Finanzas

Ofensiva contra los tipos cero

El PIB de la eurozona creció a menor ritmo en tasa interanual en el segundo semestre
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La política monetaria expansiva, que parece haber tocado fondo, no ha tenido un impacto significativoen el crecimiento económico.

La baja inflación, escasa productividad y alta deuda que acechan sobre la economía mundial han sido contrarrestadas con una política monetaria expansiva que parece haber tocado fondo. Y si bien el ministro de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos, destacaba que los bajos tipos de interés han llegado al límite; la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, advertía de que sólo ayudan a la economía si crece el crédito.

Desde que a finales de 2008 se pusieran en marcha las actuales condiciones laxas, las decisiones tomadas en política monetaria se han ido retroalimentando y cada vez han sido más expansivas. El colapso del abultado nivel de endeudamiento podría haber hecho estallar el sistema financiero internacional por los aires, pero estos estímulos han reducido la deuda privada mundial en torno al 40%. No obstante, con la sola actuación de los bancos centrales no basta. La reactivación de la economía necesita algo más que tipos bajos e impresión de billetes.

Las medidas expansivas pierden su efectividad cuando pasan a ser estructurales y se transforman en un placebo para sostener activos financieros y deudas para pagar gastos corrientes. Es más, incentivan el endeudamiento, permiten el déficit excesivo y perpetúan los sectores que propician el estancamiento.

Mientras que desde el BCE reclaman más estímulos para hacer frente al proteccionismo que promulga Donald Trump y al tiempo que Bruselas rediseña la política económica, no faltan los expertos que aseguran que las políticas comunitarias dan claras señales de rendimientos decrecientes. De hecho, la eurozona creció entre julio y septiembre a un ritmo irrisorio del 0,3% respecto al trimestre anterior. E incluso hay quien se atreve a remarcar que la crisis financiera y económica se ha combatido con las mismas medidas que causaron la anterior burbuja inmobiliaria. Antonio España, analista económico, recuerda que el boom del ladrillo tuvo su origen en una expansión del crédito sin precedentes, alimentada por tipos de interés artificialmente bajos.

«Las políticas monetarias expansivas están retrasando la solución natural de los graves desequilibrios económicos generados por el exceso de endeudamiento y han creado una burbuja en los activos financieros». España resalta que estas medidas no han tenido prácticamente ningún efecto en el crecimiento económico, ya que el dinero «impreso» por el BCE no ha ido a parar a la economía real, sino que se ha canalizado hacia los mercados financieros.

El Banco de Pagos Internacionales (BIS) mostró en un estudio la relación negativa que existe entre el aumento del crédito y la productividad, lo que a la postre redunda en un menor crecimiento económico, más vinculado a la producción de bienes reales. «Por el mero hecho de bajar los tipos de interés y crear dinero de la nada a través de la expansión del crédito no aumentan de manera automática esos bienes reales», agrega el analista.

Contraproducentes

No sólo es que el margen de maniobra de la política monetaria expansiva sea cada vez más limitado, sino que son muchos los expertos que hacen hincapié en que incluso podría originar efectos colaterales no deseados. La presidenta de Banco Santander apuntaba que los tipos de interés importan, pero no tanto como los volúmenes de crédito. Y España sostiene que los tipos bajos sólo ayudan a la economía si son el resultado del proceso natural de mercado. «Si los tipos son bajos porque son impuestos artificialmente por los bancos centrales, introducen una importante distorsión que induce a errores generalizados por parte de inversores y empresarios, y que conducen inevitablemente a la destrucción de capital y, por tanto, al decrecimiento económico».

El problema actual no es la falta de oferta de crédito, sino de demanda. Pero el crecimiento del crédito, «per se», no se puede calificar de bueno o malo. Y es que si el nuevo crédito se utiliza para refinanciar deudas o recomprar acciones no genera ningún crecimiento real y probablemente retrasa los ajustes necesarios. En cambio, si se emplea en proyectos reales de inversión, el aumento del crédito puede contribuir al desarrollo económico.

Más allá de la distorsión que introducen en el mercado de capitales, los tipos ultrabajos castigan a los ahorradores tradicionalmente conservadores, quienes se ven empujados a asumir riesgos para obtener un mínimo de rentabilidad. Otro efecto negativo sería la presión que ejercen sobre el rendimiento del sector financiero, que reduce sus márgenes de forma significativa.