Opinión

Reagan: ¿un ejemplo para España? Así sacó a EE UU de la «estanflación»

Sus logros pueden servir a nuestro país para romper con décadas de mediocre crecimiento económico

U.S. President Ronald Reagan salutes when saying good-bye to U.S. and West German soldiers at a farewell ceremony on the tarmac of Air Force Base in Bitburg, West Germany.
U.S. President Ronald Reagan salutes when saying good-bye to U.S. and West German soldiers at a farewell ceremony on the tarmac of Air Force Base in Bitburg, West Germany.Agencia AP

En la década de 1970, la economía de Estados Unidos estaba aquejada por una creciente serie de problemas, la mayoría de los cuales eran el resultado de una intervención gubernamental excesiva en la producción del sector privado y de una preocupante proliferación de programas de gasto público que solamente contribuían a apuntalar el subsidio como forma de subsistencia.

En Europa vemos a Estados Unidos como el típico ejemplo de una economía de libre mercado en la que apenas hay intervención pública, pero lo cierto es que, ya en los años 80, el gigante norteamericano lidiaba con la dificultad de gestionar un sector público cada vez más grande.

Si ajustamos los datos para tomar en cuenta la inflación y el crecimiento de la población, encontramos que els gasto federal per cápita dedicado a programas de bienestar casi se duplicó en los años 70, pasando de 1.293 a 2.555 dólares a lo largo de la década.

La situación económica de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses se había deteriorado severamente en los años previos a la llegada de Reagan a la Casa Blanca.

En términos reales, los ingresos familiares de la población blanca disminuyeron un 2,2 por ciento entre 1973 y 1981, mientras que los hogares de los afroamericanos vieron cómo sus rentas cayeron un 4,4 por ciento.

En términos generales, los más perjudicados por el mal desempeño de los años 70 fueron los hogares que figuraban entre el 25 por ciento más pobre de la población, puesto que sus ingresos cayeron un 5 por ciento. En el otro extremo de la distribución de ingresos, las personas de mayor nivel económico lidiaban también con problemas económicos como una fiscalidad confiscatoria que rebasaba el 70 por ciento.

El desempleo había aumentado hasta llegar al 7,6 por ciento cuando Reagan asumió el cargo, mientras que la inflación superó el 10 por ciento durante tres años consecutivos, alcanzando en 1980 una tasa anual del 13,5 por ciento que representaba el nivel más alto desde el año 1947, en plena posguerra.

Dicho con otras palabras, cuando Reagan asumió el cargo parece claro que las perspectivas económicas de su país eran sombrías. Nacido en el seno de una familia modesta, The Gipper empezó su vida laboral como locutor de radio antes de dar el salto al cine. Actuó en más de 50 películas de Hollywood antes de dar el salto a la empresa. Entre 1967 y 1975 completó dos mandatos como gobernador de California en los que equilibró con éxito el presupuesto público y propició una importante recuperación de la actividad económica.

Reagan ganó las elecciones presidenciales en 44 estados, cosechando la gran mayoría de los votos del colegio electoral (489-49) y logrando el 50,7 por ciento del voto popular. La del 4 de noviembre de 1980 fue una victoria arrolladora que desalojó al presidente titular, Jimmy Carter. Semanas después, su discurso inaugural transmitió a los estadounidenses un mensaje muy simple: «En esta situación de crisis, el Gobierno no es la solución a nuestros problemas. De hecho, el Gobierno es el problema». Años después, acuñó otro celebrado aforismo: «No hay nada más aterrador que escuchar a esas personas que te dicen soy del Gobierno y estoy aquí para ayudarte».

La agenda política de Reagan era simple: restringir la influencia del Estado en la esfera económica y aumentar el alcance del libre mercado. Para consolidar una versión más robusta del capitalismo, su Gobierno redujo la burocracia, abolió controles innecesarios y redujo los impuestos sobre la renta drásticamente, pasando del 70 al 28 por ciento en el caso de las rentas más altas de EE UU.

Al llegar al final de su segundo mandato, la economía de Estados Unidos era casi un tercio mayor que cuando asumió el cargo por vez primera. Entre 1981 y 1989 se crearon 17 millones de nuevos puestos de trabajo. La inflación estaba en tasas de doble dígito cuando Reagan llegó a la Casa Blanca pero cayó al 4,1 por ciento al final de los años 80, de la mano también de la prudente política monetaria de Paul Volcker, que estuvo al frente de la Reserva Federal de 1979 a 1987.

Aunque sabía que las subidas de tipos causarían una recesión a corto plazo, Reagan apoyó explícitamente la estrategia seguida por Volcker. De igual modo, y contrariamente a las sombrías predicciones que lanzaron muchos de sus críticos, los drásticos recortes de impuestos impulsados por el presidente republicano no llevaron a aumentos adicionales en la inflación.

Estos argumentos se han repetido recientemente y, de hecho, en España se ha justificado la subida de impuestos como forma de enfriar la economía, pese a lo cual los precios han aumentado más de un 15 por ciento desde que Pedro Sánchez está en el Gobierno, como ha explicado el Instituto Juan de Mariana.

A los críticos de Reagan les gusta criticar a Reagan por haber aumentado la deuda federal. Sin embargo, como explico en mi libro "En defensa del libre mercado", el crecimiento de los pasivos del Estado estuvo estrechamente ligado a las necesidades de defensa motivadas por la Guerra Fría.

Así, el presupuesto de Defensa pasó de 158.000 a 304.000 millones de dólares. De no haber sido por este aumento, Reagan no habría registrado ningún déficit, pero el comunismo habría seguido oprimiendo a millones de personas en todo el mundo. El saldo final de su apuesta fue la derrota de la Unión Soviética y el equilibrio presupuestario alcanzado poco después, en los años 90, en cuanto resultó posible reducir estos desembolsos.

El sueño americano que evoca una alta movilidad de ingresos como sinónimo de oportunidad resucitó en la década de 1980. El 86 por ciento de los hogares que estaban en entre el 20 por ciento de menor renta en 1981 lograron subirse al ascensor del progreso y alcanzaron hacia un quintil superior a lo largo de los años 80.

Los hogares afroamericanos experimentaron un crecimiento aún más fuerte en los ingresos reales entre 1981 y 1988 que sus pares blancos. Por tanto, es una falacia insistir en que los avances de la "Era Reagan" se limitaron a los «blancos ricos», cuando su gobierno generó más prosperidad de forma general.

La trayectoria de Reagan puede servir como referencia a España a la hora de combatir la «estanflación» y romper con décadas de mediocre crecimiento económico que han relegado al país en los indicadores internacionales.