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Progresa adecuadamente

La Razón
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Es innegable el interés que, desde primavera, se ha despertado entre los inversores extranjeros por el mercado español. Los precios atractivos y una cada vez más creíble, si bien previsiblemente lenta y larga, recuperación forman el caldo de cultivo perfecto para atraer dinero del exterior.

Todavía queda un tiempo para que llegue inversión más productiva o para que el impacto de las operaciones actuales se deje notar en la economía doméstica (familias y pymes españolas), pero lo cierto es que la inversión extranjera está entrando en España a un ritmo elevado.

Prueba de lo anterior es el creciente interés por instrumentos como las Socimis o por la adquisición de activos del «banco malo» (o Sareb). La inversión en activos adquiridos por esta sociedad de las entidades financieras más débiles con el propósito de gestionarlos y organizar una desinversión ordenada constituye, sin duda, uno de los temas favoritos de los inversores que han puesto sus ojos en España.

A ello ayudan un régimen fiscal extraordinariamente beneficioso para aquellos inversores que decidan estructurar la adquisición a través de un Fondo de Activos Bancarios (o FAB) en el que se convierte con la Sareb fundamentado, principalmente, en una escasa tributación por los beneficios obtenidos por el FAB y nula en los pagos realizados por éste a inversores no residentes en España, así como en ventajas en cuanto a la fiscalidad indirecta generada en la transmisión al Fondo de los activos seleccionados y en ciertos beneficios concedidos recientemente para los adquirentes de los activos inmobiliarios que sean titularidad del Fondo o para los deudores en préstamos transmitidos por la SAREB a un FAB, facilitando la renegociación de determinados términos del préstamo sin generar costes fiscales.

Si algo podría preocupar a la Sareb es, sin embargo, la sensación de algunos inversores respecto de la incertidumbre generada en los procesos de desinversión desarrollados. Esto es, coincidiendo todos los que han tenido relación con el «banco malo» en la alta capacitación profesional de su equipo gestor, algunos muestran su disconformidad con la excesiva flexibilidad con la que cada posible adquirente puede plantear sus pujas en cuanto a la estructura y composición de un mismo port-folio, lo que puede producir alteraciones sustanciales en las carteras de activos desde la presentación inicial hasta su «adjudicación» a la mejor oferta.

Teniendo en cuenta la duración esperada de la SAREB (quedan 14 años), es importante pulir ese pequeño pero decisivo aspecto para mantener la atracción de capital extranjero, primer paso –sin duda necesario–, para la recuperación económica del país.

*Socio del Departamento de Derecho Tributario de Ashurst