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Las expectativas

La Razón
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Que los mercados se mueven en base a expectativas no es nada nuevo. Si un dato es bueno o malo no importa en exceso cuando se presenta, dado que las previsiones hacen que se haya descontado anticipadamente. Lo que influye en la publicación de un dato no es, por tanto, el dato en sí, sino si es mejor o peor de lo esperado. En base a eso es relativamente fácil jugar con las expectativas de los mercados.

Uno de los datos que se esperan con más ansia es el déficit. El año pasado no conseguimos cumplir con el objetivo impuesto por Bruselas, pero ¿tuvo realmente esto un impacto negativo en la Bolsa? Es obvio que no es algo positivo, pero no se notó ningún impacto concreto en la Bolsa española derivado de este incumplimiento. Nuestro Ibex se movió a la par que otros índices europeos durante los tres primeros meses de año, en los cuales se crearon las expectativas (en enero Rajoy dijo que el déficit quedaría por debajo del 7%) y se conoció el dato oficial (en febrero se presentó la primera cifra del 6,7%), que posteriormente fue corregido al alza (Eurostat revisó nuestro dato hasta el 7%).

Los gobiernos pueden y deben jugar con las expectativas de los mercados para evitar decepciones. Es frecuente presentar un déficit que posteriormente se revise al alza, como ocurrió el año pasado, para evitar un impacto frontal único que genere pánico y una reacción desproporcionada. Está estudiado que si esa información negativa se raciona en dos partes la reacción es más suave. Para este año parece que el Gobierno seguirá teniendo que jugar con esas expectativas, ya que en agosto el déficit superaba ya el 5% cuando el objetivo final es del 6,5% y no se esperan esfuerzos adicionales para concluir el ejercicio. Con todo, las bolsas cuentan con ello y no se pronostican fuertes reacciones salvo que veamos algo muy sorprendente para bien o para mal.