
Reserva federal
Lo que Powell sí dijo
La Reserva Federal abre la puerta a una bajada de tipos en septiembre, abandonando así su objetivo para trabajar con una inflación promedio del 2% a largo plazo

El viernes, desde Jackson Hole, Jerome Powell abrió la puerta a una posible rebaja de los tipos de interés en septiembre. Sin embargo, lo que más ruido generó no fue eso, sino la supuesta renuncia de la Reserva Federal al histórico objetivo del 2% de inflación. Según algunos teletipos, el banco central habría eliminado de su marco de referencia ese ancla que, durante décadas, ha guiado la política monetaria global. Si así fuera, estaríamos ante un cambio de paradigma. Pero no lo estamos. En realidad, Powell dijo lo contrario. Lo que anunció fue el abandono del marco introducido en 2020, cuando la Fed decidió flexibilizar su objetivo para trabajar con una inflación promedio del 2% a largo plazo. Bajo ese esquema, una inflación puntual del 4% no exigía reacción inmediata si, en años posteriores, caía por debajo del 2%, equilibrando el promedio. Ahora, la Fed vuelve a la ortodoxia previa: cada año, inflación al 2%, sin medias tintas. Si se supera, política contractiva; si se queda corta, política expansiva. Un mensaje más duro.
Pero entonces, ¿por qué el giro hacia una posible bajada de tipos? Los datos no invitan a ello. En julio, la inflación repuntó al 2,7% y la subyacente escaló al 3,1%. La desinflación parece haberse frenado. Si el único mandato fuera la estabilidad de precios, el anuncio de Powell habría sido una subida de tipos.
La clave está en el mandato dual de la Fed: estabilidad de precios y máximo empleo. Powell sugirió que la balanza del empleo empieza a pesar más que la de la inflación. Traducido: la economía estadounidense podría estar debilitándose más de lo que se creía. Si así fuera, una rebaja de tipos buscaría amortiguar ese enfriamiento.
Claro que hay otra lectura, que Powell está reaccionando a la presión de Trump. Que la narrativa del debilitamiento económico no sea más que una coartada para justificar una relajación monetaria que el mercado -y la Casa Blanca- llevan meses reclamando.
Sea cual sea la motivación, lo cierto es que la Fed se ha comprometido a no tolerar desviaciones persistentes de la inflación del 2%. Si ese compromiso es genuino, la bajada de tipos será limitada y reversible. Si no lo es, el riesgo es evidente: más gasolina para una economía que podría estar acercándose, otra vez, a terreno burbujeante.
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