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Pensar primero en pequeño

La Razón
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Se cumplen ocho años desde que la Comisión Europea decidiera acercarse «físicamente» y conocer la realidad del tejido pyme, a través del programa Experiencia Empresarial. Más de 300 altos funcionarios vivieron personalmente la actividad de una pyme, el día a día del empresario y de los empleados, conocieron sus peculiaridades, sus fortalezas, sus dificultades... La Comisión, que ya acariciaba la idea de «pensar primero en lo pequeño», modificó los criterios normativos para abrir cauces y a facilitar el acceso de las pymes ofertas públicas y muy especialmente en los procesos de licitación.

Así se puso en valor una realidad: la masiva presencia de la pyme en el tejido productivo europeo. De las casi 21 millones de empresas que operan en la UE-27, el 99,8% son pymes que concentran el 67% del empleo y el 58% del PIB. Y en España, la estructura es aún más pyme, ya que representan el 99,9% del total de las empresas, el 75% del empleo y el 65% del PIB.

Por ello, en este contexto de crisis y dado el carácter capital del tejido pyme, adquiere una especial relevancia la estrategia de emprendimiento desplegada por el Gobierno desde septiembre de 2012. En ella se enmarca el decreto ley de 22 de febrero de 2013, que contempla medidas de apoyo a las pymes y los autónomos; y la Ley de Apoyo al Emprendedor, cuyo anteproyecto aprobó el Consejo de Ministros el pasado 24 de mayo. Una estrategia concebida para crecer, que «piensa primero en lo pequeño».

Son medio centenar de iniciativas que pueden contribuir a mejorar la actividad de las pymes y del entorno en el que se desenvuelven, con siete grandes propósitos: 1) Fortalece las vías no bancarias de acceso a la financiación. 2) Simplifica trámites administrativos, reduce plazos y abarata costes. 3) Incentiva la inversión y abre cauces para mejorar la liquidez de las empresas. 4) Impulsa proyectos innovadores y de internacionalización. 5) Limita la responsabilidad del empresario ante un proceso concursal. 6) Regula la «segunda oportunidad», facilitando el regreso de la actividad después de una quiebra. 7) Y plantea el compromiso de promover el espíritu empresarial entre los más jóvenes, a través del sistema educativo.

Sin entrar en el detalle de las medidas, sí quiero subrayar la buena acogida de algunas de ellas en particular. Por ejemplo, la posibilidad de implantar el sistema de caja para el pago del IVA, en la confianza de que finalmente no genere nuevas trabas burocráticas o mayores costes. O el incentivo a la inversión de particulares en las empresas.

O el apoyo a la reinversión, a la I+D+i y a la internacionalización mediante deducciones y bonificaciones fiscales. O el propio programa Emprende en 3, que podría llegar a ordenar la actual dispersión de trámites y las duplicidades administrativas.

Por el contrario, debo lamentar el aplazamiento de las medidas fiscales al próximo 2014, no sólo porque restará eficacia a la nueva normativa, sino fundamentalmente porque las empresas no tienen ya capacidad para contribuir más al fisco.