Empleo
La reforma laboral no ha bajado el paro, solo ha restado los fijos discontinuos
El Observatorio Laboral de Fedea y BBVA concluye que la reforma de Díaz no ha rebajado el número de desempleados si se suman inactivos y demandantes. En el último año, el paro registrado baja en 156.000 personas, pero el efectivo ha subido en 11.000
El mercado laboral se ralentiza tras agotarse el efecto de la reforma impulsada por Yolanda Díaz al detenerse en 2023 la caída de la tasa de temporalidad que se produjo el año pasado. En los tres primeros trimestres de este año este indicador se estabilizó en torno al 17% según la EPA, y entre el 14% y el 15% según los datos de afiliación. Por ello, más allá de la reducción de la tasa de temporalidad, los tres objetivos marcados por la reforma laboral de 2022 se están frenando: la caída de los flujos de rotación laboral «se han detenido en el corto plazo»; el menor impacto de las recesiones en el empleo a medio plazo se han diluido –el descenso de las tasas de altas y bajas de la afiliación que se produjo en los primeros meses de aplicación de la reforma laboral «se ha situado en niveles similares a 2014»–; y el aumento de la productividad que el Gobierno se marcaba a largo plazo ha decaído al haberse reducido la productividad por ocupado, que no ha logrado alcanzar niveles de 2019.
Así lo advierten los analistas de Fedea y BBVA Research en el último «Observatorio trimestral del mercado laboral», que alerta de la «evidente» pérdida de impulso en la creación de empleo durante el tercer trimestre, «lastrada por la ralentización de la actividad económica», y en la que «las horas trabajadas avanzan por debajo del número de ocupados».
El responsable de Análisis Económico de BBVA Research, Rafael Doménech, prevé un «mínimo crecimiento» de entre dos y tres décimas en la afiliación durante el cuarto trimestre del año, en línea a las tres décimas que creció entre julio y septiembre. Esto confirma la «estabilización» del mercado laboral español, cuya afiliación crecerá «a menor ritmo», lo que pone freno de golpe al «efecto reforma laboral».
En este sentido, el investigador de Fedea, Florentino Felgueroso, avisa de que el paro efectivo –el que contabiliza los desempleados reales (parados, demandantes de empleo y fijos discontinuos en periodo de inactividad)– prácticamente mantiene las mismas cifras que antes de la aprobación de la reforma. Así, mientras que los flujos del paro registrado –altas y bajas del paro comparando los demandantes que están parados al final de dos meses consecutivos– han caído «notablemente desde el inicio de la reforma laboral», los flujos del paro efectivo –paro registrado más demandantes con relación laboral, que incluyen a los fijos discontinuos– «no han cambiado. Esto se debe a que el trabajo intermitente que antes se hacía con contratos de corta duración afectaba al paro registrado, pero con la reforma, el trabajo intermitente pasa a incluirse en los fijos discontinuos. Éstos, cuando se registran como demandantes en periodos de inactividad, no se contabilizan en el paro registrado, pero si en el paro efectivo. El flujo de este colectivo es mayor que el de los parados registrados actuales. Cuando los sumamos al paro registrado para obtener el paro efectivo, vuelven a subir los flujos» y, por tanto se disparan las cifras de desempleo real.
Para demostrar esta afirmación, Felgueroso apunta que «entre octubre de 2022 y octubre de 2023, el paro registrado se redujo en 156.000 personas, mientras que el paro efectivo aumentó en 11.000».
El Observatorio también anota que «la productividad por hora trabajada apenas subió dos décimas entre julio y septiembre. Tanto el producto como las horas trabajadas por ocupado se alejaron de los niveles de 2019, mientras que la productividad por hora trabajada apenas se situó un 0,8% por encima». Por tanto, Fedea y BBVA señalan que la distinta evolución de la ocupación y las horas trabajadas se explica tanto por el «avance limitado» de la jornada laboral como por el aumento de ocupados que no trabajaron. «El tiempo de trabajo y, sobre todo, el número de trabajadores superaron los registros anteriores a la pandemia», tanto en España como en el conjunto de la Unión Europea. Sin embargo, la citada caída de la intensidad o impulso en el empleo ha reducido la productividad por ocupado, «que se alejó del nivel prepandemia».
Además, el estudio destaca que la tasa de vacantes «aumentó hasta máximos de los últimos trece años», lo que para Fedea y BBVA Research «confirma que las dificultades para realizar emparejamientos laborales continúan siendo elevadas».
El informe también alerta de que España es ya el tercer país con mayor número de parados de más edad, tras haber incrementado ostensiblemente la tasa de desempleo del grupo de mayores de 50 años, que ya supone el 45% de los desempleados y el 27% de todos los parados de la Unión Europea, según datos al cierre del tercer trimestre del año. «Somos el país que más rápido hemos envejecido en el último tiempo y que más vamos a envejecer en los próximos años», abundó Felgueroso. De este modo, las personas de edad avanzada ya constituyen la mayoría de los parados registrados y superan a los jóvenes en la Encuesta de Población Activa (EPA). Asimismo, la brecha de género observada entre los mayores de 50 años se ha superado en este grupo de edad, incluidos los inmigrantes, que «han incrementado su peso entre los parados de edad avanzada». Estos fenómenos «suponen nuevos retos para las políticas activas de empleo, que han de hacer frente a colectivos con mayor riesgo de permanecer en una situación de paro de larga duración».
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