Opinión
El poder de «la pela es la pela» en la opa del BBVA sobre el Sabadell
Una opa, y todavía más si es hostil, requiere una oferta muy generosa, incluso espectacular y mucha capacidad de convencimiento. Lo decisivo –digan lo que digan– ha sido que el precio ofrecido nunca fue suficiente
Enrique Fuentes Quintana (1924-2007), el hombre que salvó a España de la hiperinflación en los albores de la Transición, solía decir que «una guerra se hace con balas y una inflación con dinero». Carlos Torres, presidente del BBVA, quizá era muy joven entonces y por eso no lo recuerda. Tampoco lo deben explicar en la consultora McKinsey, a pesar de su prestigio, donde empezó su brillante carrera profesional.
La opa hostil del BBVA sobre el Banco Sabadell lo ha tenido casi todo en contra desde el inicio. El momento elegido, en vísperas de elecciones catalanas, no fue el más adecuado. El Gobierno de Sánchez, por sus servidumbres con los «indepes», le puso la proa desde el principio. El Sabadell, además, supo aprovechar, con habilidad, por una parte el sentimiento catalán de la entidad y también la cercanía a sus clientes. Todo eso ha sido muy importante, sin duda. Sin embargo, lo decisivo –digan lo que digan– ha sido que el precio ofrecido nunca fue suficiente, ni en la forma, ni en la cuantía.
El propio presidente del Sabadell, Josep Oliu, lo resumió un día, consciente o inconsciente: «La pela es la pela». El BBVA planteó una compra en la que el pago era un intercambio de acciones y a un precio más o menos ajustado a lo que salían las cuentas en las hojas de «Excel» de los analistas. Todo muy medido y nadie dice que falto de lógica económica y financiera.
Al final el BBVA se ha quedado compuesto y sin novia y muy lejos de los objetivos. Una opa, y todavía más si es hostil, requiere una oferta muy generosa, incluso espectacular y mucha capacidad de convencimiento. Los responsables del BBVA tienen razón cuando alegan que una acción del banco es como dinero en efectivo, por su liquidez absoluta. La realidad ha demostrado que hacía falta algo más para convencer a los accionistas, sin que eso signifique que el proyecto para la unión de ambos bancos no tuviera sentido, que lo tenía.
El Gobierno y los «indepes» han torpedeado la operación, pero aunque ha influido, no ha fracasado por eso. «La pela es la pela» y cuando se va al mercado hay que estar dispuesto a pagar, porque una opa también se hace con dinero, diría Fuentes Quintana.