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Las empresas españolas se replantean su estrategia en Iberoamérica

Iberoamérica sacude a las empresas españolas
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Los cambios políticos en el continente obligan a repensar las relaciones empresariales con países como Brasil, Venezuela, Argentina o México. Además, nuestro liderazgo en Iberoamérica está en entredicho por la competencia de China. Los expertos recomiendan que España debe reforzarse en sectores estratégicos como la energía o las infraestructuras.

¿Sabe esa sensación que describe a la perfección el dicho de que «le pusieron el caramelo en la boca y después se lo quitaron»? Pues es la que ha experimentado recientemente Acciona. La compañía había resultado adjudicataria para participar en la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, un negocio millonario que iba a suponer un importante beneficio para la compañía. Sin embargo, el pasado 1 de diciembre el gobierno mexicano dio un vuelco. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ocupó ese día la Presidencia y no tardó en paralizar el proyecto. Un gran varapalo para la empresa de José Manuel Entrecanales, que no es la única española que se ha visto perjudicada por los giros políticos y las crisis que ha vivido Iberoamérica en los últimos meses. La crisis económica y humanitaria en Venezuela, el ascenso al poder del proteccionista Jair Bolsonaro en Brasil o las convulsiones financieras en Argentina han provocado que las compañías de nuestro país presentes al otro lado del Atlántico se replanteen sus estrategias.

Y es que nos encontramos en la época de mayor incertidumbre en Iberoamérica desde el «boom» de la llegada de empresas españolas al continente en los 90. En aquella década, se trataba de una de las zonas de todo el mundo con mayor potencial de crecimiento. El proceso de privatización de sectores históricamente públicos y el impulso del mercado de las materias primas, lideradas por el petróleo, los metales o el trigo, hicieron de Iberoamérica un lugar muy atractivo para las compañías.

TEMORES

Pero el tablero político ha cambiado, el valor de las materias primas ha caído, las monedas se han depreciado y han surgido duros competidores. Además, uno de los grandes temores de las empresas en Iberoamérica (tanto para las grandes como para las pymes) es que el sector público recupere mayor presencia, quitando terreno a la participación de compañías privadas. Así, el profesor del Instituto de Estudios Bursátiles Ramón Casilda afirma que «en México (donde AMLO se ha mostrado partidario de dar más protagonismo a las empresas nacionales), la confianza empresarial podría verse afectada si el papel del sector público en la economía se expande».

En Brasil, ocurre todo lo contrario, ya que el programa económico del nuevo presidente Bolsonaro «prevé numerosas medidas liberalizadoras de la economía brasileña y la privatización de grandes empresas públicas», sostiene el secretario el Consejo de Empresarios Iberoamericanos (Ceib), Narciso Casado. No obstante, Casilda añade que el mayor peligro al que allí se enfrentan las empresas es al «sentimiento de que el mercado podría deteriorarse con la falta de progreso en las reformas del sistema de pensiones o la consolidación fiscal». Como ve, todo son dudas, y por eso mismo desarrollar un proyecto en América Latina se ha convertido en algo bastante caro y complicado, según afirman desde una multinacional. Por eso, estudian cada proyecto al milímetro, más exhaustivamente que hace unos años.

Los análisis se realizan siempre en consorcio con otras empresas instaladas en los países de la zona para tener una visión más completa de la situación. Los dos aspectos más importantes a estudiar ahora son, por un lado, el financiero, para dejar claro que se obtendrá alguna rentabilidad de los proyectos. Y, por otro, la seguridad jurídica no se puede garantizar en los estados que han cambiado recientemente de gobierno o en otros con situación de inestabilidad casi endémica, como es el caso de Argentina.

Pero, en ese sentido, Venezuela es el mejor ejemplo. Allí la seguridad jurídica es casi nula, y por eso algunas empresas españolas hace tiempo que no buscan contratos en la nación o, directamente, han cerrado sus negocios. De hecho, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2016 ya sólo quedaban 33 filiales de empresas españolas en Venezuela frente a las 105 de Colombia o las 107 de Perú.

Inversiones

También los inversores en su conjunto han recolocado sus capitales. Los han sacado, obviamente, de Venezuela. En 2001, los españoles invirtieron allí 1.151 millones de euros (el máximo histórico), después de que el Gobierno de Chávez (que llegó al poder en 1999) aprobase las leyes de hidrocarburos para impulsar la inversión extranjera en el sector petrolero.

Pero, en los últimos años, la inversión española no ha alcanzado, ni de lejos, aquellas cotas, pues la realidad económica venezolana no invita. Y en 2018 tocó suelo, pues entre enero y septiembre sólo fue de 116.000 euros.

Al contrario, México se ha convertido en el nuevo lugar de acogida de la inversión española en Iberoamérica. De hecho, en los primeros nueve meses del año pasado marcó un récord histórico al alcanzar los 4.588 millones de euros. Otra nación que ha recibido un buen volumen de inversión española durante 2018 ha sido Argentina. Si la depreciación de las monedas no beneficia del todo a las empresas que operan allí, porque perjudica al poder adquisitivo de los consumidores y las administraciones públicas, los inversores sí que sacan partido.

La depreciación del dólar comenzó en 2016 y para contenerla el banco central del país albiceleste decidió aumentar el tipo de interés por encima del 30%. Esta medida favoreció que los inversores obtuviesen una alta rentabilidad de los productos vinculados al peso y, de ese modo, la inversión española llegó hasta los 2.517 millones de euros (la mayor cantidad desde el año 2000). Durante 2018, el valor del peso argentino se desplomó un 50% respecto al dólar. Y se volvió a incrementar la tasa de interés hasta el 60%, otro empuje para las inversiones procedentes de nuestro país, que alcanzaron los1.509 millones de euros hasta septiembre.

Por su parte, Brasil, Colombia, Perú y Chile han cambiado de presidente el año pasado. Y las alteraciones en el poder no sientan bien a los inversores, que prefieren mantenerse a la expectativa ante los posibles giros de las políticas económicas. Por ese motivo, las inversiones españolas se han resentido en este grupo de países, excepto en el de Bolsonaro, que desde finales de los 90 se ha convertido en el principal bastión de la inversión española en Iberoamérica.

PYMES

La inversión procede de empresas bancarias como Santander o BBVA; automovilísticas como Gestamp o CIE Automotive; textiles como Inditex o Bimba y Lola; de energía como Endesa o Acciona. Éstas, por su capacidad, fueron las primeras que se adentraron en Iberoamérica. Y cuando se comprobó que la experiencia era positiva, las pymes siguieron el ejemplo y también decidieron cruzar el Atlántico. De esta manera, la presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), Núria Vilanova, admite que «multitud de pequeñas y medianas empresas españolas tienen en Iberoamérica un mercado natural de internacionalización y la voluntad de crecer allí y respaldar prosperidad y empleo».

El continente ha sido fundamental para el crecimiento de las pymes como Zumex (empresa enmarcada dentro de la estrategia Cepyme 500 que se describe como «partner» estratégico de referencia para el desarrollo del negocio de zumo y líder mundial desde hace más de 30 años en el diseño y fabricación de soluciones innovadoras para el exprimido de frutas y verduras»).

Fuentes de Zumex cuentan que «Iberoamérica está siendo una zona de crecimiento constante, en los últimos años hemos ido creciendo poco a poco eso sí, con disparidades por mercados, pero detectando cada vez más interés por nuestras soluciones de exprimido para frutas y verduras en esos países. Sin duda le vemos mucho potencial».

Sectores

El gran reto a corto plazo, tanto para las grandes como para las pymes, es el de fortalecer su posicionamiento en sectores en los que la demanda resulta alta porque todavía hay bastantes carencias que cubrir. Éstos son, sobre todo, la energía y las infraestructuras. Respecto al primero de ellos, los estados iberoamericanos están dando los primeros pasos de una transición energética que puede generar grandes beneficios a las empresas del sector, tanto en la construcción como en la operación de instalaciones de energías renovables. En cuanto a las infraestructuras, el continente todavía tiene grandes carencias y sus países han presentado importantes proyectos. Todo lo contrario que en nuestro país, donde no se proponen nuevas infraestructuras, así que las empresas españolas del sector se han lanzado a concursar en los proyectos iberoamericanos.

En otros sectores con gran presencia española, como el financiero, las empresas también están intentando fortalecerse en Iberoamérica ante la llegada de bancos comeptidores procedentes, sobre todo, de Asia. En las manufacturas ocurre lo mismo, pues el crecimiento de los costes laborales en países como China está provocando que las compañías de esas naciones busquen en Iberoamérica mano de obra más barata. Eso sí, las empresas de nuestro país cuentan con una ventaja, el prestigio. Han demostrado su fiabilidad con anterioridad, lo que les hace ser un socio preferente en numerosos sectores como el de los componentes automovilísticos.

TECNOLOGÍA

Energía, infraestructuras, textil... son sectores en los que las empresas españolas tienen una gran experiencia y prestigio. Pero también es cierto que en ellos existe cierta saturación de compañías, y «es necesario enfocarse en nichos que tengan un gran potencial de desarrollo donde nuestras empresas puedan aportar valor añadido», afirma Casado.

Ése es el desafío en los relacionacionados con la tecnología. Núria Vilanova manifiesta que «cada vez con una mayor foco y énfasis en las nuevas tecnologías, la digitalización, la conectividad, la innovación, la sostenibilidad... en adaptación a la IV Revolución Industrial». Además, las empresas iberoamericanas están digitalizándose y las ciudades se encuentran en una fase de hacerse más sostenibles, y la aportación tecnológica será importante. Pero España lo tiene bastante difícil porque, francamente, no es un líder tecnológico. En opinión de los expertos, nuestro país no cuenta con una marca de referencia y reconocida en ese sector como pueda ser Huawei, empresa china que está siendo muy demandada en Iberoamérica en ese camino hacia la modernidad. Así, las empresas españolas han de diversificar sus negocios para lograr un mayor protagonismo en el sector tecnológico, pues se trata del que más potencial de crecimiento tiene en el continente.

Precisamente, China se ha convertido en el principal competidor de España en Iberoamérica. En Brasil, por ejemplo, Bolsonaro está buscando una simetría con el gigante asiático, comenta Alfredo Arahuetes, profesor de Economía de Comillas ICADE.

Además de China, a España le ha surgido la competencia de otros países. Rusia, India, Japón «van adquiriendo peso y presencia en la región y compiten con los socios tradicionales», asegura Vilanova. En este sentido, las empresas españolas no se están dedicando simplemente a dar la batalla, han optado también por aliarse con los nuevos actores del mercado iberoamericano. Es el caso de Repsol, que se asoció con la petrolera CNOCC para «realizar inversiones conjuntas en plataformas petroleras de Brasil y, luego, como les convenía, vendió su parte a la compañía china», cuenta Arahuetes.

Pero la competencia no siempre resulta tan saludable, y el esfuerzo que tienen que realizar las españolas en Iberoamérica es mayor. Sin embargo, no desistirán. Núria Vilanova concluye que «las empresas españolas se han mantenido en Iberoamérica en tiempos más fáciles y en tiempos más complicados, han estado y están a las duras y a las maduras. Son empresas e inversiones que han llegado y llegan para quedarse y contribuir a la prosperidad».