Empleo
La temporalidad en nuestro mercado de trabajo es un lastre para el empleo
Como suele ser habitual, el mes de agosto ha sido muy duro con nuestro mercado de trabajo. El fin de la temporada estival, la finalización de contratos en la industria y la construcción han resultado determinantes para los pésimos registros del mes de agosto. De acuerdo con los datos proporcionados por el Ministerio, el número de desempleados aumentó en más de 47 mil personas y se produjo una pérdida de más de 202 mil cotizantes a la Seguridad Social, lo que desgraciadamente supone una profundización en la ralentización de la creación de empleo que estamos sufriendo desde hace casi dos años.
La verdad es que hay pocos datos que destacar en la información recibida en el día de ayer; se ha perdido empleo en servicios, construcción e industria y solo la agricultura ha sido capaz de crear empleo en un mes tan nefasto como el de agosto.
El mejor dato de los conocidos sin duda ha sido el comportamiento de los contratos indefinidos, que han mejorado un 33% con respecto al mismo mes del año anterior. Aparte de eso poco margen queda para el optimismo.
Sin duda, es un dato que nos invita una vez más a hablar de la temporalidad instaurada en nuestro mercado laboral. Nadie duda a estas alturas que, en general, la calidad del empleo no es buena (pero esto ha sido siempre así), Hay problemas básicos estructurales que hacen que el mercado de trabaje no funcione como en otros países de nuestro entorno.
Con la aprobación la reforma laboral del año 2012 se pretendió, mediante la flexibilización del mercado, dinamizarlo, pero los resultados no han dado los frutos esperados. Vivimos en un país que cuando crece, crece mucho el empleo temporal y cuando la economía retrocede, pasa lo mismo con el empleo. El empleo temporal es el mecanismo de ajuste de los ciclos económicos y necesitábamos una reforma laboral que cambiara esto y, a la vista de los resultados, la reforma laboral no ha sido suficiente. Por eso se está creando algo más de empleo temporal que en otras ocasiones.
En cualquier caso, en el 2018 nos enfrentamos una tasa de temporalidad del 27%, frente a una tasa del 34,5 % de 2006 o del 22,8% en 2012, es decir, que hemos vivido momentos mejores y peores en la temporalidad en el empleo.
Ojalá me equivoque, pero la tendencia continuará igual, y esto no es culpa de la reforma laboral; como decíamos, esto pasa desde que existen registros. Desde los años 80 se ha creado más trabajo temporal que indefinido y esto sucede porque el trabajo temporal está mucho más desprotegido que el indefinido desde un punto de vista regulatorio. Las empresas que quieren crecer e incorporar personal, por defecto, no contratan de forma indefinida, lo hacen de forma temporal y van rotando a estos trabajadores para que no adquieran derechos laborales que a posteriori van a suponer un compromiso económico y no económico de la empresa con el trabajador.
Si leemos entre líneas los datos que nos proporciona el Ministerio (la extinción de contratos en agosto no va únicamente ligada al sector servicios), observamos que la temporalidad ligada a la estacionalidad es importante, pero no es la única. Las empresas, como decíamos, utilizan la temporalidad como vía para esquivar los mayores costes que supone la contratación indefinida.
Para reducir la temporalidad, debemos, por un lado, avanzar en la liberación del mercado, que es la fórmula que está funcionando en otros países, como el Reino Unido, con una tasa de temporalidad del 6% y un desempleo de 5% y, por otro lado (mientras lo anterior sucede), lograr que realmente se cumpla la legislación laboral vigente; observamos cómo en los últimos días, la Inspección de Trabajo ha puesto en marcha una campaña para reducir el fraude laboral enviando 50 mil cartas a empresas donde han detectado irregularidades fundamentalmente por abuso de la contratación temporal. Acciones como esta son necesarias ya que ayudan a sensibilizar a los empresarios sobre las consecuencias de no cumplir la normativa. Tras acciones como esta, comprobaremos cómo la contratación indefinida aumentará poco a poco como hemos comprobado este mes de agosto.
En cualquier caso, debemos aclarar que la temporalidad, en cierto modo, es necesaria en nuestro país, porque por una lado, las empresas tienen picos de actividad que hay que cubrir y por otro, la tecnología está demandando modelos de contratos de menor duración y menor compromiso. Por ello, esta temporalidad es necesaria. Lo que no se debe hacer es abusar de ella quebrantando la legislación vigente, ni utilizar la contratación temporal como una vía para ahorrar en costes y en derechos de los trabajadores.
Carlos Martínez, presidente de IMF Business School
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