Banca

Pistas y consejos del Banco de España

Las decisiones de política monetaria del BCE dependerán de los nuevos datos económicos y financieros, de la dinámica de la inflación subyacente y de la intensidad de la transmisión de la política monetaria

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, interviene en un desayuno informativo
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de CosEduardo SanzEuropa Press

Francis Scott Fitzgerald (1896-1940), el escritor americano de la «Generación perdida», autor de «El gran Gatsby», llegó a decir que «un artista es un tipo que puede tener dos opiniones opuestas y, a pesar de ello, seguir funcionando». El Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal (Fed) parecerían ahora dos personajes de Fitzgerald porque se debaten, cada uno a su manera, entre dos opiniones diferentes, lo que no impide que sigan en funcionamiento. El dilema, claro, es si seguir con la subida de tipos de interés o mantenerlo estables y quizá luego bajarlos. Lo tenían claro hasta que han surgido las últimas turbulencias financieras, que han encendido las alarmas.

En la Eurozona, la atención se centra esta semana en los datos de inflación adelantados de los principales países, España incluida, en donde se espera un respiro notable. El BCE, desde hace mucho tiempo, intenta dar pistas a los mercados para evitar sorpresas y movimientos bruscos. Tras los episodios del Silicon Valley Bank y de Credit Suisse algunos han entendido que deben revisar sus intenciones, pero no es tan evidente. El gobernador del Banco de España no deja de señalar el camino. Pablo Hernández de Cos aprovechó una conferencia el lunes para explicar que las decisiones de política monetaria del BCE dependerán de tres desarrollos: 1) Los nuevos datos económicos y financieros; 2) de la dinámica de la inflación subyacente y 3) de la intensidad de la transmisión de la política monetaria. La introducción al informe de la Memoria de Supervisión del Banco de España, presentada ayer por la directora general Mercedes Olano, le ha servido para confirmar la solvencia y solidez de la banca española, para tranquilizar, sobre todo a la clientela, pero también para pedir prudencia en estos momentos a las entidades y recordar que las autoridades extremarán la vigilancia sobre el sistema financiero. Todo sin olvidar nunca la inflación, que obligaría a endurecer la política monetaria, lo que afectaría a los más vulnerables. Al final, el BCE decidirá y el problema es que lo más cierto es la incertidumbre –por muchos factores– sobre el futuro económico más inmediato, lo que conduce a que deban convivir opiniones opuestas y que todo funcione, como decía Fitzgerald.