Jubilación
Las pensiones, a bordo del Titanic
Subir recargos a los sueldos más altos o asfixiar a las empresas son solo parches, hay que allanar el terreno para crear más empleo productivo, con el mayor valor añadido posible y adelgazar el Estado
Hay estadísticas reveladoras. De los pasajeros del Titanic solo fallecieron cuatro mujeres y un niño en primera clase. Es cierto que murieron el 67,4 % de los hombres, pero ese porcentaje fue mucho mayor entre los pasajeros de segunda (91,7%) y tercera (83,8%). En tercera clase falleció el 74,8% del pasaje: el 54% de las mujeres (por el 14% de segunda y el 2,8% en primera) y 65,8% de los niños (por ningún infante muerto en segunda y solo uno en primera). El dinero es, pues, garantía de supervivencia, especialmente en las condiciones más extremas. Aunque no garantiza la vida, sí aumenta las expectativas. Por eso debemos prepararnos para el futuro, no vaya a ser que, por buenaventura, nos aguarde una larga jubilación.
Especialmente complicada será la situación a la que se enfrentará la generación X, la de los 80 y 90 del pasado siglo, que se incorporará a la jubilación después de que el iceberg de los «baby boomers» haya impactado contra el sistema tras una devaluación salarial notable entre las clases medias.
Las pensiones de los españoles, cuya cotización religiosa al sistema público está estrictamente fiscalizada por el Estado, pasarán de doblar lo aportado a significar el 49,2% del último sueldo obtenido durante la vida laboral para mediados de siglo, según la Comisión Europea. Para ese 2050, España habrá pasado de ser el séptimo país de la UE que más porcentaje de PIB dedica al pago de las pensiones a colocarse en tercer lugar tras Grecia e Italia, según el informe de los investigadores del Banco de España Roberto Ramos y Miguel Ángel Martín.
La indexación de las pensiones con el IPC, que comporta una subida bruta del 8,5% este año, de la que la Agencia Tributaria se queda una jugosa parte de hasta el 40% de esa revalorización, comportará un gasto para el que sería necesario alcanzar una tasa de empleo similar a la que hoy tiene Alemania –con ocho de cada diez personas en edad de trabajar con un empleo–, según el mismo estudio. Se trata de un objetivo al alcance, ya que en España esa proporción es de siete de cada diez. Así podría cubrirse el 40% del gasto previsto.
Para el resto, no valdrá con subir recargos a los sueldos más altos o asfixiar a las empresas sino en allanar el terreno para crear más empleo productivo, con el mayor valor añadido posible. Y adelgazar todo el aparataje improductivo del Estado, que lo hay a raudales.
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