentuales con respecto a la anterior estimación. Pero las mayores revisiones han sido para Argentina, cuyo PIB se reducirá un 2,7% este año, nueve décimas más, por la nueva depreciación del peso.

La perspectiva de un Brexit duro (sin acuerdo) podría provocar un mayor debilitamiento de la economía mundial, advierte el organismo, que también señala como riesgos un «fracaso en la política de estímulos para evitar una ralentización más fuerte en China». Las recetas, recuerda la OCDE una vez más, son conocidas. Poner fin a las tensiones comerciales y guerras arancelarias, más inversión pública y apostar más por políticas fiscales y estructurales en vez de solo monetarias, entre otros.