Economía
Paro, deuda y más mentiras
La deuda autonómica se cambia de lugar, pero no se borra y hay que pagarla y la coartada de que permitirá más gasto social es tan endeble como ridícula, porque todo lo pagarán los mismos
Tomasso Maccaraco es astrofísico y Claudio M. Tartari es historiador medieval y ambos han escrito un libro delicioso, «Los números insólitos», en el que afirman que «los números en sí mismos no mienten, pero sin duda pueden ser usados para mentir, para engañar, al igual que las palabras». El paro, en agosto, aumentó en 21.905 personas, hasta los 2,42 millones de desempleados, y la afiliación a la Seguridad Social cayó en 199.000 cotizantes, para quedarse en la cifra –nada despreciable, por otra parte– de 21,66 millones de afiliados. Ayer, con los datos del paro calentitos, mientras la ministra del asunto, Elma Saiz, intentaba celebrarlos, el Gobierno aprobó el proyecto de quita de 83.252 millones de deuda autonómica, es decir, de perdón de las deudas de los gobiernos autonómicos con el Estado. A los ciudadanos de las comunidades autónomas apenas se les reduce su deuda, porque pasarán a pagarla, eso sí, como deuda estatal. Los catalanes apoquinarán algo menos que si no hubiera quita, pero también tendrán que rascarse el bolsillo, aunque eso no se lo digan sus dirigentes indepes y menos indepes, como el honorable Salvador Illa que, en medio del esperpento más carpetovetónico, rindió pleitesía ayer a Carles Puigdemont en Bruselas.
Hasta ahí los números y los hechos. Luego llegan las interpretaciones y las mentiras construidas con cifras de difícil interpretación para la mayoría de la población. El incremento del paro en agosto no es catastrófico, ni mucho menos. Es mayor que en otros agostos y marca una tendencia, sin entrar en la calidad del empleo y en la temporalidad, esa que se disfraza con el eufemismo de «fijos discontinuos». Eso sí, apunta a una tendencia descendente de la economía, que se acentúa poco a poco, dijera lo que le dijera Pedro Sánchez a Pepa Bueno el lunes en Televisión Española, «ad mayorem gloria» suya. El paro es el que es, el mayor de la Unión Europea, y la calidad del empleo –y los salarios– es poco envidiable. La deuda autonómica se cambia de lugar, pero no se borra y hay que pagarla y la coartada de que permitirá más gasto social es tan endeble como ridícula, porque todo lo pagarán los mismos. Los números pueden servir para mentir, como explican Maccarato y Tartari.