Empleo
Los datos del paro sugieren adaptarnos hacia un nuevo mercado laboral
Una vez publicados los datos por el Ministerio de Trabajo, el paro registrado disminuyó en más de 84 mil personas, mejorando levemente los datos del mismo mes de 2018, y tenemos, oficialmente inscritas, 3.079.491 en el SEPE. Asimismo, y probablemente el dato más importante de los conocidos, el número de cotizantes a la Seguridad Social ha aumentado en más de 211 mil afiliados, quedando en 19,44 millones el número de afiliados, rozando el máximo histórico. Por sectores, y como suele ser habitual, el sector que mejor se ha comportado han sido el sector servicios, aunque en esta ocasión, todos los sectores productivos han acabado con saldo positivo en la creación de empleo. Vemos cómo, un año más, la temporada estival empuja con fuerza la contratación gracias en gran medida al mantenimiento del crecimiento de la economía que, de momento, se está comportando mejor de lo esperado y gracias, también, a las mejores perspectivas de la economía mundial y de las políticas monetarias y fiscales más expansivas.
Como muchos recordamos, los últimos meses del año 2008 y los primeros meses del año 2009 fueron probablemente los más negros de nuestra historia reciente en nuestro mercado de trabajo. Cada mes que pasaba, entre 100 y 200 mil personas se veían obligadas a pasar por las oficinas de empleo a registrarse como desempleados (Veníamos de una etapa de crecimiento continuo, donde el número de desempleados llegó a estar por debajo de los dos millones; estábamos casi en pleno empleo).
Pues bien, 10 años después hemos recuperado gran parte del terreno perdido y nos encontramos con un número de parados similar al que teníamos entonces (en 2008) y sin grandes cambios en la estructura de nuestro mercado laboral y, a pesar de la reforma laboral, con unos datos de temporalidad inferiores a los del citado año.
Si analizamos la contratación indefinida en toda la serie histórica vemos que estamos en máximos en la contratación indefinida. Históricamente, la precariedad del mercado laboral en España ha sido algo recurrente; no es algo que haya sobrevenido especialmente con la crisis. Cuando analizamos las estadísticas observamos que sólo un 8% de media de las nuevas contrataciones han sido indefinidas.
Todo esto se produce fundamentalmente porque, por un lado, lo llevamos en nuestra cultura empresarial y, por otro, tenemos una economía basada fundamentalmente en el sector servicios que copa el 75% de nuestro tejido productivo, un sector con muchos picos de actividad que hacen que las contrataciones estables e indefinidas sean algo complicadas.
Para seguir avanzado, y más en momentos donde el crecimiento económico parece que va a ralentizarse, el próximo gobierno debería seguir profundizando en las reformas que tan buenos resultados ha dado en los últimos seis años.
Es evidente que los cambios tecnológicos y la digitalización están modificando nuestra economía y, con ello, el mercado laboral. España ocupa el primer lugar en la Unión Europea en volumen de empleo en plataformas tecnológicas con un 17% de personas que trabajan para ellas al menos una vez a la semana (estamos asistiendo a la falta de criterio jurisprudencial unificado frente a los nuevos modelos económicos Glovo, Uber, Deliveroo, etc.). Frente a los nuevos retos, se necesitan nuevas soluciones que hagan de España un país competitivo y atractivo para la inversión. Para ello, es importante que las empresas tengan seguridad jurídica y, por supuesto, tengan flexibilidad para adaptarse a los ciclos económicos. Además, deberemos hacer algunos avances: implantar un contrato único flexible que acabe con la precariedad de los trabajadores que no optan a nada que no sea encadenar trabajos temporales (si este paso es demasiado atrevido podemos mantener los modelos de contrato temporal e indefinido, pero aplicar a ambos la misma indemnización); así mismo será importante implantar la mochila austriaca, como consecuencia de lo anterior, que implemente un sistema mixto de indemnización creciente por despido en base a la antigüedad; es vital que en los convenios de empresa, se negociasen las subidas de sueldo, no por el IPC sino por productividad; debemos apostar por una rebaja de las cotizaciones sociales que mejoren la contratación y la competitividad en relación a los países de nuestro entorno, aun a pesar de que las últimas reformas han ido en sentido contrario; debemos mejorar la relación entre el sistema educativo y las empresas, aportando las competencias que realmente necesitan ; y por supuesto, y aunque nos incomode, debemos plantearnos seguir elevando las edades de jubilación para que nuestro sistema de bienestar no esté en riesgo.
Todo esto se resume en que debemos evolucionar hacia un mercado de trabajo adaptado a los tiempos y por supuesto a las necesidades de las empresas y no a la inversa; es decir, que sea la legislación la que favorezca que las empresas puedan adaptase con flexibilidad a los ciclos económicos y a los cambios tecnológicos.
Carlos Martínez es Presidente de IMF Business School
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