Finanzas

La mitad del sistema financiero mundial ya está en la sombra

Los expertos advierten de que su interrelación con la banca tradicional podría encender la mecha de una nueva crisis

El 9% de la cartera de créditos de la banca está expuesta a la instituciones de «shadow banking»
El 9% de la cartera de créditos de la banca está expuesta a la instituciones de «shadow banking»Dreamstime

Tricolor Holdings, un prestamista especializado en créditos "subprime" para automóviles, ha encendido nuevas alarmas sobre los riesgos de la llamada «banca en la sombra». Su quiebra ha dejado a bancos tradicionales con pérdidas multimillonarias y ha reabierto el debate sobre la necesidad de una mayor supervisión de las instituciones financieras no bancarias (NBFI). Fundada en Dallas y con operaciones en seis estados, Tricolor Holdings era especialista en otorgar préstamos a clientes con historial crediticio limitado o nulo. Para financiar estos créditos, la empresa utilizaba líneas de crédito de bancos y fondos privados y, posteriormente, titulizaba los préstamos, vendiéndolos como valores respaldados por activos. Durante años, este modelo generó grandes beneficios para inversores y prestamistas, pero también ocultaba riesgos significativos, como ha evidenciado su quiebra.

El caso de Tricolor no es aislado. El pasado mes de octubre se abrió un nuevo capítulo de alarma en el universo de la financiación no bancaria con el caso de First Brands, un grupo de autopartes que creció de forma agresiva mediante adquisiciones financiadas por los mercados de crédito privado y estructuras fuera de balance, y que también ha entrado en bancarrota. Su caída pone de relieve no solo los riesgos clásicos de este tipo de crédito, sino también los de la financiación alternativa que, en ocasiones, puede ser opaca.

Los analistas de JPMorgan han advertido de que las quiebras de estas dos entidades no bancarias han encendido una nueva ola de ansiedad crediticia, aumentando el coste de financiación de los bancos y sacudiendo la confianza por los vínculos que existen entre el sistema financiero y las firmas de capital privado y los fondos de cobertura. Una situación que recuerda mucho a la vivida hace dos años tras la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB) y otros bancos regionales en Estados Unidos.

Teoría de la cucaracha

«La opacidad de los fondos de crédito privados ha sido una fuente reconocida de riesgo durante varios años. Es difícil evaluar los riesgos sistémicos asociados a sus actividades, pero una vez que aparece una cucaracha, es probable que haya muchas más escondidas. Aunque el campo minado del crédito puede seguir contenido, las publicaciones de los principales bancos regionales no suscitan alarma por el momento; sin embargo, la calidad del crédito seguirá siendo un punto central», expone Axel Botte, jefe de estrategias de mercado en Ostrum AM.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y los reguladores locales han reiterado la necesidad de reforzar la transparencia y la supervisión de las NBFI, así como de mejorar los estándares de crédito y liquidez para prevenir que situaciones similares se repitan en el futuro.

Y es que la «banca en la sombra» representa ya aproximadamente el 50 % de los activos financieros globales, lo que equivale a unos 218 billones de dólares, según el informe del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés).

El FMI estima que los bancos de EE UU y Europa tienen una exposición conjunta de 4,5 billones de dólares a fondos de cobertura, grupos de crédito privado y otras NBFI, lo que representa aproximadamente el 9 % de su cartera de préstamos.Algunas de estas entidades incluso presentan una exposición a los mismos superior a su capital de nivel 1. Es decir, el volumen de riesgos o activos relacionados con NBFI excede el colchón de capital disponible para absorber pérdidas, lo que evidencia una vulnerabilidad financiera significativa.

En EE UU, en concreto, los préstamos bancarios a NBFI alcanzaron en 2025 los 1,7 billones de dólares, equivalentes a alrededor del 13 % de todos los préstamos bancarios, reflejando una tendencia creciente hacia la financiación indirecta, donde los bancos canalizan crédito a través de intermediarios en lugar de otorgarlo directamente a consumidores o empresas.

Por ello, el FMI ha lanzado una advertencia concreta sobre la creciente influencia de la «banca en la sombra», alertando de que estas instituciones financieras no bancarias podrían convertirse en el epicentro de la próxima crisis mundial.

En su informe sobre estabilidad financiera de octubre, el organismo destaca que, aunque los mercados aparentan estabilidad, bajo la superficie se acumulan vulnerabilidades estructurales significativas. Así, expresa su preocupación por el hecho de que los fondos de inversión, aseguradoras y vehículos financieros especializados gestionen actualmente casi la mitad de los activos financieros globales, así como por su creciente interconexión con la banca tradicional. Se trata de una red compleja que, a su juicio, aumenta el riesgo de contagio ante cualquier perturbación.

Condiciones laxas

«Las condiciones financieras más laxas pueden estar ocultando desequilibrios profundos. Un choque repentino, como un repunte abrupto de las tasas de interés o una corrección de precios de activos, podría generar tensiones en los balances de bancos y entidades no bancarias», alerta el FMI.

Uno de los principales riesgos señalados es la estructura financiera de estas entidades, que a menudo financian activos a largo plazo con pasivos a corto. Este desajuste las hace muy vulnerables ante fugas de liquidez.

La participación creciente de la «banca en la sombra» en los mercados de divisas y derivados añade una capa extra de complejidad, ya que cambios repentinos en la volatilidad podrían amplificar los efectos de contagio entre distintos mercados y regiones.

El FMI también advierte de que muchos países emergentes dependen cada vez más de la financiación no bancaria, especialmente en moneda extranjera o con plazos cortos, lo que los hace más vulnerables a choques externos. Aunque la expansión de los mercados de deuda locales ha fortalecido la resiliencia en algunos casos, la concentración de inversores domésticos y las políticas de represión financiera podrían generar nuevas fragilidades. «La dependencia de la banca en la sombra para financiar la economía global plantea desafíos regulatorios importantes», subraya.

Para mitigar estos riesgos, el FMI propone un refuerzo de la supervisión, de manera que haya un mayor control sobre la liquidez, el apalancamiento y la exposición a mercados volátiles. Asimismo, sugiere una mayor transparencia, con la exigencia de información clara sobre la composición de activos y pasivos de estas instituciones. También recomienda mejoras en los sistemas de compensación y liquidación para reducir los riesgos operativos y de contraparte, así como una mejor coordinación entre reguladores y bancos centrales para anticipar y

contener crisis transfronterizas.

El FMI concluye con una llamada a la prudencia. «El sistema financiero mundial se apoya cada vez más en actores que escapan parcialmente al radar regulatorio. La estabilidad no puede darse por sentada».

Más peso en la economía real

Pese a los riesgos, el sector financiero no bancario tiene cada vez más importancia en la economía real y en la gestión del ahorro de los hogares. El BCE también ha expresado su preocupación por el crecimiento de este sector en la zona euro. Recientemente, su presidenta, Christine Lagarde, calculó que los fondos de inversión, aseguradoras y vehículos de titulización representan más del 60 % del sector financiero de la zona euro y el 400 % del PIB de la UE, frente al 140% de 1999.

Mecha de una crisis global

Expertos financieros advierten de que la complacencia derivada de los bajos niveles de volatilidad reciente puede ser peligrosa. La combinación de apalancamiento elevado, interconexión con bancos y mercados sensibles a la liquidez constituye un cóctel que podría encender la mecha de una crisis global.

La «banca en la sombra» ha cobrado, pues, gran relevancia en el actual contexto económico y financiero debido a su capacidad para ofrecer fuentes alternativas de financiación, en un entorno de endurecimiento regulatorio para la banca tradicional que ha restringido el acceso al crédito ante los requisitos de solvencia y capital exigidos por los reguladores. Esta transformación del sistema financiero refleja un cambio estructural, ya que los bancos tradicionales, sujetos a normas cada vez más estrictas tras la crisis de 2008 y las reformas de Basilea III y IV, se han visto limitados en su capacidad para asumir ciertos riesgos o expandir sus carteras crediticias de manera agresiva. Frente a esta restricción, la «banca en la sombra» ha surgido como un actor flexible capaz de cubrir nichos de financiación que de otro modo quedarían desatendidos, proporcionando liquidez a empresas, particulares y mercados financieros especializados.

Así, en un escenario marcado por la subida de tipos de interés, la volatilidad de los mercados y la creciente incertidumbre geopolítica, los «shadow banks», como fondos de inversión, «hedge funds», sociedades de titulización y otros intermediarios financieros no bancarios, han jugado un papel crucial. Su función principal ha sido asumir riesgos que los bancos tradicionales están menos dispuestos a tomar y ofrecer alternativas de financiación rápida, aunque a menudo con estructuras complejas que pueden ser opacas para los reguladores y los inversores minoristas. Además, estos actores tienden a operar con alto apalancamiento, lo que les permite multiplicar sus recursos disponibles para prestar o invertir, incrementando tanto su rentabilidad como su exposición a riesgos sistémicos.

Desde 2008, año de la crisis financiera, la «banca en la sombra»· ha ido ganando peso. Se estima que, en apenas tres lustros, ha aumentado en 10 puntos porcentuales su participación sobre los activos financieros globales totales. Su crecimiento se ha visto impulsado por la innovación financiera, la desregulación parcial de ciertos mercados y la búsqueda constante de rendimientos superiores en un contexto de tipos de interés bajos durante largos períodos. Sin embargo, este aumento de influencia también ha traído consigo preocupaciones significativas sobre la estabilidad financiera y la capacidad de los reguladores para supervisar efectivamente estas actividades.

Las NBFI han crecido no solo en tamaño, sino también en complejidad. Hoy, manejan activos muy superiores a los de 2008 y emplean instrumentos financieros sofisticados, como derivados exóticos, «repos» de alta frecuencia y estructuras de deuda complejas, que requieren un seguimiento constante para evaluar su exposición a riesgos de mercado y de liquidez.

España

En España, según datos del Banco de España, el volumen de activos gestionados por otras Instituciones Financieras (OFI) alcanzó aproximadamente los 215.000 millones de euros, lo que representa alrededor del 5 % del total de los activos de las instituciones financieras en el país. Aunque su participación relativa es menor que en economías como EE UU o Reino Unido, la tendencia refleja la creciente demanda de fuentes de financiación alternativas frente a un sector bancario regulado más estrictamente.

En resumen, si bien la «banca en la sombra» ha aportado dinamismo y liquidez al sistema financiero global y español, también se ha convertido en un potencial amplificador de futuras crisis. Su papel es esencial en un sistema financiero moderno, pero requiere un equilibrio delicado entre innovación y supervisión para evitar que los riesgos ocultos.