Economía

Mi empresa en el extranjero: errores y aciertos

Los expertos invitan a descubrir Europa pese a las dificultades del idioma y contar con «partners» locales

Mi empresa en el extranjero: errores y aciertos
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En nuestro país se han creado en los últimos años numerosos productos que han tenido muy buena acogida en el mercado internacional, pero, sin embargo, hay veces que se hace difícil saber cuándo es el momento de que esas ideas crucen fronteras.

Ser empresario y autónomo requiere de valor y muchas ganas de trabajar. Que tu empresa dé el salto al extranjero, todavía más. En nuestro país se han creado en los últimos años numerosos productos que han tenido muy buena acogida en el mercado internacional, pero, sin embargo, hay veces que se hace difícil saber cuándo es el momento de que esas ideas crucen fronteras. Luis Gonsálbez, socio director de Metricson, despacho de abogados especialista en el asesoramiento legal para empresas tecnológicas, opina que existen tres criterios que indican que la empresa está preparada para dar el salto internacional. «Internacionalizarse se hace necesario cuando tienes un equipo fuera, así como si tienes inversores en otro país o cuando hay requisitos legales que te lo sugieren», explica. De esta manera, se pueden solventar problemas como la dificultad de la gestión de los Recursos Humanos desde otro país o realizar otros trámites necesarios para el funcionamiento de la empresa.

Si bien en algunos países es necesario tener una sociedad para realizar determinados trámites legales, Juan Domínguez, fundador de Viajar.com y director de Adglow, señala que muchas veces se comete el error de no pensar en dichos trámites. «Si eres empresario es lógico que lo primero que pienses sea en crear negocio y, en un primer momento, pases de largo las cuestiones legales», indica. Sin embargo, hay que tener en cuenta que cada país tiene su propia legislación y que ésta se aplica a todas las empresas independientemente de su procedencia. «Si vas a lanzar una campaña publicitaria en un país que no sea España, tienes que asegurarte de que conoces sus leyes», apunta Gonsálbez, señalando también el carácter territorial de las marcas. «Es importante registrar la marca antes de empezar a operar en un nuevo mercado», indica. En caso contrario, la empresa puede encontrarse con que un tercero la haya inscrito a su nombre o con que esa marca ya exista en el país.

Otro factor que se ha de tener en cuenta es el sistema fiscal del país. «Decisiones como si creamos una nueva sociedad o dónde mantenemos los activos pueden hacernos ahorrar problemas y mucho dinero», apunta Gonsálbez. Por otra parte, pone también el ejemplo a las «exit tax», un tipo de impuesto destinado a controlar la internacionalización. «En España existe un impuesto que, en determinadas condiciones, si se traslada el domicilio fiscal a otro país, nos obliga a pagar tributos como si se hubiesen vendido las acciones», asevera. Gonsálbez advierte también de que, a la hora de pactar contratos entre empresas de distintos países, se negocia qué legislación se aplica. «Ésto aclara además a qué tribunales se acude si surge un conflicto», apunta. Y es que utilizar la ley española permite ahorrar costes, ya que los abogados españoles pueden llegar a ser hasta un 80% más económicos que los de otros países.

«Un error que cometemos los españoles es dar por hecho que por la cuestión del idioma será todo más sencillo, así que nuestra primera opción es ir a Latinoamérica», señala Gonsálbez. En la misma línea, José Luis Zimmerman, director general de la Asociación Española de Economía Digital señala que América Latina «es un mercado que invita a pensar que nos da la bienvenida, y es cierto que donde hemos tenido más éxito las empresas españolas ha sido allí y, en concreto, en México». Sin embargo, algunos países tienen un mercado que puede resultar inestable. Por este motivo, uno de los principales objetivos de las empresas españolas debería ser Europa. «En el marco de la Unión Europea compartimos impuestos y leyes, además de dirigirnos a un público con un alto nivel adquisitivo», apunta Domínguez, señalando también el mercado asiático como una gran oportunidad por la falta de competencia. La única diferencia es que se hablan idiomas diferentes. «Hay que pensar en global y en inglés», subraya Domínguez, un idioma fundamental a la hora de introducir la empresa en el mercado internacional.

Tener un punto de apoyo en el país de acogida puede ser determinante, por lo que contar con socios locales es de gran importancia. «Si bien los ‘‘partners’’ son necesarios hay que incluir siempre la opción de recomprar las acciones y de que sea la matriz quien tome las decisiones», explica Gonsálbez. Si no es así, en caso de venta la empresa puede perder el control del proceso. «Existe un tipo de socio, el estratégico, que es el que cree en la empresa e invierte en ella, que es con el que realmente hay que contar», apunta Domínguez. En la misma línea, Zimmerman señala que «hay que pensar de otra manera, ser astutos y, sobre todo, no creer que para tener éxito hay que pasar por Silicon Valley». Hay que tener en cuenta que el proceso nunca es sencillo. «El éxito viene cuando uno acierta más veces de las que se equivoca», indica Domínguez. Los errores son inevitables, pero, a veces, también pueden llevar al éxito.