Alimentos

¿Por qué sube y baja el precio de los alimentos?

Los huevos y carne de vacuno alcanzan cotizaciones históricas en origen mientras el aceite de oliva ha registrado las mayores bajadas en los últimos 12 meses

Huevos en un mercado de Barcelona, ​​España
Huevos en un mercado de Barcelona, ​​EspañaDreamstime

A veces resulta complicado explicar lo obvio, ya que se buscan “conspiraciones” cuando la realidad es mucho más simple. Primero, la gran pregunta: ¿por qué suben los precios de los alimentos? A continuación se recoge la respuesta, mediante tres ejemplos, sin descartar, por supuesto, que también ayuden en parte a esas subidas ciertos componentes especulativos, y que algunos aprovechen para “hacer su agosto”, pero dejando claro que estos últimos no son el motivo fundamental de las alzas.

Los huevos registraron la semana pasada nuevos e importantes incrementos de los precios en origen, que siguen en niveles históricos. Estos aumentos continuarán trasladándose a lo que pagamos los consumidores, que ya lo estamos notando en nuestros bolsillos desde hace varios meses. Así, este producto es el que ha registrado una mayor subida en el componente alimentación del IPC en el periodo que va de septiembre de 2024 a 2025, con un 17,9%; durante el pasado mes, aumentó el 0,2%, cifra que se quedará corta cuando aparezcan los datos de octubre. La razón hay que buscarla en que la demanda se mantiene fuerte, tanto en el mercado interior, como en el exterior, mientras que la oferta se ha reducido por los focos de gripe aviar que han obligado al sacrificio de millones de gallinas en casi todos los Estados miembros de la Unión Europea (UE). Algunos de ellos, más castigados que España por esta enfermedad de las aves, han orientado sus compras aquí contribuyendo así a intensificar las subidas. En resumidas cuentas, nos encontramos ante un problema de fuerte demanda frente a reducción de la oferta por la confluencia de una serie de factores.

Otro tanto se puede decir de lo que ha sucedido en el mercado de la carne de vacuno durante los últimos doce meses. Este producto se ha disparado en el IPC el 16,5% debido a la subida de los precios en origen de las canales y de los animales. El motivo es muy simple: tanto en el mercado español como en el de otros países productores de la UE se comenzó sacrificando hace dos años un importante número de vacas por la confluencia de una serie de razones, lo que ha provocado una posterior reducción del número de animales disponibles, un fuerte recorte de la cabaña ganadera y una caída de la oferta tanto de animales como de carne. Ello ha dado lugar a subidas de los precios en origen, que también se encuentran en niveles históricos. Frente a esta situación de caída de la oferta, la demanda no ha bajado, especialmente por la buena marcha de las exportaciones a países del norte de África y a otros Estados miembros de la UE. Nos encontramos otra vez ante un desequilibrio provocado por oferta corta y demanda elevada.

El tercer ejemplo se refiere al aceite de oliva, un producto muy sensible en España. En los últimos datos del IPC se constata una caída de su precio del 43% entre septiembre de 2024 y 2025; en origen esta caída ha sido superior al 50%. La explicación es la siguiente: de las tres últimas campañas, 22/23, 23/24 y 24/25, en las dos primeras la producción fue muy corta, provocando subidas muy importantes de los precios en origen, que se trasladaron también al destino; cuando en la campaña que acaba de finalizar hubo un buena cosecha de aceituna y una producción de aceite de oliva superior a 1,3 millones de toneladas (cifra que se puede considerar normal), las cotizaciones comenzaron una tendencia descendente debido al aumento de la oferta. Estamos otra vez ante una cuestión de oferta y demanda. Eso no quiere decir que algunos no hayan aprovechado la ocasión para realizar actuaciones especulativas, pero sin que estas fueran las razones fundamentales de la subida histórica.

Estos tres ejemplos citados antes, especialmente el del aceite de oliva, han generado mucha polémica entre los consumidores y también en los medios de comunicación. Se han intentado buscar en muchos casos tres patas al gato, cuando la realidad es mucho más sencilla de lo que a veces se plantea. Y ello debería llevarnos a una reflexión de cara a la reforma de la PAC que se avecina: por mucho que nos creamos en los países desarrollados que los alimentos están garantizados, eso no es así; por muchos adelantos técnicos que se hayan registrado y que han contribuido a aumentar la oferta de alimentos, seguimos sin tener el control total sobre las cosechas, producciones y la sanidad de los animales. Conclusión: la oferta de alimentos a precios asequibles para los consumidores no está totalmente garantizada.