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Macri tampoco libera a Argentina de sus fantasmas

Las señales erráticas del Gobierno no han ayudado a un país carcomido por años de mala gestión y corrupción

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El país de la bandera albiceleste vuelve a caer en los errores del pasado y no logra remontar el vuelo con las medidas del nuevo presidente tras la década populista del matrimonio Kirchner .

Argentina es un gigante herido. Una nación que supera su pasado, que vuelve a incurrir en los mismos errores sin todavía hacerse responsable de ellos. Un país que sigue recordando los tiempos de Perón con nostalgia. Recordando un pasado glorioso, aunque breve, cuando era el granero del mundo, y enviaba sacos de alimentos a España durante la posguerra. Un estado que se asoma continuamente al abismo, que desciende a los infiernos para, posteriormente, renacer de sus cenizas, como un Ave Fénix. Argentina es especialista en sortear crisis. Se cae y, luego, se levanta con una fortaleza encomiable, pero que, a fin de cuentas, sigue arrastrándose. Es la historia de una eterna promesa, de ese tango trágico de Gardel. Y un día llegó Mauricio Macri, empresario exitoso, ex presidente del club Boca, toda una institución en el país más futbolero del mundo. Y llenó el gobierno, los ministerios, de tecnócratas. El camino parecía claro después de una década oscura cargada de corrupción y populismo, la era del matrimonio Kirchner, cuya reina, Cristina –hoy senadora acorralada por múltiples causas–, amenaza con volver al poder en 2019. Pero en Argentina todo es posible.

Sin embargo, las recetas liberales no funcionaron. El mandatario pagó a los fondos buitre una deuda millonaria, más que cuestionable, engordada tras años de litigios en los ruedos estadounidenses.

Había que pactar con el diablo para devolver la confianza a los inversores. Para estabilizar la economía y, sobre todo, detener la inflación, el mal endémico, el enemigo número uno, la bestia negra, un caballo desbocado que este año, de nuevo, rondará el 30%. Pero nada funcionó. Los empresarios traicionaron a su mecenas, Mauricio Macri.

De nuevo, fuga de capitales, el dólar por las nubes o debajo del colchón, el peso convertido en papel mojado, las reservas desangrándose y el Fondo Monetario Internacional (FMI) al rescate.

El cuento se repite como un bucle. Con los fantasmas del pasado reviviendo viejos traumas. El corralito, el «default». Las culpas son varias, las razones múltiples. Los cimientos se encuentran carcomidos por años de mala gestión, de corrupción, la médula espinal de cono Sur agoniza. Y los cambios prometidos por Macri no fueron tan profundos como prometió. La mayoría de los argentinos se sienten estafados, defraudados, decepcionados, con una deuda per capita que asciende a 6.123 euros.

Los pecados capitales

«En primer lugar no liberalizó la economía. Algunas importaciones empezaron a entrar, pero los cuatro productos nacionales siguen dominando un mercado de baja calidad y caro. El acero, los supermercados... Argentina se ha vuelto demasiado cara para los argentinos. Las mismas marcas de siempre, caras y malas. Eso encarece todo, reduce la productividad, la competitividad. Se traen productos de China que se ensamblan en Tierra de Fuego (sur), lo cual sólo sirve para subir los precios y crear algunos puestos de trabajo, pocos comparado con los costos que genera», aclara Ariel Toribio, analista de la Universidad Nacional de La Matanza.

«Por otro lado, la guerra con los sindicatos estanca la maltrecha economía. El pulso con el principal gremio, el CGT dirigido por el todopoderoso Pablo Moyano, está desgastando el sistema. Ellos controlan las calles, los camiones y las carreteras en un país sin trenes. Donde el transporte es muy complicado. La logística nula. En una batalla de final incierto a menos de un año para las elecciones», agrega el experto.

Las señales erráticas del gobierno tampoco ayudan. Primero pidieron un préstamo millonario al FMI por valor de 50.000 millones el pasado junio para, supuestamente, sólo utilizar 15.000. Semanas después solicitaban al órgano el adelanto del resto del fondos, un pedido desesperado que tampoco calma las aguas. Por último, el Ministerio de Hacienda emitió una señal contradictoria esta semana para la recuperación de la confianza de los mercados, en particular de los inversores internacionales, después de apenas tres días con mejora del humor de quienes operan con bonos, acciones y cambios, y que posibilitó revertir la inquietante baja de las reservas de divisas en el Banco Central.

«Por un lado, hubo un importante recorte de ministerios, algunos de los cuales se fusionaron. También hubo tijeretazos en cultura, investigación, tecnología y ciencia....al final pagan los de siempre. Las carteras de siempre», asegura el investigador Julio Repetto. «A esto hay que sumar los ‘‘tarifazos’’ en energía que están creando un descontento popular, maltratando a la clase media y creando bolsones de pobreza. Ajustes solicitados por el FMI, sacrificios que los argentinos no entienden», añade. Esta nueva alteración del presupuesto original tampoco tranquiliza. Por otro lado, el ministro de Hacienda y su equipo trabajan contrarreloj para presentar en el Congreso antes del 15 de septiembre, probablemente se extienda al lunes 17, el anuncio y foto formal con los diputados de la Comisión de Presupuesto, el proyecto de recursos y gastos para el año próximo, que ya se anticipó incluirá una meta de déficit fiscal primario de 0% del Producto Interior Bruto. Algo que hoy suena a utopía.

En conclusión, vienen tiempos inciertos, los buitres vuelven a sobrevolar la Casa Rosada. Macri, en sus horas más bajas, sigue pidiendo paciencia, clemencia y comprensión, achacando la debacle a la antigua gestión K. Pero el tiempo, las excusas se agotan.

Las recetas presidenciales

No todo son malas noticias para el presidente Mauricio Macri. Se espera que,tras un 2017 de sequía, en el campo, sector fundamental en Argentina, empiecen a entrar dólares de la cosecha.

Además, el tipo de cambio era muy bajo en relación con el dólar desde el inicio de la gestión, lo que no garantizaba una salida lógica de las financiaciones hechos al iniciar las obras públicas. Esto se está también revertiendo. Otro objetivo, más complicado, es bajar algunas cargas sociales en ocasiones abusivos de los trabajadores, muy elevadas para los empresarios.

Por otro lado, las condiciones internacionales no han sido favorables, en especial EE UU levantó la tasa de interés, con lo que se redujo el mercado para los países emergentes, como Argentina. Sobre todo hay que seguir ajustando las tarifas de los servicios públicos que, sin contar combustibles, pasaron en la época de los Kirchner de representar el 13% del costo de vida a un 3%. Es unos de los países más subvencionados de mundo. Macri se va a encontrar con un camino allanado a partir del segundo trimestre de 2019, donde el PIB va a aumentar significativamente.